Y sin decir más, Ashton se alejó por los largos y para nada angostros pasillos. Me ví en la obligación de suspirar, y aunque él ya no estuviera cerca de mí cuerpo, el pulso correspondiente al momento no parecía bajar ni mucho menos relajarse en un largo tiempo.
Ashton era una persona rencorosa, y todos lo sabían perfectamente; Su familia había desaparecido de su lado por el mismo cruel hecho, aquel tipo no demostraba aunque sea una minúscula muestra de amor o precio luego del gigantesco problema y alboroto que se desató al descubrir qué su madre cómo su padre se engañaban mutuamente, era completamente comprendible, cualquiera reaccionaria de ésa manera, pero el problema era su verdadera reacción al descubrirlo...
Los quería matar. Me lo había mencionado aquella misma noche, entre esos días en los qué pasábamos horas y horas juntos, pero claramente, aquellas se acabaron, y no había rastros de ellas hasta el momento de qué fuera lo contrario.
Él me odiaba, y contra mí voluntad, también comenzaba a hacerlo.
Las horas en clases se hicieron largas, pero afrotunadamente, ningún rastro de Ashton se hizo precente en lo qué restaba, y en éste momento, a cinco minutos de qué el timbre retumbará a lo largo de todos los pasillos y cada rincón de la secundaria, una pequeña pelotita de papel golpeo mí cabeza, haciendome reaccionar y dirigir mí mirada hacía los asientos de atrás.
Era él, sin duda alguna. Desvié la mirada antes de qué ésta se volviera más potente entre nosotros, mientras recaudaba aquel trozo de papel entre mis manos temblorosas, pude sentir su risa insesable, para nada amigable.
"Espero qué estés preparada para la siguiente catástrofe, Querida Dan."
Mí mente dio una vuelta; si seguía así, de seguro vomitaría.
Mi miraba se encontraba perdida, sentía temor, sabía que a pesar de que Ashton en sus tiempos fue alguien increíble, aquel sujeto ya no estaba en su cuerpo, y me dañaba, me dañaba saber que el no tendría piedad frente a mi, a pesar de haber pertenecido a su vida hace unos años.
Salir de aquel trance no se me hizo nada fácil, pero para cuando ya lo había logrado, a mi alrededor solo se encontraba el Profesor Owen mirándome, moviendo los labios...
Un momento, ¡Me estaba hablando!
- Lo siento, Profesor, ¿Pero podría repetir lo que me estaba mencionando?
Él me miro mal, como si de una falta de respeto se tratase; bueno, quizás lo sea.
- Me preguntaba: ¿La señorita Miller tendrá alguna razón para no largarce de una buena vez? - Owen fruncía el ceño cada vez que las palabras fluían de su boca, haciendo que el terror de una u otra manera crecía en mí.
Basta de tener miedo, Dan, ya es demasiado por hoy.
- Ouh, claro que no existe razon alguna, Profesor Owen, de hecho estaba a punto de retirarme - Éste se quedo mirando como recogía toda pertenecía, hasta que prácticamente corrí hacia la salida perdiéndolo de vista.
Aquel viejo tacaño no se merecía un adiós, un unicornio lo merecía, claro que si.
Esta bien, creo que le tendré que pedir a mi madre un calmante, ya estoy delirando.
Caminaba por las calles hasta mi hogar mientras disfrutaba del clíma, el viento hacia que mi cabello me tapara todo el rostro, y la estúpida falda que mi madre me había hecho usar hoy hacia que se vieran prendas que nunca nadie había visto.
De seguro me veía más sexy montada arriba de una cabra, si, una virgen y desmostrativa enana de 1,50 arriba de una cabra.
Corría mi cabello por séptima vez de mi rostro cuando tropecé con alguien.