La flor misteriosa, El poeta y la Sonata romántica.

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Viernes por la noche, la gente salé con sus familias, las parejas se divierten en la plaza del pueblo y los ancianos tocan en la orquesta activa desde mil novecientos cincuenta y dos.

Alice y Kirito iban tomando del brazo en la plaza del pueblo. En el quiosco se encontraba la orquesta, tocando con la intención de no detenerse en un buen rato.

Un hombre estaba sobre una tarima en la plaza, gritando acerca de las actividades a realizar.

-¡Acérquense, acérquense todos para el baile de parejas, que nadie se quede fuera porque si uno baila todos bailan!

-¿Baile de parejas? –Preguntó Alice.

El vocero quedo ligeramente sorprendido al ver a los dos jóvenes con cara de no saber nada.

-Con que turistas. No es nada del otro mundo, simplemente las parejas se reúnen en la plaza mientras la orquesta toca, todos participan y nadie se queda afuera.

-Me parece bien. –Dijo Kirito, para ir con Alice al centro de la plaza.

Todo el piso estaba completamente despejado, no había ni la más mínima suciedad en él. Lo habían limpiado para dejarlo impecable con todas sus letras y que así se pudiera preparar el baile de esa noche.

El templo estaba iluminado por luces de color verde agua y amarillo. De por sí ya era lindo de día, pero cuando Kirito dijo que lo mejor se venía en la noche vaya que no mentía.

-¿Sabes bailar? –Preguntó él.

-Eso creo...ya vez que tengo talentos naturales. –Rió ella. –Solo trata de llevarme el ritmo.

La orquesta tocaba música de fondo para que las masas estuvieran entretenidas mientras las cosas ocurrían. Nuestra pareja se situó a uno de los extremos de la plaza para comenzar el baile.

-¿Ya están listos? –Preguntó el director de orquesta.

-Listos, director.

-Comencemos. –El director tomó la batuta y comenzó a dirigir a la orquesta de una manera tal que si Beethoven lo viera se volvería a morir de la envidia.

Al casi no conocer lo que se bailaba, la pareja de jóvenes esperó a que pasaran unos segundos. Tras repasar los movimientos de las demás parejas, era hora de entrar.

Esta vez fue Kirito quien tomó de la mano a Alice para llevarla al baile.

No es como que lo hicieran bien...pero tampoco lo hacían mal. Alice bailaba bastante mejor que su acompañante, por no decir que era ver bailar a una mujer con un mono. Quizá un mono bailaría un poco mejor, pero Kirito tenía su estilo.

Los faros de luz alumbraban la obscuridad del pueblo con sus enormes focos redondos de luz blanca, además de la luz amarilla que iluminaba el quiosco por dentro y por fuera al tiempo que la orquesta tocaba y tocaba siguiendo a su estrafalario director.

Fueron dos minutos con treinta y tres segundos exactos los que duró la diversión. Un apagón surgió en el centro de la ciudad...acabando con la diversión.

Un "Awww" salió de las bocas de todos los presentes. Incluso de la del mismo Kirito quien se divertía como nunca antes.

-¿Y ahora qué? –Preguntó el miembro más joven de la orquesta, un chico de 30 años vestido de traje.

-En mis más de veintiocho años tocando en la orquesta se ha ido la luz una sola vez. Cinco de marzo del sesenta, las luces de todo el pueblo se fueron en el festival más importante de todos, ¿y saben que hicimos? –Hubo un silencio ensordecedor. –Seguir tocando, así que espero sus órdenes, señor director.

Flores en el bosque vol. I (KiritoxAlice)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora