II. Búsqueda.

2.3K 354 584
                                    

Receso. La mejor hora del día.

Como todo un sobreviviente, debe de estar primero en las filas para poder obtener su comida, de otra manera el preciado receso no podría cumplir su misión como una buena hora. Y más ahora, que ha llovido y los niños han salido en busca de su alimento para meterse de nuevo a su aula. Suertudos aquellos que sus madres les dejan comida empaquetada.

Ahí está haciendo fila detrás de Denki, su nuevo amigo, quien está tarareando una canción de las más difíciles de todos los tiempos y por haber.

—Si las gotas de lluvia fueran de caramelo, me encantaría estar ahí. —Da pequeños saltitos—. ¡Vamos, Yukito, también canta! —Se da la vuelta y le abraza por los hombros—. Abriendo la boca para saborear ah, ah, ah, ah, ah, ah, ah. —Saca la lengua a lo que nuestro detective se pone rojo. Aquel acercamiento es algo incómodo.

El día de ayer había hablado con ese rubio por primera vez y hoy parecían ser los mejores amigos.

—No estoy para juegos... —Se hace un poco para atrás, pero choca con otro rubio de mirada fiera. Oh, el gran Bakugō Katsuki entra en escena.

—Tonto extra, hazte a un lado si no vas a comprar la comida. —Le apunta con el ceño fruncido—. Tengo cosas importantes qué hacer.

—Bakugō, no deberías empezar una pelea aquí. —La persona que está detrás del nombrado suena nerviosa. Se trata de Eijirō, el futuro esposo de Denki, el ahora mejor amigo de nuestro detective. Lo sabe debido a que no ha parado de hablar de ese niño en toda la mañana.

—Eiji-kun. —Los ojos de Denki se iluminan—. Puedes venir acá conmigo para que no tengas que esperar mucho.

—Sólo vengo a acompañar a Bakugō —contesta sonriente. Shinsō hace una mueca. Ese tonto pelinegro no sabe lo buen partido que es su ahora mejor amigo.

—Kacchan. —Una melena de cabellos verdes oscuros aparece. Ese pecoso es...—. Ya te dije que podemos comer juntos... No me importa compartir mi sándwich. —Hace un puchero.

—Izuku, deja de estar de tonto. —Bakugō rueda los ojos—. Ni tú vas a comer bien ni yo me voy a llenar, come tu sándwich y deja de fastidiarme.

Él era el motivo de su búsqueda. Así que Izuku Midoriya había regresado después de no llegar el día anterior.

—¡E-en ese caso puedes comértelo tú solo! —exclama Izuku con las mejillas rojas—. Yo no tengo hambre.

El pequeño Bakugō se rasca la cabeza, pensando—. Bien, mientras busca un lugar donde podamos comer juntos.

—¡Sí! —exclama el pequeño brócoli con patas corriendo felizmente.

El pelinegro mal partido para su mejor amigo luce confundido—. Creí que ibas a comer con Todoroki para establecer el acuerdo de que los árboles son de nosotros y que lo suyo son las resbaladillas.

—Ese tonto bicolor puede esperar —declara el pequeño Bakugō—. Abran paso, extras, debo comprar algo.

—La fila sigue siendo larga —comenta Denki haciendo un puchero.

Katsuki frunce el ceño con una sonrisa en el rostro—. En ese caso debo usar mis poderes.

"¿Poderes?" —piensa Shinso viendo como el rubio se sale de la fila y se abre paso entre los alumnos. Claro, el niño más temido entre todos, el único que podía producir tanto respeto entre todas las personas del mundo.

Ese sin duda era Katsuki Bakugō.

—Dos barras de chocolate, tengo negocios que terminar —declara Katsuki en frente del mostrador parándose de puntitas. Extiende el dinero y lo deja ahí. Gira un poco la cabeza y toma una paleta de cereza—. Cobre también eso. —La desenvuelve y se la mete a la boca. La despachadora le da las barras, parece contar el cambio. Katsuki niega—. Quédeselo, es lo menos que puedo hacer por un extra.

¡Deku tiene piojos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora