Capítulo 2

8 1 0
                                    


Reflexiones a la distancia

He despertado de un sueño donde se configuraban memorias de nuestro pasado. ¿Lo recuerdas Miriam? La fortuita forma en que nos conocimos. Aquel día, si me hubieran dicho todo lo que viviríamos luego, jamás lo hubiese creído.

Nuestros mundos después de todo eran bastante diferentes. La apariencia que tenemos, la forma de hablar, los sitios de donde proveníamos. Cuando más pienso en las posibilidades que teníamos para conocernos, más siento que únicamente en Lima, con su caótica diversidad, es que podría haber comenzado nuestra historia. Somos diferentes, y me gusta en cierto sentido esa diferencia, mas siempre he creído que son mucho más importantes las cosas que nos unen. Los puntos de vista, la naturaleza de nuestros sueños y los planes que hemos hecho para nuestra vida que ojalá podamos ver cumplidos.

A veces todavía imagino cuán diferente hubiera sido el recorrido si no me hubiese opuesto a la decisión de mi madre de que me quedase a su lado para tenerme "vigilado". Sé que no era la persona más ejemplar pero ¿qué puede pasar por la cabeza de las madres para ser tan controladoras a veces? Es gracioso que hoy en día te lleves mejor con ella de lo que yo me he llevado alguna vez. Incluso no puedo evitar, cuando las veo cuchicheando en voz baja, el deseo de saber qué es lo que se dicen.

Por supuesto, mi propio egocentrismo hace que piense que están hablando de mí la mayoría de las veces.

Y sé que hemos hablado muchas veces de este tema, de los años de aquella "época dorada" pero me sorprende que todavía tenga (o aparezcan) más y más preguntas. No faltan más que unos cuantos días para vernos nuevamente (estoy llevando la cuenta en el calendario) y sé que arrugarás la nariz y dirás que mi curiosidad es infinita, pero que puedo decirte, no sería yo si no fuera de ese modo.

Además, te conozco lo suficiente para saber que eso te enamora (y aquí puedo asegurarte que el eco de la voz de Lilian diciendo lo incompresible que eso le resulta, resuena en mi mente como si la tuviera susurrando a mi costado cada palabra).

La ciudad en estos días está más lluviosa y calurosa que el mes pasado. Eso ha dificultado muchas de mis actividades, y me ha tocado quedarme más de una vez en el hotel sin mucho que hacer (y entonces me he enganchado a documentales de Netflix uno tras otro), pero al menos eso ha ayudado a trabar amistad con la recepcionista, una muchacha bastante guapa.

Sí, me ha coqueteado más de una vez. Sí, ya le dije que soy casado (no pareció importarle).

Igual sabes cómo son esas cosas. Le ando poniendo el pestillo a la puerta todas las noches, porque, volviendo al pasado, no olvido que fuiste tú la que me enseñaste lo importante que es hacerlo para evitar inesperadas visitas nocturnas.

(Ya estoy viendo tu cara de enojo a la distancia por recordártelo, pero querida, aceptemos ambos que sin esa audacia no estaríamos juntos hoy en día).

Esta mañana, luego del desayuno confirmé con la recepcionista que me hospedaré aquí en mi próxima visita. Como me acompañarás, podré presentarles a ambas. Estoy seguro que así se desanimará más rápido que con todas las palabras que pueda decirle ahora mismo.

¿Cómo te estará yendo a ti? No me ayuda eso de tener que esperar tanto por una respuesta tuya, pero bueno, es la vida que elegimos llevar.

Estoy contando los días...

La historia de una promesaWhere stories live. Discover now