Capítulo 2

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Cuando llegamos a Kings Cross y pasamos por el andén nueve y tres cuartos nos encontramos con el expreso a Hogwarts, un tren de vapor de color rojo que echaba humo sobre un andén abarrotado de magos y brujas con sus hijos.

- Mandaremos una lechuza diaria para que nos cuentes sobre tu año -me avisa mi madre y en casi un susurro me dice- estamos tan orgullosos de ti.

- Lo sé.

- Nos vemos, hija -se despide mi padre y me abro paso para subir al tren. Hay varios compartimentos así que busco uno que esté solo... Y uno en el que no esté Pansy Parkinson o Draco Malfoy dentro.

Al encontrar uno subo mi baúl, y me siento. Suena un silbido y empiezan a cerrarse las puertas del tren, comienza a avanzar, echando humo mientras me asomo por la ventanilla y saludo a mis padres una última vez hasta que el tren llega a una curva y los pierdo de vista.

Anoche lo pensé mucho, pensaba en escaparme a Irlanda realmente, pero ¿Qué solucionare con eso? Nada. Es más, ni siquiera sabría qué hacer, no podría trabajar ni estudiar o me encontraría la policía y me llevarían a una casa hogar o algún auror y me traería de vuelta a casa. Decido quitar todos esos pensamientos de mi cabeza y saco un libro de quidditch. Al poco tiempo llega una señora con un carrito y decido comprar unas grageas, unas ranas de chocolate y tres pasteles en forma de caldero. Abro las ranas y me fijo en los cromos.

- ¡Oh, tengo a Dumbledore! No, espera... Todas tienen a Dumbledore -guardo los cromos y como unas grageas. Así mi colección no va a avanzar, ya tengo más de cien de Dumbledore y casi ninguna de otros.

Empieza a escucharse un poco de alboroto fuera de mi compartimento, me levanto para ver qué pasa y antes de abrir la puerta alguien más la abre por mi y se mete, empujandome un poco.

- ¡Oye! -Alzo la voz un poco molesta y el se gira para verme- ¿Qué rayos pasa contigo?

El se mira y luego dice:

- Uhm, nada realmente -Es pelirrojo, un poco alto y con pecas. Tiene un suéter bordado con una G en el medio.

- Me empujaste al entrar al compartimento.

Abre un poco los ojos y se endereza- perdona pero era cuestión de  meterme en el primer compartimiento que viera o dejar que me pongan una lengua de sapo. Tengo que salvar mi pellejo de alguna forma.

- ¿De quién? -Le pregunto y trato de asomarme afuera, pero él no me deja. Me pide que guarde silencio.

- ¿George? ¿Estás aquí? -Hay alguien fuera del compartimiento- vamos, te vi meterte aquí.

Nos mantenemos callados y él no se aparta de la puerta.

- Veo que no quieres salir -dice algo que no alcanzo a comprender y se escucha algo en la puerta- ¡volveré dentro de un rato, nomas no cierres la puerta!

- Pero si la puerta ya está cerrada... -Lo aparto de enfrente y trato de abrir la puerta- que raro, no abre.

- Déjame intentar -con una enorme sonrisa se acerca a la puerta e intenta abrirla. Claro, en vano, no abre aún. La sonrisa se le borra de la cara y parpadea unas cuantas veces.

Se tienta los bolsillos y rezonga- ¡Esa zanahoria risueña sabía que no traigo mi varita en el bolsillo y trabó la puerta! -Mira a los lados y luego se fija en mi- oye, tienes una varita, ¿No?

No le digo nada, solo me dedico a buscar entre mis cosas mi varita y al encontrarla se la enseño .

- muy bien -se puso detrás de mi y me dio un ligero empujón para que avanzara- ahora, apunta hacia la puerta y di ''alohomora''.

A pesar de no tener ni la menor idea de qué estoy apunto de hacer apunto hacia la puerta y digo firmemente ''alohomora''. Un destello celeste salió de la varita, rebotó contra la puerta y finalmente dio contra la ventana mientras que esta se abría bruscamente. El chico fue a cerrarla y luego se sentó.

- genial, nos encerró aquí -rendido se recostó, poniendo sus largas piernas  sobre el asiento de enfrente, yo me senté en mi asiento. Pasaron unos segundos y pregunto:

- ¿Zanahoria risueña?.

- Si, es mi hermano gemelo; ya sabes, por lo del cabello -señaló su cabello rojizo, tratando de explicarse- yo soy George, George Weasley.

- Soy Louise Harrison -le dije y le ofrecí un pastel en forma de caldero. Ambos empezamos a comer, creo que debería hablar con él, no podemos quedarnos todo el rato sin hablar, sería incómodo- ¿y tú en qué curso vas, George?

- En tercer curso -mordió el pastel y masticaba un pedazo- estoy en Gryffindor; uff... ¡casi nunca puedo comer estos pasteles, gracias!

Pasamos un buen rato platicando, me contó que él y su hermano Fred pasaron todas las vacaciones intentando crear pociones que te hagan tener una lengua de sapo. Fred intentó probarlas con él hace un rato y de esa forma llegó aquí; él estaba sentado, con los pies en la pared y la cabeza apuntando hacia mi, jugaba con un yoyo hecho con una rana de chocolate, tenía un hilo y la rana subía y bajaba.

- creo que pronto tendremos que ponernos el uniforme, ¿quién se cambia primero? -pregunta George aún jugando con la rana.

- ¿qué? ¿aquí? no pienso cambiarme frente a ti -digo sin darle crédito a lo que dice a lo que él responde:

-  oh no, yo más bien pensaba que podías salir por la ventana y cambiarte afuera mientras levitas -responde con sarcasmo- no te voy a ver, ya luego me cambiaré yo.

- tú ni siquiera traes tu uniforme, sabelotodo -le respondo a secas. George mira a los lados y vuelve a rezongar al ver que no tiene ninguna de sus cosas. Se tapa los ojos, yo saco mis cosas y trato de cambiarme lo más rápido posible y vigilando que él no viera. Al terminar me vuelvo a sentar, cuando de repente siento como se detiene el tren. me asomo por la ventana pero no alcanzo a ver mucho. Escucho un golpe seco y al girarme veo la puerta abierta y a un chico idéntico a George.

- vaya, no sabía que hacías aparecer chicas, ¿con qué hechizo se hace? -pregunta Fred apoyado en el marco de la puerta. Genial, simplemente tengo ahora a los dos aquí.

- Ella ya estaba aquí, nos encerraste a ambos, cabeza hueca -le respondió George y Fred no paraba de reír a carcajadas. Le entregó sus cosas y yo me salí con mis cosas para reunirme con los demás afuera.

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