Toska

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A Sherlock siempre le gustó el olor de los árboles cuando esa fresca brisa le acariciaba el rostro, le daba una sensación de tranquilidad y paz que aceptaba gustoso, solo y únicamente por el hecho de sentirlo en Sussex.

Quién diría que no necesitaría tener una avanzada edad para querer sentarse afuera de la casa, con una manta en las piernas y entrelazar sus dedos mirando cómo las hojas se movían suavemente ante el capricho del viento.

—Entonces, eso es todo— dijo John sentado a su lado

—Supongo, sí—

—De acuerdo—

John parecía tranquilo, sus piernas no se movían, ni tampoco presionaba sus manos en puños. Solo estaba... pensando.

—Sabes que el hecho de querer estar aquí, no significada. No tienes por qué estar tan pensativo—

John suspiró fastidiado — ¿Ni estando en silencio es suficiente para ti? No he dicho ninguna sola palabra, Sherlock—

—Es justo por eso que molesta tanto—

— ¿Entonces qué quieres que haga? —

—Quiero que me trates exactamente como siempre lo haces. Eso no es mucho pedir, John—

Sherlock se removió intranquilo en su silla, al menos discutir con John era parte de la rutina de siempre.

—Intento hacerlo, pero... —John presionó sus labios en una fina línea obligándose a callar

—Pero no puedes— terminó Sherlock —No puedes tratarme igual por el hecho de... —

—Cállate, Sherlock— interrumpió John

John soportó esa penetrante mirada por unos tortuosos segundos.

—Decirlo o no, no cambiará los hechos, John—

— ¿Puedes callarte? Si vas a abrir la boca que sea para algo más interesante, sé que puedes hacerlo—

John estaba enojado, podía verlo en sus ojos.

Sherlock suspiró profundo volviendo su mirada al frente hacia los árboles.

—El afectado debería ser yo, no tú—

— ¿Qué mierda has dicho? —

Ahora era Sherlock era quien soportaba aquella mirada.

— ¿Qué mierda acabas de decir, Sherlock? —

— ¡Por Dios, John, deja de ser tan dramático! ¡El que tiene el maldito tumor soy yo! ¡Y no me estás ayudando mucho estando tan callado y aburrido todo el tiempo! —

John entonces se levantó tirando la silla con fuerza detrás de él, esta chocó con la pared de la casa. Entró furioso directo a su habitación dispuesto a empacar sus pertenencias.

Había pasado las últimas semanas reuniéndose con colegas buscando una segunda opinión, aunque supiera que no habría remedio. Él quiso encontrar algún haz de luz, algo que le diera esperanza para alargar la vida de Sherlock; sin embargo, mientras más lo buscaba, más duro le pegaba la realidad de que Sherlock Holmes estaba muriendo y no había manera de salvarlo.

—John, lo lamento, por favor... —

Escuchó la voz de Sherlock a sus espaldas mientras terminaba de empacar su segunda maleta.

—Si lo que quieres es tener lo mismo de siempre, entonces yo estoy demás aquí—

—Sabes muy bien que no quiero eso—

Toska [Johnlock]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora