-Te estás equivocando. -dijo mi paciencia, con la boca llena de razón.
-¿Qué mas da? Ella sabía en que se metía. -mencioné mientras levantaba el teléfono. He hecho las cosas mal estos últimos años, un error más no hace la diferencia.
-Ya han pasado muchas cosas, no puedes echarlo a perder porque sí. -se acercó evitando que marcara el número.
-¿Entonces por qué no me ha buscado? -dramaticé. Sabes que no sé estar solo y por fortuna o desgracia nunca he podido estarlo. -quité su brazo para marcar el número.
-Es un error. -susurró cerca del teléfono.
-No lo sabremos hasta que lo cometa. -le dije de frente, esperando a que la llamada entrara.
-¿Hola? -se escuchó decir por el teléfono.
-Hey, pensaba si podíamos salir hoy en la noche a cenar, hace tiempo que no salimos. -le decía a mi plan B mientras, la paciencia perdía la esperanza en mí. ¿Sí?, maravilloso, a las 9:40p.m. será, adiós. -colgué el teléfono.
La paciencia se marchó. Ya estaba harta de esperar a que cambiara.
Apenas parpadeé un poco y la noche ya había caído, tenía que prepararme.-¿Sí irás? -me cuestionó con su mirada para hacerme sentir mal.
La cual ya no funcionaba, pues, para quien se equivoca, el remordimiento, era tener todas las respuestas incorrectas, pero no por desconocerlas, sino por conocer la correcta y fallar a propósito.
-Ya quedé con ella, no perderé el tiempo esperando algo que no va a venir. -mencioné molesto de la vida.
-Ó algo que espera que la busques. -dijo mientras me hacia entrar en razón.
Y la tenía. Tenía la razón, yo lo sabía, pero me hacia tonto. ¿Por qué? No lo sé.
Salí del departamento y me dirigí a donde el error creí que se encontraba.
Llegué, ya estaba ella ahí, creyendo que sería la equivocación perfecta, y no me equivocaba, era perfecta. Solo que me enteraría tiempo después.Disfrutamos de la cena, su dulce voz le daba sabor a la velada. Sus palabras tan llenas de verdad me hacían quedarme con un buen sabor de boca.
Todo iba según lo esperado. Hasta que... Sonó el teléfono.-¿No vas a contestar? -me preguntó.
-No, no es mas importante que tú y yo. -le contesté, empezando ya con las mentiras.
-Atiende, por favor, te lo pido. -dijo con una amabilidad contra la cual no me pude negar.
-Está bien, ya vuelvo. -tomé el teléfono y me levanté de la mesa, para salir y atender la llamada.
Sentí aquel parásito que no salía de mi cabeza adentrarse a mi cuerpo. Era la ansiedad que brotaba en mí una vez respondí la llamada.
-Quiero verte. -logré escuchar del otro lado del teléfono, con esa dulce voz que me producía esos calores en el pecho que no lograba entender.
-Una semana, ¿y te dignas a llamar así por que sí? -cuestioné de mala gana.
-Te necesito, ya no puedo estar así contigo, ven. -su voz se escuchaba rota.
-No puedo ahora, estoy en medio de algo. -confesé.
-¿Enserio no quieres venir? ¿No me necesitas tanto cómo yo a ti? Yo sé que sí. -me sedujo, usó las palabras correctas para que cayera en ese error.
-Me voy arrepentir y lo sabes. -me encaminé a dentro del restaurante.
-Aquí te espero, cariño. -dijo antes que colgara, esa frase bastó para que corriera.
Regresé a la mesa, y ahí estaba mi capsula de escape, imaginando como pasaremos la noche, sin saber que ahora debía escaparme de ella. Equivocándose al dejarme atender la llamada, de no ser así, hubiese seguido mi plan B, terminado el pan y no estar acá lamentando lo que está a punto de pasar, es la responsable de mi equivocación.
¿Cómo le digo?, <Estoy a punto de irme ahora, para que en un futuro escuches los lamentos de esta noche>. Ó <Debo cometer un error para salvarme de otro, lo siento>.
-Hola, ¿sigues aquí? -le hablé amorosamente al oído llegando por detrás de ella.
-¿Tú lo estás? -me siguió el juego, hablando tan seria como seductora a la vez.
-¿Has oído la paradoja de error? -dije lo primero que se me ocurrió, no sabía como decirle.
-No, háblame de ello. -me miró a los ojos, logró ponerme nervioso.
-Dicta, que nunca se sabe que algo es un error hasta que se comete, pero de saberlo debes cometerlo, ya que no lo sabrás hasta cometerlo, en pocas palabras los errores son inevitables, solo sabes de ellos cuando se cometen. -expliqué ya nervioso.
-¿Soy un error para ti? -bajó la mirada.
-No, no. -respondí.
-¿Fue un error haber venido a verme? -su voz ya sonaba cortante.
-Lo será, si no me voy. -dije sin pensarlo.
-¿Tienes que irte? -alzó la mirada.
-Sí, una amiga me necesita.. -seguía con las mentiras.
-Oh, debiste decirlo al inicio, está bien. -su sonrisa perfecta volvió en un instante.
-Prometo quedarme otra noche. -me levanté de la mesa.
-Vete tranquilo. -se despidió y enseguida me retiré.
Salí del restaurante, lamentando irme. Sin embargo vivo de esa manera, el arrepentimiento y yo, somos grandes compañeros de vida.
Tomé un Taxi, y llegué a donde estaba ella, la chica de la llamada.
Entré al elevador, caminé por el pasillo, me acerqué a su puerta y estando a punto de tocar...
Sonó el teléfono, era mi paciencia.
Si respondía, me aventaría uno de sus enormes sermones.
Si no respondía, igual lo haría. ¿Qué más da?
Apenas di el primer golpe a la puerta estaba ella, mi ansiedad, vestida con lencería fina. Se arrojó a mí, me besó. Yo tenía el corazón tan acelerado, no sentía las piernas, y estaba a punto del colapso. Me alejé de ella, intentado controlarme.-Esto es un error. -le dije mientras me seducía con la mirada.
-¿No te has equivocado ya? -me cuestionó con esa voz que me hacía temblar.
-Cuando sabes que algo es un error, no debes cometerlo, porque sabes lo que es. Y es lo que he hecho los últimos años, acercarme al error, saber que lo es y aún así cometerlo, mirar atrás y decir: <Si, fue un error>. -le decía mientras cerraba la puerta y me impedía la salida.
-No, el verdadero error sería no cometerlo.
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"Frases Shidoris... Para Gente Shidori"
RandomEste libro estará lleno de frases, unas reflexionativas, otras con humor y otras inventadas por mi xd Sólo busco llenar de sabiduría aquellas mentes que lean esto. ¡Comencemos!