Capítulo 27

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TOM

Me revuelvo el cabello una, y otra, y otra vez. Desparramo mis piernas dentro del auto y me muevo, inquieto.

-¿Qué hora es? -le gruño a Ben, mirando por la ventanilla.

-Las 9:45.

-¿A qué hora comienza?

-A las 10. Como le dije hace diez minutos.

-¿Estás jodiendo conmigo, Ben? -lo miro con la mirada más llena de odio que puedo encontrar dentro mío.

-Sí.

-Púdrete -me pongo el palillo de madera entre los dientes y lo mastico mientras vuelvo a mirar por la ventanilla.

-Debería entrar. Que estemos aquí estacionados no es una ayuda para su ansiedad.

-¿Acaso estás loco? ¿Quieres que me siente allí a esperar, con toda esa gente y la prensa y todo eso? -se encoje de hombros, como si lo que hubiese dicho fuera lo más lógico del mundo.

-Es simplemente la presentación de un libro. De su libro. 

-¿Y?

-Usted tiene derecho a ir a la presentación de un libro.

-Ben, deberías dejar de beber durante el día. Mucho más si vas a manejar.

-¿Acaso no quieres volver a hacer una vida más común y corriente? ¿Hacer lo que sientas cuando lo sientas?

Me giro y lo miro. Nunca me habla así.

-Sí -levanto una ceja.

-Entonces debería poder salir de este auto y entrar allí. 

-No puedo -me muerdo el labio y vuelvo a apoyarme en la puerta del auto- Me da más miedo su reacción al verme que los fotógrafos tomando mi imagen allí.

Miro por el vidrio ahumado del auto y pierdo mis ojos en la gente que va y viene por la acera. Viajé hasta New York sólo para verla. Semanas sin ella, sin saber nada, sin tener idea qué es lo que salió mal. Me prometí (y le prometí) que le devolvería la seguridad que alguien le había quitado. La seguridad que estaba dentro de ella, pero que ella no sabía que la tenía. Y le fallé. Ella cumplió con su parte: me devolvió el anonimato que necesitaba, me trajo de vuelta a conectarme con quien yo realmente era. Tomé decisiones gracias a eso. Encaminé mi vida hacia otros rumbos gracias a eso.

Ella me cambió.

Y yo no pude darle la seguridad que necesitaba para quedarse a mi lado y ser feliz.

Mierda.

Le fallé. Que ella se haya ido sin decirme por qué, sin mirar atrás, no es más que la evidencia de que yo no pude darle lo que le prometí. La seguridad de que la amo como nunca nadie amé a nadie antes.

Muevo mi pierna arriba y abajo, nervioso. Mastico el palillo entre mis dientes. Tengo que hacerlo.

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