Estornudo

6 2 0
                                    

Si había algo que yo odiaba era estornudar, primero porque se me salía casi medio litro de baba cuando me pillaba desprevenida y segundo porque no era uno fino y femenino. Si pudiera ponerle un número era de 8,9 grados Richter.

Lo gracioso aquí era que la Caro nunca me había escuchado estornudar, y se empeñaba en poner atención cada vez que parecía venir uno por mi sistema.

– Conchetumare voy a estornudar –generalmente avisaba segundos antes para que la gente a mi lado se pusiera a salvo.

Porque otra cosa que me pasaba era que mi cuerpo entero se sacudía al estornudar y tiraba las manos a donde fuera, osea alguien podía morir si estaba muy cerca.

Apenas pronunciaba esas palabras la Caro se giraba en mi dirección y ponía su mejor cara de atención.

Automáticamente al sentirme observada sólo lograba sentir la picazón en mi nariz y luego nada.

– Puta la hueá oh –dijo la Caro con tono molesto– estornudai en todos lados y cuando yo miro se te va –finaliza dándose vuelta para seguir escribiendo lo que estaba en la pizarra.

– Puta yo no pedí nacer –solté en mi defensa acompañado de una carcajada.

De pronto un estornudo monumental rompió el silencio.

– ¡AHH AHHCHUUUUU –

Ambas nos giramos para reírnos del escándalo que había echo nuestro compañero para estornudar.

– Tshoa el hueón brígido –dijo la Caro riéndose al ver los ojos rojos del Angelo.

Solté una risa.

Al instante oímos como sorbió sus mocos casi llegando a su garganta.

– Ah que asco –gritamos al unísono con mi amiga.

– Puta el hueón chancho –afirmé mientras me giraba con una mueca de asco y una risilla asomándose por mis labios.

– Con razón tu papá se fue –bromeó la Caro.

Al instante quien se sentaba junto a nuestro amigo, al igual que yo, comenzamos a reírnos del chiste.

Siempre era lo mismo con estos dos.

El Angelo se levantó de su asiento y se abalanzó sobre la Caro para hacerle cosquillas por su atrevimiento.

– Ya perdón, perdón si era broma –se defendía mi amiga, retorciéndose de risa –si tu papá fue a comprar cigarros y vuelve –siguió para molestarlo más.

– Esta abuela culiá siempre me agarra pal webeo con lo mismo– gritaba el Angelo mientras enterraba sus dedos en las costillas de mi amiga.

– Ya paren los dos que la profe nos va retar –decía yo tratando de separarlos.

– Me importa un metro de corneta la profe –susurró mi compañero mientras volvía a su asiento.

Claro, no le daba el corazón para decirlo mas fuerte, maldito cobarde.

Seguimos anotando lo que pasaban en la pizarra cuando para mis adentros empecé a conversar con mi otro yo.

Siempre tonteamos con lo del papá del Angelo, obviamente él se ríe porque sale chistoso y toda la hueá.

La culpa empezó hacerse paso a través de mis pensamientos.

¿Se sentirá mal dentro de si mismo cuando bromeamos con eso?

A lo mejor nos pasamos un poquito, pero es que este hueón cuando nos molesta también es hiriente; aparte siempre me aprieta la cara con sus patitas de chancho.

Solté una pequeña risa por mis pensamientos.

– ¿De que te ríes? –cuestiona mi compañera de asiento.

– Oh que es sapa la Caro hueón, ahora uno no se puede reír solo– respondí en broma –me estaba riendo del Angelo –confesé con una risa mientras le daba una mirada divertida al nombrado.

– Ya me va agarrar pal webeo esta también –soltó con desgano fingido.

– Por ahora no, la verdad quería preguntar algo –puse cara de seriedad porque en verdad me importaba su respuesta.

Me observó esperando mi pregunta.

– ¿Te molesta que hagamos bromas sobre tu papá? –quería ser lo más directa posible, asi no habían malentendidos a partir de aquí.

Soltó una risa incrédula.

– Creís que si todo tu bullying alguna vez me hubiese molestado siquiera te consideraría mi amiga, cabra culiá –dijo estirándose sobre su mesa para alcanzar mis mejillas con sus manos, dió un apretón tan fuerte que solté un grito.

– Pero hueón me duele, mi cara no es de goma –me quejé mientras sobaba mi adolorido rostro.

– Sólo me arrepiento –continuó ignorando mi dolor –de haberte contado a ti primero que mi papá se fue, porque vo' fuiste la que empezó a webearme y ahora todos me molestan –finalizó con una sonrisa en su rostro.

Bien dicho bicho.

– Lo importante es que estamos entre amigos po, suave lomito– dije llamándolo por el apodo cariñoso que le había puesto hace un tiempo –porque si alguien externo te agarra pal webeo con eso le saco la chucha –anuncié orgullosa.

Mamá leona cuida a sus cachorros aunque los moleste cada día de sus vidas.

– Mientras tanto seguís siendo un son of a pig –gritó la Caro.

Conchetumare que me caen bien estos hueones, pensé mientras lágrimas salían por el ataque de risa que estaba teniendo.

Al calmarme y volver al trabajo que dejó la profesora, mi nariz comenzó a picar. Decidí no avisar para que la Caro no espantara mi estornudo con su mirada acosadora.

Mi momento ha llegado.

– Oye Javi qué se hace aqu–

Antes de que mi amiga lograra formular su pregunta estornudé en toda su existencia, en mi defensa fue su culpa por hablarme justo cuando iba dejar salir la bestia.

Solté una risotada desde el fondo de mi ser, la cara de mi compañera era todo un poema.

– Al menos fuiste testigo de mi estornudo al fin –dije tratando de calmar su instinto asesino– y mira –continué apuntando su cuaderno– quedó mi saliva en la tarea y no en tu cara –finalicé con gesto de disculpa.

Que bueno es vivir para contarlo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 04, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

 𝗣𝗿𝗼𝗵𝗶𝗯𝗶𝗱𝗼 𝗢𝗹𝘃𝗶𝗱𝗮𝗿 [ᴄʜɪʟᴇɴsɪs]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora