La mañana que empezó todo, fue un poco rara, pero con la de cosas que me pasan a mí, no sería de extrañar. El primer día después de las vacaciones de navidades siempre me ha parecido el peor, pero ese, se llevó la palma.
Para empezar, teníamos ética a primera hora (odio esa asignatura, en mi opinión no sirve para nada, pero bueno) dejémonos de tonterías, después de las tres primeras clases mi mejor amiga Nicole y yo fuimos al parque, cómo siempre. Nos sentamos en nuestro banco de siempre y nos quedamos viendo pasar chicos. Cuando estábamos a punto de irnos, delante de nosotras apareció un joven un tanto extraño, vestía todo de negro y llevaba la capucha puesta. No le vi la cara pero por su cuerpo y la caída de hombros me resulto familiar.
Terminamos las clases y me fui a casa a comer. Yo no soy como la típica adolescente que tiene problemas con la comida ni nada de eso, yo como lo que quiero y cuando me apetece. Bueno como iba diciendo, termine de comer y me fui al desván, mi lugar favorito, allí tengo todos los libros leídos y por leer. Me senté en mi sillón al lado de la ventana y saque la nota que tenía en el bolsillo, me la había encontrado después del recreo en mi mesa, lo único que pone es "42 de Down Street, 18:34, no te retrases", no había nombres ni nada y como no tengo un lector de huellas dactilares no sabré quien es hasta que vaya.
Ahora mismo son las 17:50 y aun no sé qué voy a hacer. A lo mejor es una simple broma pero ¿y si es algo importante? Creo que voy a ir, me prepararé una mochila con comida, una navaja por si acaso y una linterna.
Me fui de casa con la excusa de tener que hacer un trabajo con un compañero de clase y mi madre no dijo nada ni preguntó así que salí por la puerta sin hacer mucho ruido. Mi casa está a dos manzanas de Down Street así que no me hizo falta la bici. Había ido más veces a esa calle por lo tanto me fue fácil encontrar el número. Llamé al timbre y contesto una voz muy grave y misteriosa:
-Alice, ya pensé que no vendrías