Y me besa. Sus labios son suaves y gruesos. Nunca vi unos labios así. Mucho menos besé unos labios así. Abro mi boca y nuestras lenguas se encuentran a mitad de camino. La suya me invade y le respondo acariciándola con la mía. Suspiro en su boca y muerdo su labio inferior justo para darme cuenta de que el auto detrás nuestro nos toca insistentemente bocina, avisándonos que el semáforo está en verde.
Me mira con los ojos entrecerrados, serio, como odiando que dé por terminado el beso. Y yo me doy cuenta de que nunca solté el volante. ¿Qué tan mala puedo ser en estas situaciones? Por lo visto, bastante mala.
Nos ponemos en marcha. No se ni siquiera hacia dónde estoy yendo. Sólo se que la sonrisa en mi cara probablemente esté tatuada de por vida.
-Estaciónate aquí -me dice apenas avanzamos unos metros, pasándose ambas manos por la cabeza. Yo no puedo hablar, sólo trato de recordar cómo se maneja un auto porque, en este momento, parece que he perdido toda noción de la realidad. Ni bien detengo el auto junto a la acera, su boca vuelve a asaltar la mía.
Y esta vez suelto el volante.
Aprieto su nuca con ambas manos mientras él me rodea con sus brazos la cintura. El cinturón de seguridad de ambos no está siendo de gran ayuda, pero no importa. Nada importa. Sólo importa que nos besamos desesperadamente. Mientras me besa emite unos leves sonidos, mezcla de quejido y gemido, que me vuelven loca. Este hombre va a matarme y ni siquiera nos vimos desnudos. Oh, por Dios, creo que nunca había deseado besar a nadie con tanta fuerza, ni siquiera a Charly, el primer chico que besé cuando tenía doce años.
Bajo mis manos por su cuello y desprendo el primer botón de su camisa. Acaricio su pecho, poblado de un suave bello, entre algunos colgantes y cadenas que se esconden debajo de la tela. Quiero arrancarle la ropa.
¡Toc, toc, toc!
Unos leves golpes me despiertan poco a poco de mi ensoñación y abro los ojos.
¡¡Toc, toc, toc!!
Si, creo que esos sonidos son en el auto, pienso mientras seguimos besándonos.
¡¡¡TOC, TOC, TOC!!!
Tom abre los ojos como dos platos y mira por encima de mi hombro. Me doy vuelta. Un hombre de seguridad está golpeando el vidrio de mi ventanilla.
Me arreglo como puedo el escote y el tajo de mi vestido, que hasta hace unos segundos estaban invadidos por las manos de Tom, y abro la ventanilla.
-No pueden estacionar aquí -me dice, agachándose mientras apoya una mano en el techo para mirar dentro del auto.
-Lo siento, no lo sabía -le sonrío tranquilamente, sabiendo mis labios rojos por el roce de su barba y la fuerza de su beso. Nada más me importa.
El hombre de seguridad se inclina un poco más y le echa una mirada a Tom... ¡Tom! ¡Carajo! ¡Olvidé por completo quién es! Olvidé que es malditamente conocido, y caigo en cuenta de que una situación así podría ser bastante comprometida para él.
Me giro para mirarlo instantáneamente con el corazón latiéndome a mil kilómetros por hora. Él sonríe tranquilamente y levanta su mano derecha, saludando al oficial, con ese dedo pequeño doblado hacia adentro. Casi no puedo contener las ganas de besarlo en ese mismo momento.
-No se preocupe, señor. Ya nos vamos -le contesto mientras pongo el auto en marcha.
-Lindo auto -me dice, palmeando el techo de chapa.
-Lo sé. Me ayuda a conseguir chicos lindos -le digo y le guiño un ojo. Me mira sorprendido mientras Tom lanza una carcajada estruendosa, y saludo al oficial con la cabeza. El hombre da un par de golpecitos en el techo del auto a modo de despedida, y volvemos al tráfico.
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Lo que somos
Fiksi PenggemarElla está perdida en sí misma. No se siente ella hace ya tiempo, pero a la vez le da terror volver a encontrarse. Él está perdido en todos los demás. No es él mismo hace ya tiempo, y volver a encontrarse es lo que más anhela. Ella tiene algo que él...