ENCUENTRO CASUAL

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ENCUENTRO CASUAL

Tan sólo de pensar que me vería con él, me ponía húmeda. Mis bragas ya estaban mojadas, cada roce de mis piernas al caminar, me mojaban aún más.
Tenía nervios, sentía un frío recorrer mi cuerpo, ese que me ponía la piel eriza y los p3zon3s er3ctos, me sentía excitada, estaba ansiosa porque se llegara la hora para encontrarnos.
Me causaba mucha risa que una persona arrogante como él pudiera hacerme sentir de esa forma,
y me causaba aún más gracia que ni siquiera fuera de mi tipo; pero ese tipo me atraía más que cualquier otra persona.

Mientras caminaba a nuestro encuentro, en mi rostro se dibujaba una sonrisa traviesa.
Ahora que recuerdo, las personas me veían, no sé sí por lo estúpida que me veía al caminar con una sonrisa de oreja a oreja o quizá porque notaban mis nervios.

Y ahí estaba él, de pie esperándome...
Apuesto todo a que me reconoció a muchos metros de distancia, porqué yo desde lejos noté que él no apartaba la mirada en mí. Era como si no mirase a nadie más, sólo a mí.

Por fin nos encontrábamos frente a frente, tantos días hablando en la distancia, no podía creer que de verdad nos estuviéramos viendo en persona.
Nos saludamos, un beso en la mejilla y un fuerte abrazo, me pareció de lo mas lindo, (bajé mis expectativas de lo que pudiera pasar).
Tomamos un café entre una charla y risas, era como si nos conociéramos desde hacía  mucho tiempo o de otras vidas tal vez... (soy fiel creyente de otras vidas antes que esta).
Mis ganas de follar a un extraño se fueron apaciguando lentamente, pues vi a una persona que pudiese ser un amigo más que una aventura pasajera.

Lo invité a mi casa y él accedió.
Seguimos la plática entre broma y broma; me contó sobre su trabajo, sobre sus dos pasiones, su familia, sus metas y sueños. Cada vez me interesaba más, yo sólo observaba en silencio, me encantaba  su voz pero quería callarlo con un beso.
—¡Tranquila Sofía, eso no va a pasar!—. Me dije mentalmente.
—Tony, me esperas un momento iré al baño—. Él asintió, me levanté del sofá, subí las escaleras mientras el me observaba, obviamente no entraría al baño que estaba cerca de él.

Llegando al baño me miré en el espejo, eché agua en mi rostro y en el cuello, tenía que controlarme pues no quería espantarlo. Escuche unas pisadas que subían las escalera y salí del baño rápidamente.
—¿Estás bien?, ¿se te ofrece algo, si quieres te muestro la casa?—. Él no apartaba su mirada y cada vez se acercaba más sin decir nada. Con cada pasó que él daba hacía mí, yo retrocedía más, hasta que topé con la pared.
Comenzó a besarme...
Al principio me rehusé un poco, pero sólo porque de verdad me tomó por sorpresa, pero al sentir sus suaves labios, le correspondí. Besaba tan rico.

Comenzó a besar mi cuello, mientras sus manos subían a mis pêchøs; bajó el cierre de mi vestido para sacar mis senøs... detuvo el beso para deleitarse con mis senøs desnudos. Llevó sus labios a mi p3zon3s y comenzó chupar. Era tan delicioso sentir su lengua en ellos que inconscientemente subí una de mis piernas alrededor de su cadera, sin despegar sus labios; una de sus manos bajó y levantó mi vestido para acariciar mi trªsero. Ya no pude contenerme tomé su rostro entre mis manos y lo besé apasionadamente; lentamente lo guíe hasta la habitación e hice que cayera en la cama (desapareció la niña buena)

Me senté encima de él, me despojé de mi ropa, él hizo lo mismo. No sentí pena alguna ni tuve pudor. El tocó mi  sexø como nunca nadie me había tocado, me estremecí y sintió toda mi humedad en sus dedos.
No llevábamos prisas pero necesitaba sentirlo dentro de mí y así fue. Lo monte y mis caderas comenzaron a moverse rítmicamente. Sus gestos me volvían loca, sabía que le gustaba, y a mí me gustaba como lo estaba haciendo.  Cambiamos de posición le di la espalda, pero volteaba a verlo en cada embestida que él me daba, sin decirle lo que me gustaba o que no, (parecía que conociera cada rincón de mi cuerpo), me hizo venirme un par de veces, tanto que yo misma me sorprendí.

Nos convertimos en piel, en caricias, en miradas, en besos, en respiraciones entrecortadas, en una que otra risita que se nos escapaba, nos fundimos en uno.... Y así él se vino dentro de mí. Sentí como vertía todo su s3men caliente en mi interior y no me molestó; era como si nos hubiéramos conocido desde hace mucho tiempo, terminamos recostados uno al lado del otro, esperando a que nuestras palpitaciones disminuyeran, acariciaba mi espalda, la llenaba de besos y yo, yo no podía apartar la mirada en él.
Tenía que irse y si no fuera porque yo tenía que volver a mi realidad le hubiera pedido  que se quedara otro ratito más... Así es como nos despedimos con la promesa de volvernos a encontrar.

Despecho y AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora