Me mentiría si dijera que el día de hoy sería diferente al resto, ya estaba acostumbrada de mis problemas los cuales viendolos de forma buena propinaba sentido a mi vida. La psiquiatra me aconsejo sobre escribir mis sentimientos en un cuaderno tratando de desahogarme y despejarme del sin números de ideas que mi subconsciente mantenía aguardado en mi memoria, según ella me ayudaría mucho para mi bienestar y lograría un avance en la terapia.
Las mantas se mezclaban en mis piernas, el sol brillaba en mi rostro mientras mis ojos pesaban, me sentí mejor por no escuchar algún bullicio prominente de mi familia. Levante las manos para abrir la ventana y dejar entrar el cálido aire de la mañana.
Recuerdo perfectamente la voz de Ethan, el susurro de sus labios llamandome fuera de la casa, el golpe de la ventana con sus bellas manos. Su sonrisa de alegría. Su cabello aterciopelado. Su mirada de admiración. Su amor hacia mi. Su todo.
Reprimi mil lágrimas, recordando mil sonrisas en los momentos que compartí con él.
Recordé aquel día no tan lejano, cuando todo tenía color, cuando todo era alegría, cuando él.
Existía.
Sin embargo la vida, me lo quitó.
Se lo llevo sin saludar, sin llamar, sin avisar, y me duele, me oprime, me sofoca, su triste y anticipada perdida.
Y ahora
Es mucho más fácil culparla, que culparce.
Es mucho más fácil llorar, que reír
Es mucho más fácil callar, que hablar.
Es mucho mas fácil morir, que vivir.
Un suave pelaje me acarició, el roze de una lengua en mis pies me sobresalto, Mily se sacudió las mantas carmesí, recorriendo la distancia entre nosotras. La observe reconociendo su hermoso pelaje oscuro, sus largas garras y grandes ojos verdes. Acaricie con dulcura su cuerpo sintiendo la contestura de sus cabellos.
El cierre brusco de una puerta me asustó completamente, mis sentidos se tornaron nerviosos, mientras que el timbre vibraba en mis oídos y escuchaba los gruñidos de mi padre maldiciendo a todo volumen . Como si una vida dependiera de otra, el sonido salía desesperado disparado por todos los lugares de la casa.
-¿Quién diablos molesta en estas horas de la mañana?- ya me imaginada su ceño fruncido, con la expresión enojada recorriendo los pasillos de nuestra fachada.
El chirrido de la puerta principal se escucho por encima de mi habitación.
-Busco a la Señorita Annabelle- La voz de un hombre desconocido, pronunciaba mi nombre con un acento francés.
-¿Quién le busca? y ¿Para qué? - Su tono era desafiante y grosero.
Me levante rápido de la cama dejando a mily entre las mantas, coloque mis zapatos y con la pijama me dispuse a bajar para ver de quien trataba de encontrarme.
-Soy Michael Turner ,necesito entregarle unos documentos a la Señorita Annabelle con urgencia- termine de bajar los escalones de la escalera de madera construida por mi abuelo.
-Ella no vive aquí- la gran mentira de los labios de mi padre, causo un gran enojo en mi.
-Entonces, si la dama no viviera en esta residencia, ¿Por qué me preguntó mi nombre y el motivo de la visita?- el desafío se torno en la voz del desconocido.
-Mire usted, si yo le digo que no se encuentra aquí es por que no lo está, asi que saque sus narices de mi casa.-
-Buenos días Señor- me coloque alado de mi padre, y su miraba me fulminaba por todas partes.
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Buscando mi solución
Teen FictionAnnabelle tras un suceso trágico en su vida, la envolvió una gran depresión que de poco en poco empezaran nuevos cambios en sus estados de ánimo, un intento de suicidio del que nunca ocurrió la hará entrar en cuenta lo importante y valiosa existenci...