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—¡Karla Camila Cabello Estrabao! —Grité con fuerza mientras golpeaba la puerta con fuerza. Estaba encerrada en el armario del conserje y no sólo me iba a perder mis clases, sino que me iban a castigar más. —Mierda. —Gruñí.

No podía creer que estaba encerrada en esta pequeña habitación sin salida, no tenía ni idea de cuándo volvería el conserje y con lo grande que era la institución podría tardar todo el día. Ugh, me la iba a cobrar luego. Miré la habitación de menos de dos metros en busca de una salida, un ducto de ventilación y sólo pude encontrar una rejilla sobre uno de los estantes.

—¿No podía estar más alta? —Me quejé y subí uno de los pies a uno de los tramos para poder impulsarme hasta alcanzarlo. Poco a poco escalé el estante y sentí como si todo comenzara a temblar. —Oh no… —Dije asustada y noté que no había un temblor, el estante de venía abajo. —¡Mierda! —Grité mientras el estante caía directo hacia la puerta conmigo de espalda. Cerré los ojos con fuerza y sólo sentí el piso atrapar mi caída con dolor.

Perdí todo mi aire con el impacto y traté de recuperarlo mientras abría los ojos para encontrarme con la curiosa vista de un conserje enojado. Tomé una bocanada de aire y sonreí como pude, el hombre me tendió la mano y logré ponerme de pie con dolor. —¿Señorita Jauregui? —Preguntó cruzado de brazos.

—Lo siento… Puedo explicarlo. —Mencioné incómoda y casi rogando porque no me metiera en más problemas.

—Mejor me lo explica a mi. —Respondieron a mis espaldas, me giré como pude y observé a una directora enojada mientras cruzaba los brazos. —A mi oficina, ahora.

Caminé detrás de ella con molestia y entré a su oficina antes de tomar asiento. —Yo… Antes de que me digas algo, no fue mi culpa.

—Habla. —Murmuró tomando asiento frente a mí.

—Vamos a… —Camila me besaba con necesidad mientras nuestros cuerpos se empujaban hacia una de las puertas en el pasillo. —Hacerlo. —Abrí la puerta con rapidez y me dejé meter mientras la castaña jugaba con mi lengua en su boca. La tomé con fuerza por el trasero y comencé a morder el labio inferior pero la castaña me quitó las manos de mi trasero. —Esperq, cierra los ojos.

—Está… ¿bien? —Dije con inseguridad y cerré los ojos apoyada del estante. —Camz, vamos a hacer algo o… —Abrí los ojos ante la risa inminente de Camila y la castaña me miró sonriente afuera de la pequeña habitación. —¿Qué haces?

—Esto te enseñará a no darme celos, Jauregui. —Me aclaró cerrando la puerta con seguro. Corrí para detenerla pero era muy tarde. —Ya no podrás asistir a esa cita con Lucy.

—¡Cabello, abre la puerta! —Grité enojada tratando de abrir la puerta pero la castaña sólo reía. —¿Camila? No te vayas.

—¿Qué pasa, Lern? ¿No te gusta perder el control? —Preguntó con picardía. —Porque a mí me gusta tomarlo cuando quiero. —Podía escucharla reír con tanta picardía que me tentaba a tumbar la puerta.

—Te voy a castigar cuando salga. —Dije enojada y la castaña se acercó un poco más a la puerta, del lado contrario al mío.

—Me encantará recibirlo. —Me lanzó un beso sonoro. —Mira la hora, ya es tarde. Nos vemos a la hora de la detención.

Volví a la realidad y miré a la directora que me observaba atenta. —Fue una broma pesada. —Le aclaré rodando los ojos y bufé. Camila iba a tener problemas luego.

—¿Quién fue? —Preguntó y yo no respondí. —Lauren, ¿quién fue?

—Eso no importa, sólo no fue culpa mía. —Dije con un gesto de dolor. Mentira, había sido mi culpa por dejarle en claro a Camila que no quería nada serio y coquetear con Lucy. Suspiré con cansancio. —¿Ya me puedo ir? —Pregunté.

—¿Estabas haciendo algo indebido? —Preguntó curiosa y yo negué recordando cómo casi desnudo a Camila, mis mejillas tomaron un leve color rojo pero supe disimular a tiempo. —¿Sexo?

—No. —Respondí.

—¿Alcohol? —Elevó la ceja.

—Definitivamente, no.

—¿Drogas o algo ilegal? —Se cruzó de brazos. —Lauren, si estabas haciendo algo...

—¡No! No, no y no. No estaba haciendo nada malo, fue una broma. —Dije enojada y ella asintió.

—Ve a la enfermería a que te revisen. —Me aclaró y anotó algo en un papel. —Tendrás otros dos días de detención y no, no serán con Camila. —Me miró de mala gana y me tendió el papel. —No le diré a Clara pero no quiero volver a verte en problemas.

—Bien. —Me levanté con la poca fuerza que me quedaba y bufé malhumorada. Salí de la oficina y caminé hasta la clase de Camila. Desde la puerta podía observar a la castaña concentrada en escribir, sonreí con picardía y seguí caminando hasta mi otra clase, me voy a vengar.

Caminé hacia la alarma de incendio y la active antes de esconderme, los alumnos comenzaron a salir del salón donde estaba Camila y yo sonreí cuando la castaña salió preocupada del salón. La tomé del brazo y salí de la institución con rapidez. —¿Lauren? ¿Cómo…? ¿A dónde vamos?

—El conserje abrió la puerta. —Sonreí con picardía. —Vamos a un lugar privado, te voy a castigar.

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