Capítulo 58: ¿Me cuentas un cuento?

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—¡Laura Cooper! —grité con todas mis fuerzas y la rubia se echó a correr. Qué tramposa, pero era lo que necesitaba para llevar a cabo mi plan.

Mi teléfono comenzó a sonar y contesté a la velocidad del rayo.

—El objetivo acaba de pasar por el punto B, repito, por el punto B —dijo Jake del otro lado con una voz ridículamente grave.

—Entendido. Comunícale al 2-29C que el objetivo se acerca.

—Copiado.

Los pasillos estaban solos, así que desenvolví mi papel de espía con mucha facilidad. Me erguí y comencé a caminar pegada a la pared hasta llegar al extremo de uno de los pasillos. Antes de doblar la esquina, asomé la cabeza sólo para ver a Jake darme la señal. Con sus dedos me indicó que siguiera, y yo me pasé hecha bolita hacia el otro lado del pasillo, entonces, Laura apareció de nuevo, tal y como se suponía. Salí de mi escondite y la sorprendí.

—¡Te tengo!

—¡Joder, déjame en paz, maldita loca! —y Laura corrió por su vida, de nuevo.

Llamé a Jake sintiéndome más espía que Mata Hari y corrí tras la rubia.

—Llama al 2-29C y dile que el objetivo se acerca —doblé una esquina tras Laura, pero era imposible seguirle el paso. Mi corazón latía con fuerza y ya necesitaba agua, además el teléfono se me escurría de entre los dedos mientras corría.

Laura corrió con fuerza hasta salir al campus y fue allí donde dejé de correr. Un intrépido Robert salió de entre los arbustos e interceptó a Laura por detrás sin que lo notara. Comencé a trotar hacia ellos, inhalando y exhalando como un puerquito con asma.

—Bien hecho, 2-29C —le di mis cinco a Robert, nuestro tercer cómplice. Saqué el celular y llamé a nuestro segundo cómplice.

—Nuestro objetivo ha sido localizado, repito, localizado.

Laura nos miró como si estuviéramos locos, también respiraba hondo y estaba agitada, tanto como para pasar por alto que Robert se estaba aprovechando de la situación.

—¿Pero qué demonios? —exclamó bofeada.

—Éste era el único modo de capturarte sin que te negaras.

—Sí, muy a lo búsqueda implacable —escupió sarcásticamente —. Ya suéltame.

—¡No hasta que aceptes el vestido de vuelta! —le grité.

—¡Y ya te dije que no lo voy a aceptar! —me gritó en respuesta.

Las puertas del edificio se abrieron y Jake apareció con la caja blanca del vestido entre sus manos. Cuando le conté sobre el plan dijo que se vestiría todo de negro y se pintaría unas franjas negras en la cara, cosa que en verdad hizo.

—Tengo el paquete, repito, el paquete —anunció cuando llegó a nuestro lado señalando la caja.

—Ya deja de hablar así, no es necesario —le susurré.

—Pero es cool —dijo.

Todos, menos él, rodamos los ojos.

—Vas a tomar el vestido y olvidaremos esto —dije volviéndome a Laura de nuevo —. No puedo aceptarlo, en verdad no, es demasiado para mí. Simplemente... no puedo.

Una chispa de nostalgia brilló en los ojos de Laura, pero luego fue reemplazada por la furia misma.

—No tomaré nada —rugió —. ¿Tan difícil te es aceptar algo que te fue dado de corazón?

Cielo gris (final) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora