2.

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La morena miraba impaciente el celular, esperando que sea la hora del encuentro.

°°°

15:30.
Faltaba una hora, pero ella ya estaba lista y caminaba por su habitación dando golpecitos al celular.

15:45.
¿Sólo habían pasado quince minutos? Vamos, se sintieron como unos diez más.

15:50.
Demonios, esto era comparable con el sentimiento de querer irte de la escuela. Una tortura.

16:00.
Ya era la hora de partir. Tomó su cartera y con un caminar exagerado aunque lindo y seguro, partió rumbo al parque. Estaba nerviosa, pero no dejaría que eso se notara. No frente a Lauren.

16:15.
Bueno, tal vez salió un poco antes, pero eso fue culpa de la impaciencia, no de ella. Miraba para todos lados para ver si la mujer, tal vez, quería llegar temprano como ella.

16:30.
Ningún rastro de la mayor. Miró cada esquina, desde la banca en la que estaba sentada y ella no se asomaba por ninguna.

Un auto gris se frenó delante de sus ojos y ella miró extrañada.
De él salió la ojiverde, y su cara cambió a una de felicidad. Vestía unos jeans negros, una remera verde con un estampado del mismo color pero más oscuro y una chaqueta de cuero oscura. Iba casual, pero aún así se veía hermosa.

—Hola, Camila–se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla.

—Hola–respondió tímida.

—¿Hace cuánto llegaste?

—No más de quince minutos–la ojiervede rió–¿Qué tiene de gracioso?

—¿Impaciente por verme, Cabello?–preguntó y la intimidó un poco.

—¡No es eso! Simplemente no me gusta ser impuntual—mintió piadosamente.

—¿Y tenías que llegar quince minutos antes?–cuestionó con arrogancia.

—Eres una idiota. Ya basta–pidió con un tono amable y la mayor soltó una ligera risa.
Si así era por quince minutos, entonces jamás le diría cuánto tiempo la esperó.

Quedaron en un silencio acompañado de el sonido del viento que movía las hojas durante unos segundos, hasta que la chica de tez morena decidió romperlo.

—Me debes algo–la chica dueña de los ojos verdes la miró con una ceja levantada.

—¿Y qué te debo, si se puede saber?–fingió no entender la indirecta.

—Vamos, Lauren. No te hagas la que no sabes.

—Hmmm... ¿Un chicle?

—Nop–decidió seguirle el juego.

—¿Un adelanto de tu serie favorita?

_¡No y que no se te ocurra!–la mayor rió. De todas formas no podría hacerlo, ya que no lo sabía, pero le causaba gracia que Camila no lo recordara.

—Veamos... ¿Dinero?

- ¡Vamos, Lauren! Aunque podrías darme–bromeó y esta vez ambas rieron.

—Está bien... ¿El mejor abrazo de oso de todos?

—Es exactamente eso–sonrió la morena.

—Ponte de pie–pidió amable.

Ambas se pararon y la mayor pasó su brazo derecho por su cintura, rodeándola de esta forma y el de el lado izquierdo lo posó sobre su hombro, llegando a tocar el derecho.

—Créeme que es de mucha ayuda–confesó la cubana.

Se apartaron en dado momento y Lauren puso su mano sobre el hombro de Camila.

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⏰ Última actualización: Sep 06 ⏰

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Pequeña Sumisa || CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora