Pide un deseo

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Arthit camina con emoción justo después de salir del taxi un domingo por la noche. En su camino hacia la colina del olvido, Arthit se agacha debajo de lo que queda de una cerca, gruñendo cuando su bolsa se atasca en el camino.

Esta noche trae un cierto sentimiento dentro de él que no puede contener. Esta noche es importante, una especial para él, porque Arthit había estado esperando un año para que cayera una estrella del cielo.

Escoge un lugar, el habitual cada año, y mira el cielo después de sentarse en el suelo cubierto de hierba. Él había puesto una manta, sacó los bocadillos de su bolsa. Sólo había una cosa que hacer... esperar.

Arthit mira al cielo. Hay un grupo de estrellas salpicando el cielo nocturno, pero Arthit está buscando una específica.

La colina del olvido formaba parte de una pequeña ciudad donde ha vivido un pequeño número de personas. Hace cinco años, durante una lluvia de meteoritos, la ciudad quedó devastada cuando una gran parte de un meteorito se separó y se dirigió hacia dicha ciudad.

El impacto había dejado un cráter junto al caos. Arthit había visto la lluvia de meteoritos esa noche, siguiendo con asombro los senderos que dejaban las estrellas. Estaba de vuelta en su ciudad natal para las vacaciones de verano, y su vecindario era el mejor lugar para ver las estrellas que caían desde el cielo.

Arthit estuvo allí después del impacto. Recordó estar a unos metros de distancia, observando con sorpresa y devastación mientras miraba dónde estaba la ciudad.

Y en medio de todo eso, brillando en el centro del cráter del meteorito había un hombre.

Arthit se anima cuando se da cuenta de la primera señal. Hay un brillo en sus ojos mientras mira con una sonrisa en su rostro, y con gran anticipación, susurra: "Bienvenido a casa".

Cada año, Kongpob cae del cielo en forma de estrella. Verlo pasar siempre sorprende a Arthit. Es mágico, y es como si el tiempo se detuviera por un tiempo mientras traza la estrella fugaz con sus ojos.

Arthit se levanta de donde está sentado, agarrando el collar en su cuello hecho de un fragmento del cosmos, regalado por el mismo Kongpob. La estrella parpadea como si se comunicara con él, por lo que Arthit se ríe con ojos llorosos.

Y cuando la luz se atenúa levemente, desapareciendo lentamente a medida que se acerca al suelo, Arthit se encuentra a pocos metros de Kongpob con una gran sonrisa en su rostro.

Kongpob se para frente a él con un débil resplandor rodeándolo. Arthit piensa que es hermoso, algo fuera de los límites de la imaginación.

Se conocieron hace cinco años, cuando Arthit decidió verificar al chico, que había visto, con una invitación inconsciente. Había muchas preguntas en su mente en ese momento. Arthit había permanecido en medio del desastre dejado por el impacto del meteorito, dejando a la ciudad apestando a muerte y caos. Pero Arthit no había entrado en pánico, demasiado embobado por las estrellas en frente de él.

El origen de Kongpob era desconocido para él, y cuando Arthit escuchó las sirenas que se dirigían hacia la ciudad, tomó la decisión de llevar a Kongpob a un lugar más seguro.

Kongpob no le había dicho una sola palabra esa noche cuando Arthit lo había llevado arrastrando detrás de una colina.

Fue una interacción fatídica, ya predeterminada por el universo para que pasara. Pero Arthit no estaba al tanto de esto y tampoco Kongpob.

La estrella se presentaría más tarde, sin revelar nada sobre su origen. "Soy parte del cosmos", había dicho Kongpob, sin dar otra explicación.

Arthit estaba demasiado fascinado, demasiado asombrado como para preocuparse realmente. Todo lo que sabía era que había un hombre parado en el centro del impacto que resultó ser una estrella o una parte del universo o lo que sea que Kongpob le había dicho que era.

Habría intentos de pequeñas conversaciones por parte de Arthit, tratando de buscar tanta información como pudiera sobre el otro. Pero sus esfuerzos demostrarían ser inútiles porque la fascinación que tenía por Kongpob engañaba a otra parte de si mismo.

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"¿Me extrañaste, P'Arthit?" Kongpob sonríe.

Arthit se burla, pero el rubor en su rostro era evidente, y está vibrando desde donde está parado. "Lo deseas", él murmura.

Kongopb había caído del cielo con el conocimiento del mundo. Por lo tanto, no le costó mucho a Arthit mostrarle a la otra persona las costumbres de su país. Tienen como broma entre los dos que, desde que Kongpob técnicamente había alcanzado la tierra hace cinco años, lo convierte en el hijo menor de Arthit. Entonces, Kongpob había empezado a hablarle con honoríficos apropiados que nunca dejan de marear a Arthit.

"Bueno", Kongpob se acerca hacia él con confianza y dice: "Te he extrañado mucho".

Evita el contacto visual, mordiéndose el interior de las mejillas para evitar sonreír. Kongpob es elocuente con las palabras, sabe cómo usarlas y sabe qué botones presionar para que Arthit ceda. Actúa como si lo odia, pero le gusta secretamente la forma en que Kongpob le hace sentir ciertas cosas.

SOTUS - Historias CortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora