.Capitulo Único.

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Una vez mas Kaito Kid había logrado burlar a todos los oficiales incluyendo al Inspector Nakamori.

Este era sin dudas uno de sus robos favoritos. Todo había salido de acuerdo a su plan y se había divertido como nunca en el proceso, jugando con los oficiales e incluso dándole pistas al Inspector Nakamori.

Hasta su detective favorito había asistido a su Show y aunque se venía de mal humor al principio, en cuanto Kaito Kid hizo su aparición, el chico se había divertido tratando de disimularlo. ¿Que mejor espectáculo que ese?

Incluso no se molesto porque esta tampoco fuera la joya que buscaba, aquella que contenía Pandora.

—¡Kid, vuelve aqui!— escucho al pequeño detective venir tras de el por las escaleras de emergencia que daban al techo del edificio.

Kid se paró sobre la cornisa, esperando a Connan mientras la fría brisa nocturna ondeaba su capa con gracia. Una hermosa noche de Luna Llena.

—¡Kid, devuelve la...!— sin dudas el Mago quería reírse, aquella caída había sido demasiado cómica a sus ojos.

Y realmente estuvo por hacerlo, pero algo en el le dijo que ni siquiera lo intentara.

El Detective dejo escapar un quejido inaudible. Su pie había tropezado con algo, una roca tal vez, haciéndolo caer de cara al suelo de asfalto y piedra del techo. Levanto el rostro ahora sucio y con sus manos se levantó hasta quedar sentado con las piernas flexionadas.

Se quedó un momento así, respirando hondo y por la nariz. Eso se le hizo al mago muy extraño ¿Porque no sólo se puso de pie y empezó su discurso de cómo había descubierto cada a uno de sus trucos? ¿Tan dura fue la caída? Sólo parecía que se había ensuciado, nada que no pudiera quitar con agua y jabón.

O tal vez, había algo más.

—devuelve la joya.— escuchar ese tono de voz tan quebradizo y débil de la boca del Detective encendió una alerta en su cabeza. Bajo de la cornisa y comenzó a acercarse lentamente al niño.

—¿Estas bien, meitantei-san?— pregunto algo preocupado.

—eso no es asunto tuyo, ahora devuelve la joya y entregate Kid.— su voz sonaba algo mas firme pero Kaito sabia que algo aun no estaba bien, que aquello era una farsa. El chico no había levantado la mirada en ningún momento y eso era muy inusual en el detective.

—te la devolveré, cuando me digas que te ocurre.— sentenció el ladrón con las manos en su espalda.

El más bajo se levantó lentamente del suelo, aun con la cabeza baja y apretando ahora la tela de sus pantaloncillos cortos color café.

Toda su ropa estaba sucia pero no parecía importarle. ¿Y cómo no? Si sus rodillas estaban hechas un completo lío.

Ahora entendía porque actuaba así, no estaba tan cerca del menor y sabía perfectamente lo doloroso que esas heridas se veían, sus rodillas estaban llenas de tierra y sangre.

—¿Estás bien?— pregunto nuevamente aunque era más que obvio que no lo estaba.

El pequeño por fin levantó la mirada hacia el ladrón. Sus ojitos azules estaban llenos de lágrimas y su labio temblaba a pesar la fuerza que ejercia en ellos.

Kaito se sorprendió al ver eso, era la primera vez que veía al detective hacer una cara así. Tenía la nariz roja y en cuanto lo miro a los ojos fruncio el ceño y las lágrimas gruesas empezaron a caer por sus mejillas hasta el suelo.

Hipo un par de veces antes de tratar de limpiar sus lágrimas con sus manitas, aunque aquello era inútil pues no daban indicios de parar.

Sin pensarlo Kaito se acercó al de orbes azules. Lo miro por un momento, dejando que este desahogarse.

¡Chuu~! [KaiShin/One-Shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora