La guerra que tanto se temió

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Alibaba miraba el trono desconcertado, hoy habría lluvia, pero le era confuso tantas cosas que provenía de un cierto tema algo delicado.

— Amón. — Llamó al anciano que este se acercó enseguida arrodillado.

— ¿Sí, su majestad?. —.

— Quiero que me cuentes sobre un cierto tema. — Miró la entrada a su trono.

— Por supuesto. — Aceptó alegre.

— Cuéntame sobre... — Hubo varios segundos de silencio. — La reina de terror.

Inmediatamente el anciano se puso pálido, respiró hondo intentando tranquilizarse.

— Claro. Hace doce años una reina gobernó la mayoría de los reinos mientras que tres se mantuvieron fuerte... — Fue callado de inmediato.

— Eso ya lo sé, quiero saber exactamente, ¿Cómo se detuvo esa guerra?, ¿Fue exactamente mis padres quienes lo detuvieron?. — Miró desafiante al viejo.

— No lo sé con exactitud, majestad. Solo sabemos que pudieron ganar aquella guerra. — Se encontraba nervioso, usualmente sabía muchas cosas pero no sabía aquel detalle.

— ¿Cómo ellos la pudieron derrotar si ella tenía los bastones de la mayoría de los reinos?. — Se quedó pensativo.

Se levantó de su trono decidido a dar un paseo dejando de lado sus tareas como rey, solo quería estar un momento libre en el que no esté a cada rato pensando que debe hacer y que es un rey. Caminó por los pasillos del palacio, estaba tan pensativo, se dirigió a una parte del castillo donde tocó la puerta y en este abrió una mujer ya vieja que conservaba su figura.

— Hola, madre. — La señora de inmediato lo abrazó.

— Hola, hijo. Anda, entra, tú padre hizo un poco de té. — El cuarto era como una casa en conjunto.

Al entrar pudo aspirar el dulce aroma del té de frutos rojos, se sentó siendo servido por su padre y siendo tapado por una sábana de parte de su madre.

— Te veo con dudas, ¿Qué es lo que quieres saber?. — Tomó un gran sorbo de la bebida su padre.

— Quiero saber sobre el como ganaron la guerra. — La pareja se miraron mutuamente.

— No te lo podemos decir tan abiertamente, lo tendrás que descubrir con la persona a quien amas. — Le sonrió dulcemente la mujer.

— ¿Por qué?, ¿Qué pasaría si me lo dijeras?. — Insistió.

— Porque no ocurriría lo que pasó. — Está vez hablo el mayor.

— No es justo, díganme, por lo menos una acción o una adivinanza. — Miró a sus padres quienes esté de nuevo se miraron y sonrieron.

— Cuando nos estaba derrotando, los dos pudimos sincronizar nos y gracias a ello la dejamos vulnerable a lo que apareció Arba, una aliada de los reyes de las estrellas cortándole la cabeza. — El rubio menor los miró con cara de confusión. — Ya sabrás a lo que nos referimos cuando te cases y, ruego porque no ocurra, te pase lo mismo que a nosotros.

Estaba demasiado confundido, quería gritar de frustración, ese no había sido la respuesta que tanto buscaba, por supuesto que no. Quería algo claro pero solamente dieron eso a entender, ¿A qué se referían? No entendía y le molestaba no entenderlo siendo él, el rey.

— No lo tomes tan a pecho, hijo. Te queremos pero tienes que comprender algunas cosas por ti mismo, la gente no te va a estar dando respuestas, tienes que darte a ti mismo las respuestas. — Tomó un trago de su té. — Ahora toma de tu té que se te enfría y quiero saber tu opinión de cómo quedó.

Probó el té: — Padre, hay una catarina en mi té y hay un poco de tierra. — El rubio mayor miró a su esposa quién está rió al ver el gesto que hizo éste.

— Lo lamento. Te veía tan emocionado al hacer esta bebida que creí que no sería necesario decírtelo, además, me esforcé un poco en quitarle la tierra y bichos de tu bebida. — El mayor le depósito un beso que está acepto sin dudar.

— Te quiero, querida. — Acarició el cabello de su amada.

— Yo igual. — Escuchó como el menor tosía falsamente llamando la atención de los dos.

— Bueno, me tengo que ir. Gracias por todo. — Se levantó dirigiéndose a la puerta.

— ¡Lo olvidaba! Me enteré que se está hospedando aquí el hijo del rey Solomon. — Se acercó a la cocina dónde saco un tarro pequeño lleno de mermelada. — Dáselo, dile que es un regalo de mi parte al haber decidido quedarse un rato aquí.

— Gracias, madre. — Se dieron un abrazo para que luego se largará.

Siguió caminando, tenía que seguir pensando, ¿Tan fuertes fueron los dos para dejar a alguien fuerte vulnerable? Dejo de hacerse esa pregunta, realmente tenía que dejar a lado ese tema, sino lo hacía simplemente estaría corriendo en círculos.

— ¡Alibaba!. — Volteó a esa voz quien le llamaba.

— Oh, hola, Aladdín. — Se quedó pensativo, el pequeño lo notó y se acercó a él.

— ¿Qué te ocurre?. — Lo abrazó. Por alguna razón, el rubio sentía que necesitaba ese abrazo.

— Tengo duda sobre algo. — Se le hacía reconfortante ese abrazo.

— ¿Sobre qué?, ¿Alibaba?. — Los ojos del pequeño se conectaron con el otro.

Se sentían hipnotizados, no querían separarse, pronto sus manos se juntaron obteniendo una acercanía más allá de amistad. El rubio sentía sus mejillas caliente y una gran vergüenza aparecerse mientras que el pequeño sentía una gran felicidad recorrer en el y sentía sus mejillas calientes.

— ¿Aladdín?. — Llamó al chico quien esté le sonrió.

- Escuche que harían unas ricas brochetas, ¿Quieres ir? Quizás eso te animé. — Dijo a lo que el otro asintió.

— De acuerdo, siempre me anima un poco el tener algo en mi estómago. — El pequeño soltó una leve risa, se soltaron del agarre igual que el abrazo, el rubio pronto sintió como una tristeza lo abrazaba igual que el pelí azul lo sintió pero no supieron cual era la razón.

La caminata se hizo incómoda por el ambiente, ambos no sabían que hacer, el silencio era una tortura, finalmente, el pelí azul por instinto tomo la mano del otro sintiendo como el ambiente se hacía más cálido.

— Ven, vayamos tomados de la mano. — Asintió el otro.

Pronto el pequeño por querer jugar, empezaron a dar giros agarrándose de las manos. Aquel juego era para niños pero para el era una manera de conectarse.

— De sincronizarnos. — Soltó de repente.

— ¿De qué hablas, Alibaba?. — Preguntó curioso.

— Nada importante. — Soltó un puchero Aladdín. — Ven, vamos a probar las brochetas.

...

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El rey del sol y el príncipe de las estrellas (Alibaba x Aladdín)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora