Bunnicula~

Favorito

¡Hola! ¿Cuanto tiempo?

No he actualizado en...unos cuantos meses

Voy a serles totalmente sincera: no es que no actualice este libro porque no me guste, no lo hago porque...bueno...simplemente no se me ocurren ideas.

Así que...actualizare solo cuando tenga ideas y me guste como queden.

Espero que les guste~

Chester no tenía la intención de encontrar esa cosa, había sido un completo accidente. Había estado corriendo por su vida de una loca criatura salida de un extraño portal que apareció en medio de la sala, gritando que destruiría a Bunnicula, y en medio de su pánico por esconderse, termino en el sótano, tropezando contra un montón de cosas. Se había sentado y en ese momento, un libro de aspecto viejo pero bien cuidado había caído en su regazo. Lo abrió por pura curiosidad, parpadeando con cierta sorpresa al encontrarse con pinturas, una más antigua que la otra, pudiendo reconocer al vampiro-conejo ahí, parado con su característica sonrisa. El fondo cambaba y su acompañante pero él estaba en todas las imágenes. Enarco una ceja, recorriendo las diferentes pinturas con lentitud. Las criaturas paradas al lado de Bunnicula eran absolutamente sobrenaturales, algunas deformes y algunas realmente de buen aspecto.

-Deben ser viejos amigos...- el pensamiento fue negado al instante que noto que el conejo-vampiro y sus acompañantes estaban tomados de la mano. -...o parejas...- eso último no lo sorprendía. Después de todo, Bunnicula tendría décadas, por no decir siglos de edad, no había duda de que habría tenido muchas parejas en sus años de existencia. Era...algo molesto ver esas fotos pero simplemente sacudió la cabeza, restándole importancia. Termino por suspirar y levantarse de su lugar mientras cerraba lentamente el libro, dejándolo dentro de una caja que tenía al lado. Se dio media vuelta, dispuesto a salir de ahí y acurrucarse en el sofá pero un pequeño cuerpo chocando con algo de fuerza contra su pecho le saco el aire, mandándolo de sentón nuevamente al piso. -¡Bunnicula!- gruño con algo de molestia al verlo aferrado a él, murmurando en su extraño idioma. -¿Qué estás...?- el conejo lo interrumpió, plantando un fuerte y firme beso en su boca. Se separo a los pocos segundos, dejando al felino tieso y sorprendido. Bunnicula, con las orejas transformadas en alas, voló frente a Chester.

-¡Eres mi favorito~!- canturreo con una gran sonrisa, logrando hablar de tal manera que el gato siamés lo entendiera. Chester parpadeo un par de bese, para después soltar un profundo suspiro y rodar los ojos, rascándose la nuca con nerviosismo y moviendo de un lado a otro la cola.

-Conejo raro...- sonrío con afecto, acariciando ligeramente la cabeza ajena y riendo al escucharlo soltar un chillido de felicidad.