Por ti

918 168 60
                                    

—¡DETÉNGASE! - Grito con fuerza. —¡PAREN TODO! - Vuelvo a reclamar, colérico. - 

         Me abro paso entre la gente chismosa,  todos me miran escandalizados, pues, en pueblo pequeño, y siendo candidato a gobernación, soy conocido, tanto yo, como mi relación con mi pequeño Can.  Que ahora, tiene una cuerda atada a su cuello. Una que seguro le dejará una marca a su piel de porcelana. 

—¡Le fue infiel! - Grita una mujer a lo lejos. -

        Sin prestarle atención, llego a escenario, el guardia, encargado de la ejecución me mira, sin saber como actuar. 

—¡Bájenlo! - Ordeno. - 

—Señor Medthanan... No podemos hacer eso. - Replica. - 

—¡Oh! ¡Sí que pueden!  - Rodeo el escenario, subiendo a él. —¡Él no es culpable de nada!

—¡¿Cómo que de nada?! - El público empieza a abuchear, y a gritar más cosas incompresibles. - 

—¡Suéltenlo! ¡Yo tomaré su lugar! Pero dejenlo vivir. A él y a mi hijo.  - Grito, mirando a mi amor, quien ahora llora, no como cuando llegué, que sonreía. - 

—T-Tin. - Gesticula suave, la cuerda lo está lastimando. —No e-es nece-necesario... Yo...

         Todo queda en silencio, mirándome incrédulos. Nadie se sacrifica por nadie. Pero yo, amigos míos. Estoy completa e irremediablemente enamorado de esta persona, a quien, injustamente, quieren acabarle le vida. 

—¡Es un inmoral! Merece morir. - Exclama una señora, tapándole los oídos a su hija. - 

—Tú nada, Can. - Le corto, ignorando a la muchedumbre. —¿Recuerdas cuando te prometí, qué haría todo por ti? Que viviría por ti, que mataría por ti, y que... moriría por ti. - Intento acercarme. —En el pueblo vecino, me enteré de tu embarazo, de que estabas condenado, ese mismo día emprendí mi regreso. No podía permitirlo. - Explico acelerado, siendo tomado de los brazos por los guardias. —¡Sueltenlo! ¡Yo tomaré su castigo! 

—No podemos hacer eso, señor. - Vuelve a negar. - 

—¡No permitiré que maten a mi hijo! ¡Yo moriré en su lugar! Pero déjenlo vivir. 

        Lucho contra tres hombres, buscando que me suelten y que lo suelten, es más doloroso verlo a él así, que la mismísima muerte. Tiro de lado a lado, sin mucho éxito, son demasiados contra mí solo. 

—Estoy a favor. - Una voz fuerte se hace presente. —Suelten a Kirakorn. - Demanda el actual gobernador y mi rival. —Pero cambiaremos el castigo. - Sonríe tétrico. Y yo estoy dispuesto a aceptar lo que sea. -

         En cuestión de segundos, mi pequeño es liberado, y a mí me sueltan también. Permitiéndome acercarme. Y sin dudarlo, lo tomo en brazos, dándole un beso sabor a despedida, frente a todos, sin importarme nada. Total, ya mi destino está firmado.

—Tin... N-no lo hag-as. No podría vivi-ir sin ti. - Lloriquea, reposando su cabeza en mi pecho. - 

—Estarás bien, amor. Los cuidaré. Te amo. - Logro decir antes de que lo separen de mí. - 

—¡Bien! - Aplaude el gobernador. —Luego de la típica demostración de amor. - Ríe. —¿Qué pide el pueblo para él? 

—¡Flagelación! - Gritan varios hombres. - 

—¡Me gusta como piensan! - Vuelve a reír. —¡Ejecuten! ¡Los latigazos que sean necesarios!

        Soy despojado de mi camisa, con brutalidad, con algunos golpes aquí y allá, para ser amarrado con las manos al frente en un palo. 

Moriría por ti - TinCan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora