1. Hogwarts

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a t h e n a

Me desperté por el grito que pegó mi madre para despertar a Harry, mi hermano. Tal vez sea porque soy una Slytherin, pero a veces siento que mis padres le prestan más atención a Harry. No, no estoy celosa, sólo creo que Harry no merece taanta atención.

Ya con ser el niño que vivó, Harry siempre ha vivido rodeado de personas que, o lo quieren, o lo odian a muerte. Como mi mejor amigo, Draco Malfoy, el cual Harry rechazó en el tren a Hogwarts. Desde ese día, se odian a muerte.

Ahora tengo 12 años y creo que no se nota. Soy muy baja para mi edad, pero eso no me quita lo hermosa (sí, soy un poco arrogante).

Me senté en mi cama y suspiré.

—¡Apura el paso, Athena! —oí la voz de mi madre.

Rodé los ojos y me metí a la ducha. Tardé unos minutos y cuando salí de la ducha, me puse unos jeans negros y un top de color negro también. Sobre todo eso, me puse un chaleco color gris.

Bajé las escaleras con mi baúl y me senté en la mesa de la cocina y empecé a comerme el desayuno. Mi vida suena un poco aburrida, pero ese año, íbamos a entrar a nuestro segundo año en Hogwarts y el tren a Hogwarts salía a las 11:00 de la mañana. Cuando acabé el desayuno, James me dijo que me debía subir al auto. Y así lo hice. A los pocos minutos ya estábamos en la estación de Kings Cross.

Atravesé la "entrada" al mundo mágico, es decir, atravesé la pared para llegar al andén nueve y tres cuartos. Me subí al tren y entré al compartimento en donde estaban Darco, Pansy, Theo y Blaise. En cuanto entré, Pansy saltó y me abrazó con fuerzas.

—Pans..., me ahorcas —susurré.

Pansy se sonrojó y me soltó. Me senté junto a Draco y lo abracé. Draco me devolvió el abrazo. Sentí mi cara arder cuando Draco me susurró que me había extrañado mucho.

Así nos la pasamos riendo y bromeando hasta que llegamos a Hogwarts. Nos subimos a los carruajes y a la media hora ya estábamos en el Gran Comedor. En palabras simples; el discurso fue tedioso. Uno de los más tediosos de todos. La selección fue aburrida y en cuanto pude, corrí a la sala común. Entré a mi habitación (la cual compartía con Pansy y Daphne).

—¡Athena Potter, despierta! —oí el grito de Daphne.

Me senté en mi cama y batí mis pestañas. Aún mareada, me levanté y me fui a duchar. Cuando salí, me puse el uniforme de Slytherin y salí a la sala común. Allí estaban Draco, Theo y Balise esperándonos. Sonreí y los seis caminamos hasta el Gran Comedor. Me acerqué a la mesa de Gryffindor, ganando muchas malas miradas.

—Harry —dije—. Mamá dijo que tú tenías mi libro de defensa contra las artes oscuras.

Harry me miró con los ojos entrecerrados.

—¿Por qué no te vas? —preguntó Granger—. Tu mesa está allá. —señaló con la cabeza la mesa de Slytherin.

Alcé las cejas.

—Cállate, Granger.

—¡Athena! —exclamó Harry indicando el libro que estaba en la mesa con la mano—. Ahí tienes.

Tomé el libro y con una sonrisa hipócrita, me alejé de allí y me senté junto a Draco.

—Odio a Granger.

—¿La sangre sucia? —preguntó Draco, alzando una ceja.

«No... ¿quién más?»

—¿Qué te dijo? —masculló Pansy.

Reí sarcásticamente. Adoraba a Pansy, pero a veces su agresividad era muy graciosa. Pansy me miró mal y cuando pude, fui junto a Draco a la clase de DCAO.



La hija de Poseidón en HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora