Capítulo II

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-Disculpa -me llama la atención una chica- pero ¿en dónde te hiciste esas californianas?

-Hey, me las hice en Colombia.

-Ah, vale. Gracias.

-Tranquila. Por cierto soy Dyba. –digo ofreciéndole la mano.

-Y yo Geigcha, un gusto. –responde ella estrechando la suya con la mía.

***

Voy por la segunda clase del día y debo decir que los profesores son bastante peculiares y eso que llevo solo unos días, pero éste en particular es un fastidio a nivel Dios, ya la clase va a la mitad y estoy muriendo de sueño de verdad, unos minutos más y seré otra de las que dormirá o eso planeaba hasta que llega alguien que me hace desviar de mis pensamientos.

-Señor Grey, estas no son horas para llegar a mi clase menos faltando 45min para terminarla.

-Lo siento, aquí el rector le mandó una nota por mi retraso.

-Bien- responde el profesor de mala gana y diría que a punto de rodar los ojos- siéntese.

Admito que no todas las veces me intereso mucho por los que llegan tarde pero hay algo en él que no me permite dejar de verlo -a parte de ser lo único interesante que ha pasado en esta clase- y al parecer él se encuentra en la misma situación que yo, teniendo en cuenta que me mira como cual lobo a su presa y juro que no es nada agradable ser observado así; gracias al cielo suena el timbre finalizando la clase, un minuto más y me da cáncer de todo, de verdad que esta clase para mi será un martirio con ese profesor.

HANNIBAL

No soy fan de esta clase por lo latosa que llega a ser y por el profesor que la da, pero no soy de los que les gusta llegar tarde por más que no le guste una clase y como cual adivino al llegar al salón pasa exactamente lo que tenía previsto.

-Señor Grey, estas no son horas para llegar a mi clase menos faltando 45min para terminarla.

-Lo siento, aquí el rector le mandó una nota por mi retraso.

-Bien siéntese.

Otras de las razones por las que no me gusta llegar tarde es ser el centro de atención aunque ya lo soy por mi supuesto genial aspecto que vuelve a todos locos, no tengo nada con que me vean pero a veces cansa, ni que fuera un objeto de vitrina; es lo que pienso mientras me dirijo a los puestos disponibles y cuando levanto la mirada para ver donde me siento choco con una mirada chocolate que no me quita los ojos de encima y que de primera me gusta, por lo que opto sentarme al final del salón para evaluarla mejor.

Observo el reloj y saco el cuaderno para anotar lo que hay en la pizarra más tarde ya le diré a Georchg que me pase lo demás y literalmente corro entre copiar y recoger mis cosas mientras alzo la vista y veo que esa chica sale rápidamente del salón, me apresuro para poder alcanzarla pero que va ya se ha adelantado demasiado, la llamo pero no voltea, y por lo visto no piensa hacerlo así que acudo a mi amigo Georch que se encuentra más adelante indicándole que detenga a la chica.

-Hey, creo que es a ti a quién están llamando.
-¿A mí?
- Si, mi colega lleva llamándote desde que salió del aula, espéralo a ver que quiere.

Le agradezco a mi amigo por ese favor y me dirijo a la chica.

-Hey, ¿que tal? ¿Me puedes dar unos minutos? -ella resulta pensativa por un instante pero al final me responde.

DYBA

-Hola, claro -me pregunto qué querrá hablar conmigo, su voz se me hace conocida pero no recuerdo de donde.

-¿Eres la misma que tropecé en el comedor cierto? - solo con eso ya se resuelve mi inquietud, este es el gigante.

-Si y tú a parte de ser el gigante, ¿quién eres? -pregunto aun sabiendo parte de la respuesta.

- ¿Gigante? Jaja, graciosos que me recuerdes de ese modo. Hannibal Grey- deja la risa ronca ofreciéndome su mano, dudo unos segundos pero luego la acepto.

-Dyba Lonmore. ¿Necesitabas algo más? –digo observando mi reloj viendo que se me hace tarde.

Él parece sorprendido de mi respuesta, ya que cambia la sonrisa ladeada que tenía hace minutos acaba de cambiar a una más seria tardando en responderme.

-Si, un gusto. -es lo último que dice antes de perderse de mi vista-

Después de eso retomo mi camino fuera de la facultad revisando algunas cosas en mi celular sin dejar de pensar que quería realmente porque sin duda al principio sus propósitos eran otros –quien sabe- lo que al principio me intimidaron un poco fueron sus ojos color aceituna que sin duda resaltan por su tono de piel, pero como digo siempre hay que ser digna y hay que hacerse de rogar, uno no puede ir por ahí pelándole el diente a cualquiera.

Hoy si tuve un poco de suerte en no llegar tan tarde a la parada del transporte solo que va hasta las metras y el tráfico para variar no colabora.

***

-Mamá, creo que es mejor una pizza mediana con todo y nestea.

-Si, está bien busca una mesa mientras pago.

Con suerte no hay mucha gente en la feria, más bien hay mesas para escoger, hoy nos desocupamos temprano y decidimos ir a ver unas zapaterías pero como siempre el hambre llama y hay hacer compras con el estómago vacío no es muy bueno.

Mi mamá me saca de mis pensamientos cuando llega con la pizza, tengo mucha hambre, y todo porque mi querida madre quería comprar zapatos.

-¿No vas a comer? ¿No tenías mucha hambre?

-Por supuesto que sí mami.

Cuando estoy a punto de darle un mordisco a la preciosura que tengo en mis manos pero escucho la misma voz que me detuvo hace unas horas en la universidad, me doy la vuelta y lo veo a él, estaba de espalda a mí, pero como si sintiera mi mirada se voltea y me mira, sonríe de una manera que la piel se me pone de gallina, pero se voltea y agarra por la cintura a una chica de cabello negro, su piel es morena clara un poco más baja que él, pero más alta que yo -sin duda esa debe ser su novia; lo deduzco por cómo se miran expiran entre sí, es demasiado fuerte-. Al final terminan yéndose con un grupo de muchachos en los cuales no me había fijado y así con suerte termino de disfrutar la pizza.

Esto de encontrarme lo en todos lados no me gusta, lo que falta es que se convierta en mi sombra.


PD: El de la ilustración es nuestro querido Hannibal Grey.

Espero que les este gustando.
¿Qué tal les pareció Hannibal?  ¿Era lo que esperaban?

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