«45. Camila.

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Los nervios me estaban matando, necesitaba saber si Lauren estaba bien después de nuestro pequeño encuentro en dirección. Miré hacia la puerta que daba a la oficina de la directora mientras mordía mis uñas con nerviosismo.

De pronto divisé el cuerpo de Lauren abandonando aquella oficina con una posible expulsión y tragué con dificultad. —Hey. —Saludó sin mucho ánimo. —¿Estás bien? ¿Te hizo daño el profesor?

Negué rotundamente y la abracé mientras contenía las lágrimas. —Lo siento, no debí…

—Oye. —Me hizo mirarla a los ojos y me sonrió con tantas ganas que quise comerla a besos ahí mismo. —Estoy bien, no pasó nada, pero tengo malas noticias.

—Te expulsaron, ¿verdad? —Pregunté temerosa y mi labio comenzó a temblar. Iba a perder a Lauren. —Todo esto es mi culpa, debí controlar mis…

Y sin dejarme terminar, la ojiverde impactó sus labios con los míos mientras me acorralaba lentamente contra el casillero. Nuestros labios se separaron, pero ambas quedamos más unidas que nunca.

Y en medio de un abrazo, me quedé en su pecho para escuchar lo que tenía que decir. —No me expulsaron. —Solté todo el aire que tenía acumulado ante su confesión. —Digamos que… Ahora debo pasar dos horas extra contigo de lunes a sábado.

Me alejé para mirarla sin entender hasta que el papel estuvo en mis manos. —¿Detención? —La miré impresionada. —¡¿Estás loca?! —Grité asustada. —¿Sabes lo que esto les hará a mis notas?

—Nada, porque la directora no piensa mencionarlo. —Me dio un beso tierno en la frente y sonrió.

—¿Estaremos juntas? —Pregunté con curiosidad.

—Muy juntas. —La mirada de picardía con la que Lauren me miraba, me hacía pensar en que sería divertido.

—¿Qué le diré a mis padres? —Mascullé con nervios. No era buena dando excusas.

—Diles que tienes… Una clase extracurricular. —Comenzó a reír. —Sobre anatomía avanzada. —Contestó y como el fuego, mis mejillas comenzaron a arder en un tono rojizo.

—Te pasas. —Golpeé su hombro levemente. —¿Cómo es que salimos ilesas de esto?

—Digamos que ser sobrina de la directora tiene sus ventajas. —Me aclaró y yo la miré impresionada. —Pero ese es otro tema, ahora tenemos que hablar de algo muy importante.

—¿Y eso es? —Comencé a caminar a su lado mientras nos dirigíamos a las afueras del lugar.

—¿Qué somos? —Preguntó y yo me detuve en seco. Oh, oh.

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