2. UN NOVIAZGO COMPLICADO

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PRESENTE (2018)
Sábado, 07:45 P.M.

Recordar aquella cita había sido doloroso para Kate. Pensar en lo romántico y especial de aquella noche le dejaba con un amargo sabor de boca que le hacía rabiar cuando se despertaba en ella la añoranza. Y aunque todo hubiese empezado como un peculiar y erótico cuento de hadas, ahora estaban ahí, en el mismo café donde se habían conocido, pero esta vez, como dos extraños a punto de divorciarse. Sí, eso eran, dos completos extraños con un título que habían olvidado. Ni si quiera recordaba la última vez que había sentido aquel revoloteo en el estómago que solo Eric solía ocasionar en ella, o la última vez que le había visto sonrojarse por un halago suyo. Los recuerdos eran muchos, sí, pero la mayoría amargos.

—Ninguna otra mujer había despertado en mí lo que tú despertaste esa noche —aseguró el ojiverde tomando otro sorbo de su cappuccino.

—Fuese lo que fuese se durmió en el camino —señaló Kate con la mirada fija en su café.

—Donde hubo fuego cenizas quedan, o eso dicen.

La castaña resopló con aprensión. Aquel rayado comentario era lo que menos deseaba escuchar en ese momento. La sola insinuación de que seguía existiendo deseo entre ellos después de pasar más de dos años sin dormir en la misma cama, le resultaba de lo más caradura.

—No tengo tiempo ni ánimo para esto —dijo rodando la carpeta con los documentos del divorcio frente a ellos una vez más, abriéndola para ofrecerle el bolígrafo.

Eric respiró hondo cuando vio la firma de la castaña en el documento, ella había firmado decidida a terminar con 10 años de relación. Y terminándose su café, le hizo señas a la mesonera para que se acercase a ellos una vez más.

—Dos raciones de tarta de brownie, por favor.

—En seguida —respondió la joven antes de marcharse.

—Eric, por favor. No lo hagas más difícil —pidió ella resoplando con pesadez, consciente de que el rubio solo intentaba alargar la noche—. Terminemos con esto de una vez.

—No perderás tu vuelo de mañana por pasar un par de horas conmigo hoy.

Kate le miró sorprendida, dejándole descolocada que supiese algo sobre su viaje.

—Has estado hablando con mi asistente ¿cierto? —Eric no respondió— ¿Qué más te ha dicho la traidora esa? —insistió sintiéndose decepcionada de Mildred por venderla de aquella forma.

—Técnicamente no dijo nada —aclaró—. Yo le saqué la información.

—Eso no la salva de un despido, le di órdenes específicas de que no se comunicara contigo —impuso la castaña visiblemente enojada.

—No te desquites con ella. Tu enojo es conmigo.

—Exacto Eric, y es precisamente a lo que vine hoy, a terminar con ese contigo. —Kate perdía la paciencia, su cuerpo rechazaba cualquier vestigio de posible dolor—. Es más, esto es mi culpa, no debí venir —indicó cogiendo su bolso para ponerse de pie—, esto fue una completa estupidez.

—Viniste porque muy en el fondo no quieres que esto termine de la forma en que va a terminar si no dejamos el rencor a un lado. —El repentino comentario de Eric consiguió que la castaña se detuviese—. El divorcio es un hecho, Kate. Mañana te irás del país y no volverás a saber de mí —recalcó con resignación—. Yo solo quería que nos viéramos una última vez. Nos lo debemos.

—Yo no te debo nada —impuso la pintora aún de pie, negada a mirarlo.

—Ok, tal vez no a mí —corrigió el rubio—. Pero sí al nosotros, a eso que pudo ser y no fue. Nos debemos muchas explicaciones

UN ÚLTIMO CAFÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora