XIII:"Al este de la luna"

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"Al este de la luna"

Odette no se atreve a sentarse en la silla frente al escritorio de Shane, hacer aquello mientras su capitán está aún parado detrás de su escritorio y con las manos dentro de sus bolsillos le hará sentir como si fuera una niña pequeña sin control alguno sobre la situación. Sabe que lo que ha hecho es algo que podría costarle su empleo y todo el arduo trabajo que realizó durante años, pero en esos momentos realmente no le importa pues sólo puede pensar en lo que ocurrió en esa sala de interrogaciones.

— ¿Qué estabas pensando exactamente? —la voz de Shane es calmada pero firme mientras coloca ambas manos sobre su escritorio y se inclina hacia ella. La detective se niega a mirarle o a responder. — ¿Qué creía que ocurriría, detective?

—Sólo quería...—Odette se muerde el labio antes de alzar su mirada y encarar a su jefe. — Necesitaba saber.

La mujer intentaba sonar firme pero le fue imposible, sus manos estaban temblorosas a sus costados y se sentía tan arrinconada en esa pequeña oficina que le provocaba estar a la defensiva, lista para cualquier tipo de situación de vida o muerte, a pesar de que sabía que ahí estaba segura. Shane frunció el ceño, confundido por aquella respuesta llena de desesperación pero antes de poder si quiera abrir la boca, la detective continuó hablando sobre temas que él no comprendía del todo.

—Él sabe algo, capitán. — su voz temblorosa le llenaba de vergüenza, pero no tenía la fuerza de voluntad en esos momentos como para actuar con profesionalismo. — Y no me refiero sólo a lo que hizo, sino a...a mí.

El capitán de la comisaría #44 cerró los ojos por unos segundos, intentando procesar lo que la desesperada mujer frente a él le decía. Pensó en una "solución" a medias y rápida para terminar con aquello.

—Ve a casa. —sentenció con cansancio. — Tengo demasiado que resolver después de esto, Moreau.

—Shane...

—Largo, ahora. —le sisea— antes de que me arrepienta y de verdad tengas que dejar tu placa y arma en el escritorio, Odette.

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Sabía que estar ahí solo era mala idea, sobre todo con la clave para encontrar el Memento Umbrarum. Aquél librito azul que hacía décadas que no veía reposaba sobre la mesa no muy limpia de su bar favorito; Illya podía sentir la mirada de Danielle sobre él y la verdad no le importaba, en aquél momento no estaba interesado en beber sangre de aquella forma. Es más, de tan solo pensar en hacer aquello se sintió avergonzado de sí mismo y recordó que había sido débil y un imbécil en el pasado al haber accedido a beber sangre de la chica.

Tenía un vaso de cerveza entre sus manos mientras su mirada estaba fijada sobre el libro frente a él. Sabía que dentro encontraría lo que buscaba y sin embargo, no se sentía preparado para saber...no con las palabras de Octavia dando vueltas en su cabeza.

A pesar de todo, la portada del libro le traía muy buenos recuerdos de su infancia y trae una sonrisa a su rostro Su madre les leía los cuentos nórdicos de aquél libro casi cada noche y, a pesar de que tanto Illya como Luca se sabían las historias de memoria, nunca se cansaban de escucharlas de la boca de su madre.

Ahora ya no recuerda prácticamente nada del contenido del libro, pero sí recuerda que en algún punto de su infancia su madre había dejado de leérselos porque no podía encontrarlo. Por supuesto, es su vida adulta nunca se cuestionó qué había pasado con él y tampoco había vuelto a pensar en lo ocurrido.

Se preguntó si Wadim lo había tomado o si quizá su madre se lo había entregado voluntariamente; de cualquier forma, abrió el libro y observó su contenido intentando encontrar algo extraño, lo que fuera que pudiera indicarlo donde encontrar lo que necesitaban.

De Hombres y BestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora