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Uno nunca sabe de qué manera puede reaccionar una persona ante una situación, y menos si no conoces bien a esa persona, ¿Pero quien de verdad llega a conocer completamente a otra persona?, ¡Ni las parejas pueden decir que se conocen al cien por cien!, así era el señor Elí Milán, un hombre ingenioso que siempre vivía calculando y prediciendo su vida; Es normal tratar de estudiar el comportamiento humano con el objetivo de poder entender el porqué de muchas cosas, Milán tenía muchas peculiaridades, más que un hombre, siempre quería ser un ícono para su familia, un ejemplo. Graduado con honores en la universidad del Zulia, obtuvo títulos como licenciado en filosofía e historia, pero lucia gustoso su tercer título como ingeniero en el área de electricidad, muchos honores para un hombre de edad tan joven, le estimo yo no más de 35 años para cuando obtuvo todo aquello, sin embargo su mayor amor era ser comerciante, estudio la filosofía para entender a las personas, e ingeniería para desarrollar su intelecto, era un empresario digno de toda aquella inteligencia y destacaba por su gran forma de interpretar y manipular el sistema a su conveniencia. Pero es un error pensar que todo sigue un patrón o una norma, y más si hablamos de personas, eso fue lo que hundió al señor Milán, jamás debió pensar que siquiera se conocía a él mismo.

Todos lo describían como un tipo amable, hombre de familia y de labor, alto, de más de un metro ochenta y cinco, con buen físico, cabello castaño, ojos grises y las típicas facciones de una persona italiana, el hombre del que hablo vive en la isla de "San Rafael", una isla en el lago de Maracaibo, estado Zulia, en donde hace ya quince años los marabinos tomaron posesión e iniciaron una nueva ciudad.

Desarrollada y bien formada, la isla de San Rafael era un gran lugar para vivir, mayormente poblada por selva y manglares, poseía una pequeña ciudad bastante actualizada tecnológicamente que se dividía en tres distritos, el distrito central, el distrito este y oeste, recorrer por completo aquella ciudad no debía tomarte más de 3 horas, crecía diariamente y la esperanza de vida era bastante alta. El distrito con más lujos era el oeste, pero en general, en aquella ciudad llamada como su isla, San Rafael, en honor al arcángel Rafael, viven muchas personas con gran adquisición económica, tenía hoteles, centros comerciales y nocturnos, centros de educación y servicios públicos, pero, aun así, con tan poco tiempo fundada, no dejaba de ser esa pequeña ciudad en la que todas las familias se conocían.

La clase popular era escasa, ya que aunque la economía del país estuviera muy deteriorada la mayoría prosperaba gracias a una nueva empresa petrolera privada llamada "sueño venezolano", la cual había logrado llegar a un acuerdo legal con el gobierno de entregar el 50% del crudo extraído a cambio de permitirles que el resto fuera para la empresa; lo que el gobierno ignoraba es que en tal isla el petróleo abundaba, y esa mitad tenía a la empresa, a sus empleados y a la ciudad en general bien establecida. La seguridad fue un tema de primera a la hora de fundar la isla, era muy fuerte y hasta el día de hoy, con reputación de incorruptible, en la isla los crímenes eran menores: robos, atracos, estafas, pero muchos eran procesados y penalizados exitosamente, nunca se había llegado a un homicidio y menos a un secuestro.

Se podría decir que era o es el lugar perfecto para vivir, o eso decía el señor Milán, gozaba no solo de estabilidad económica, sino de lujos y de una hermosa familia, su esposa, Ana Sedra de Milán, era una latina hermosa, pequeña de estatura, pero de contextura flaca como toda una señorita, con un físico que los jóvenes vecinos catalogaban de "perfecto y no exagerado"; su hijo mayor de 16 años y dos gemelas de tan solo tres años.

Las familias vecinas a los Milán no envidiaban nada, pues su condición era similar, todos se conocían y era una comunidad muy alegre. Milán y su familia vivían en uno de los barrios más ilustres y elegantes del distrito oeste llamado "la Oliva", donde todos eran buenos amigos y se la llevaban de lo mejor, pero todo esto acabaría, una sociedad que inicia siempre es muy prospera, ¿Qué tanto durara?, la familia Milán tenía ocho años viviendo el sueño perfecto y ocho años son suficientes.

Relato de un asesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora