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-Camila, querida...

Ese era el padre de la adolescente. Llevaba algunos minutos intentando despertar a su hija, entre varios intentos fallidos pudo lograrlo.

-Una de tus amigas está aquí, irá contigo a la plaza, ahí harán la celebración al pueblo. -pronunció el hombre con una escasa sonrisa en sus labios.

Luego de aquellas palabras el hombre dejó a su hija en compañía con su mascota. La chica se levantó de su cómoda cama y se dirigió a una esquina de la pequeña habitación. Ahí se encontraba un balde con agua y a su lado una toalla.
La chica sumergió la toalla en el agua y luego lo exprimió. Lo dejó por unos segundos en el suelo para empezar a deshacerse de sus prendas, aquel proceso tuvo una duración de un minuto, ahora sólo pasaba aquel trapo por su cuerpo.

Aquella familia era una de las que no tenían la dicha suerte de tener una tina, pero tenían un inodoro para hacer sus necesidades, lo cual agradecían.

Terminó de lavarse y se colocó las prendas que anteriormente tenía.
Agarró su cabello con la típica cinta que siempre tenía guardada.
Por último tomó en sus brazos a Coperino y salió de la habitación, al instante encontrándose con su familia y su amiga.

Los saludó y sin más salió con su amiga. Dinah, era la más cercana que tenía.

-Esperó que esta celebración sea más interesante que la del año anterior. -dijo la chica alta, o mejor, Dinah.

-Concuerdo contigo. -pronunció Camila con una leve sonrisa. Ella observaba a todas las personas que se encontraban a su alrededor. Habían niños corriendo por todo el lugar, adolescentes riendo entre ellos, adultos observando, y ancianos disfrutando de su clima.

Puedo decir que ese era el único momento donde los ricos y pobres se mezclaban, pero aquello tenía un límite... me refiero a que, habían reglas, habían reglas para que todo estuviera bajo control.

-Camila, no debiste traer a tu perro, estorbará aquí, ¿cómo podrás disfrutar del ambiente?. -le decía con una sonrisa burlona. No era la primera vez que eso sucedía, Dinah siempre le mencionaba que dejará a Coperino a un lado, pues lo llevaba a todos lados a donde ella iba, menos a las casas que iba a limpiar.

-Déjame tranquila, a Coperino le gusta salir. -fue la respuesta de Camila. Miraba a aquel cachorro con adoración y ternura. -Nos gusta estar juntos. -dijo segundos después mientras le acariciaba su cabecita con lentitud y cuidado.

-¿Cómo sabes que a él le gusta estar contigo?. -Camila miró a su amiga.

-Porque me lo demuestra. -respondió con seguridad. -Ya cállate, déjame tranquila y a Coperino también.

Dinah sólo puso sus ojos en blanco y suspiró. Sólo esperarían encontrarse con más de sus amigos.

-Díos, mira a todos esos chicos guapos. -dijo Dinah con picardía. -¿Estarías con alguno de ellos?.

Camila observó a algunos de los chicos que le señalaba su amiga, ella sólo asintió. Aunque a decir verdad, Camila no se sentía atraída por algún chico, no negaría que ella tenía varios hombres detrás de ella pero, a ella no le atraían, no le importaban.

-Son lindos. -musitó intentando convencer a su amiga.

-¿Cuándo tendrás pareja, Camila?, desde que te conozco no he conocido a alguien que ames, y te conozco desde hace mucho.

-No me centró en eso Dinah, debo centrarme en otras cosas. -dijo decidida de sus palabras. -No soy como tú, no tengo unos padres como los tuyos, yo debo trabajar.

-Camila, hay tiempo para todo, y mis padres son igual que todos. -dijo la última frase un poco ofendida.

-Me refiero a que ellos te dan lo que quieres. -aclaró.

-Piensas mucho en el trabajo, ¿por qué no te tomas un tiempo?. -Camila negó con rapidez.

-¿Para luego dormir en la calle?, sabes muy bien que no puedo hacer eso.

-Te ves cansada y sin ánimos... -la interrumpió.

-Mejor dejemos de hablar idioteces y disfrutemos este día.

Discarded love. - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora