Capítulo 5

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Cuando llegue a la página 251 ya había amanecido. Me dolían los ojos de estar leyendo bajo la única luz de una antorcha pero había estado entretenida lo que quedaba de noche. Me levante, me sacudí los pantalones por detrás y me estiré porque me había quedado doblada de estar sentada tanto tiempo. Cuando hube acabado decidí empezar a seguir el camino de piedrecitas. Las antorchas estaban apagadas. Me pregunto cómo las encenderán todas las noches.

La primera fila de árboles, en los troncos estaban marcados los símbolos los arboles anteriores, no se describirlos, pero son algo así como engranajes y en medio un símbolo que abajo tiene un circulo y de él sale una línea que sujeta una N minúscula y una C del revés.

Más allá de los primeros arboles sigue el camino. El bosque es denso y está lleno de ramas y hojas caídas, en teoría es invierno así que las ramas están desnudas, ausentes de cualquier resto de flor u hoja que hubiese crecido meses atrás. Los troncos son gruesos y con muchos nudos y agujeros dónde deben de vivir algunos pájaros o ardillas. Las ramas se entrelazan unas con otras formando extraños dibujos. Los arboles parecen más altos ahora que no tienen hojas, y al lado, me siento más bajita de lo que soy normalmente.

Si no recuerdo mal, aún no sabéis como soy así que intentare describirme lo mejor posible.

Me llamo Alice aunque a veces me llaman Al o Ali, tengo este nombre porque mi padre es Londinense y a mi madre le gustó porque significa “verdad” lo que viene muy bien para mi personalidad, no suelo mentir y digo todo lo que pienso a pesar de las charlas que me echan luego. Una vez en clase, el profesor explicó mal una cosa y cómo no, ya estaba yo diciéndole que si no había estudiado en la universidad o qué, porque eso eran básicos que había que saber. Gracias a eso acabé en el despacho del director con mi madre mirándome con una mezcla de enfado y decepción, pero cuando le conté la historia entera juraría que se había reído.

Bueno, tengo 16 años y diréis, que raro, en todos los libros la protagonista tiene entre 15 y 18 años. Lo sé pero ¿qué queréis que le haga? Vivo en Lyon, Francia. Antes vivía en Londres pero a mi padre le destinaron aquí y llevamos ya 9 años.

Físicamente soy normal, pelo negro casi como el azabache, tengo los ojos azules por abajo y verdes azulados por arriba. Tengo bastantes pecas pero no me gustan mucho, me hacen parecer infantil y es la razón por la que la gente se piense que tengo 13 años en vez de 16. Y psicológicamente, como he dicho antes, siempre digo la verdad aunque duela, digo lo que pienso y a veces me arrepiento. Soy borde con la gente que me cae mal, es que no la trago. Soy muy sociable y extrovertida, hablo con todo el mundo aunque casi no le conozca. Soy una paranoica, en cuanto me duele algo ya pienso que es grave y me pongo nerviosa y me preocupo por muchas cosas que no son más que bobadas.

Mi mejor amiga Nicole, ya la he mencionado antes, es todo lo contrario a mí, es una chica muy tímida. La conocí en clase cuando llegue a Lyon, yo era la nueva y nadie quería sentarse conmigo y había un sitio libre a su lado así que me senté allí, empecé a hablarla pero ella no me contestaba y al principio pensé que la caía mal pero en el recreo me di cuenta de que no estaba con nadie y me acerque a ella, la dije que, si no tenía amigos podía ser la mía porque yo tampoco tenía y así nos hicimos mejores amigas. No creáis que somos las frikis que no se juntan a nadie eh, todo el instituto nos conoce y nos juntamos con mucha gente pero ella y yo nunca nos separamos. Es morena pero tirando más a pelirroja y tiene los ojos azules como el mar, es muy guapa aunque ella siempre dice que no. Es un poco más alta que yo pero aún así no me hace falta subir la cabeza para mirarla a los ojos.

Ya sabéis como soy así que ahora entenderéis mejor mi forma de pensar y ser, o eso espero.

En el bosque empecé a tropezarme con absolutamente todo lo que había en el camino, no soy de las que va a muchas excursiones. No veía nada con todas esas ramas entrelazadas así que tenía que conformarme con no chocarme con ellas cuando caminaba. Creo que solo pasó media hora cuando me torcí el tobillo y tuve que sentarme, había cogido un par de hojas secas para hacerme una venda con ellas lo más fuerte que pudiese en cuanto aprete un poco el nudo para ajustarlo, se rompieron las hojas en padazos. Después de un rato ya no me dolía tanto así que me he subido al árbol más alto y con más ramas en las que apoyarse que he encontrado y he subido hasta la copa. Ahora estoy viendo lo que me rodea se me cae el alma a los pies. Todo es bosque, algún claro suelto y un par de elevaciones pero nada más. Nunca pensé que este bosque podía llegar a ser tan grande. A lo lejos, al lado de una de las montañas, veo humo, puede ser un incendio pero en cualquier caso no llegara hasta aquí, ahora en invierno llueve muchas veces, de hecho, ahora mismo está nublado y las nubes son muy grises, más me vale buscarme refugio antes de que se ponga a llover porque si no, me voy a calar hasta los huesos y no tengo más ropa. No hago mucho caso al supuesto incendio porque sé que esta noche estará apagado. Bajo del árbol hasta una rama baja y ancha y me siento allí con las cosas, saco el libro para leer un rato pero me quedo dormida antes de llegar al decimoctavo capítulo. Me despierto por la noche porque me están cayendo gotas, no me da tiempo a recoger todo cuando de repente empieza a caer la tormenta, termino de meter las cosas y bajo corriendo del árbol para refugiarme debajo de unas cuantas ramas. Estoy sentada debajo de un árbol torcido que hace de techo cuando de repente, oigo un aullido.

Una oscura dimensiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora