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Sanar y Hablar


Los días fueron pasando. Las semanas también. Y cuando menos me di cuenta tres meses más, se fueron volando.

Recuperaste tu espíritu lentamente. Poco a poco. Paso a paso.

Y me hace muy felíz ser quien, con pequeños detalles, ha sanado tu corazón. O al menos una parte de él.

Sí bien mis presentes son anónimos, la intención con la que están hechos es mucho más profunda. Y me encanta verte con una sonrisa tímida pintando tus dulces labios, cuando recibes mis detalles, aúnque no sepas que soy yo quien te los envía.

"¡Oh, musa! Mi bella musa. La pequeña gran obra de arte que eres, maravillaría a cualquiera. Pero yo, tu fiel admirador, me arrodillo ante ti. Porque tu esencia es única en este mundo, y no hay nada más que quiera hacer que alabar tu fuerza y contemplarte en la lejanía. Y esperar, cuando el tiempo diga, ser digno de tu amor divino"

Así que, sí. Lo afirmo yo mismo y mis cuadernos, que son el verdadero reflejo de mis actos. Mis manos se han dejado llevar y, junto a mi elocuente labia, han escrito tantas palabras en verso sobre ti.

"Mi rubio de ojos profundos, que vigoroso te levantas de la inminente caída, con paciencia seguiste adelante y un nuevo renacer se dio en ti.
Mi hermoso ángel, que con la piel de porcelana y los labios encantadoramente rojos, me seduces a tal punto que mi mente gira entorno tuyo. Porque eres mi señor, el Dios de mi mundo y sé que nada más me faltará. Sólo necesito tenerte para sentirme bien. Sólo existes tú, mi musa. Nada más"

Entonces, después de todos estos meses, en los que me veía en una montaña rusa de emociones, el destino se dignó a darme un golpe de gracia.

Nos vimos, en una mañana que, por más que piense y piense, no le hallo las palabras para describirla. Fue impactante, sorprendente... Fue sencillamente increíble y casi impensable que sucediera.

Tú me observaste desde la otra vereda, justo en la puerta de entrada a tu edificio. Yo, parado del otro lado, frente a ti. Y vi algo en tu mirada, alguna especie de determinación.

Y en un segundo, tan absorto en mis pensamientos y admirando tu singular belleza que no me di cuenta, cruzaste la calle y te paraste frente a mi. Nuestros rostros se enfrentaron, sentí tus ojos zambulléndose en lo profundo de mi alma, y observe tus labios moviéndose suavemente...

Me hablaste. Por primera vez en mucho tiempo, me hablaste. Y nunca fui más feliz que en ese momento.

Luego de eso, no paraste de hablarme. Cada vez que nos encontramos me hablas, aunque sean por unos pocos minutos, y eso me alegra tanto, que lo que resta de mi día me la paso con una enorme sonrisa.

Y sé que tu también estas igual que yo. Porque lo vi. Un día en el que el atardecer caía sobre la cuidad y el paisaje se bañaba entre tonos rojizos, anaranjados, rosados y tenues azules. Retomaste el cuadro. Ese cuadro en el que me veo reflejado tras tus trazos. Mi corazón se llenó de regocijo, palpitante de amor por ti.

"Si, mi musa. Eres un ángel caído del cielo y una auténtica e invaluable obra de arte"

Un Balcón - StonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora