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🍼 «Papá en apuros» 🍼

— Sehun, ¿tienes los planos de...?

Fuera lo que fuera que estuviera a punto de decir, la frase quedó suspendida en el aire al adentrarse en el cubículo y descubrir a su compañero inclinado sobre el archivero bajo su escritorio, susurrando una dulce nana como si las carpetas necesitaran ser arrulladas. No se sorprendió al asomarse sobre su hombro y descubrir que lo que le mantenía tan entretenido no era un algo sino un quién.

Envuelta entre sus mantas, la única persona capaz de hacer que Oh perdiera la cordura había ido a quedarse dormida, echa un ovillo en la acolchada sillita de viaje en que su padre le llevaba y con el montón de folios que usualmente llenaban la gaveta ahora tapizando la mesa. Se lo veía adorable y tan en calma, que costaba creer que durmiera tan bien en medio de una ajetreada oficina.

— No entiendo como lo haces — murmuró Chanyeol — Lo he intentado un montón de veces y lo único que consigo es hacerla llorar.

— Será porque tienes el encanto de un nabo — se mofó el otro — Arrullar un bebé no es lo mismo que atontar a mi hermano.

Chanyeol le soltó un zape, no quería arriesgarse a despertar a la niña. Sehun había llegado tarde y en vista de que su hija echaba la siesta bajo su mesa, no tener dónde o con quién dejarla explicaría que un hombre tan puntual apareciera pasada la hora de entrada. «Tampoco dormirá para siempre» pensó, como quien no quiere la cosa, preguntándose que iría a hacer el rubio cuando la pequeña Seulgi volviera en sí.

— ¿Qué planos buscabas? — preguntó Sehun, recordando el motivo por el que su amigo había ido a descubrirlo adormeciendo a su bebé.

— Los de la construcción Kim, el jefe...

—... espera que estén preparados para presentar el proyecto.

Nadie en la oficina disfrutaba cuando al jefe se le daba por merodear entre los cubículos, ni siquiera los chicos y chicas que encontraran atractiva su apariencia de modelo, pues su actitud hosca y el ceño fruncido que decoraban su rostro tenían el poder de ahuyentar hasta al más estirado de los arquitectos que laboraban en el despacho.

El historial de retrasos y las dos amonestaciones que hubiera recibido con anterioridad, esas veces en que lo pillaron llevando a su hija a la oficina, habían conseguido que Sehun encabezara la lista negra de Wu Yi Fan, por lo que tener al hombre en su cubículo (a menos de un metro del huequito dónde escondía a su pequeña) equivalía a colgar su empleo de la cuerda floja.

— T-Todo en orden, señor — aseguró Chanyeol, volviéndose primero y con sumo cuidado, para evitar que el castaño frente a ellos distinguiera la sillita oculta bajo la mesa.

— Mejor que sea así. Kim vendrá esta tarde, así que los quiero a ambos en la sala de juntas a las 2.

No dijo nada más y desapareció del cubículo tal cuál había llegado. Sehun había empezado a hiperventilar cuando Chanyeol se giró hacia él. ¿Por qué, de todos los días posibles, tenía que ser justamente aquel cuando su jefe decidiera mover la presentación de un proyecto de un día a otro?

— Oye, tranquilo — pidió Chanyeol — Faltan dos horas para que Kim llegue y los planos están casi terminados. Prepararé todo en la sala de juntas, mientras tú intentas conseguir una niñera.

— Hyung no puede tenerla hoy.

— ¿Qué hay de Soo-young?

— Tenía que entregar el manuscrito de su novela, no sé si pueda venir a buscarla — murmuró Sehun, todavía a mitad de un ataque de pánico. Chanyeol le tomó del hombro, la sonrisa optimista en su rostro invitándolo a mantener la calma.

Canguros y cangureras || HunHan ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora