El Reino del Mar

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Ya habían pasado tres meses desde que se hospedó Aladdín, le fascinaba aquel lugar siendo que nunca quería irse. La relación con el rubio cada día se volvía más rara entre los dos aunque les gustaba, dormían juntos sin importar si era en el cuarto de invitados o del rey, nunca se separaban, principalmente el pequeño siempre estaba apegado y abrazando el brazo del otro o cosas así, digo, la gente no lo veía mal, de hecho pensaban que estaba bien ya que eran "amigos".

El pequeño terminó el trabajo que le pidió el rubio, miró su dibujo con total orgullo mientras se secaba la frente que tenía "sudor". Tomo un poco de su jugo servido en una copa de oro decidido a mostrárselo al otro levantándose del suelo y viendo al escritorio donde el otro se encontraba firmando papeles.

— Ya terminé. — Soltó orgulloso mostrándole el dibujo.

— Es hermoso. — Halago. — Lo podremos poner en uno de los libros, ¿Qué te parece?.

— ¡Sí!. — Corrió viendo en que libro pegaba su obra de arte.

Volvió a su trabajo el rubio, en eso, pudo ver en tantas hojas una en especial que tenía una escritura hermosa hecha con tinta dorada y un bordado azul y morado en ella. Hace mucho que no había recibido una carta de aquel señor, le hacía gracia el recordar cómo no le gustaba que le llamarán "señor". Lo agarro para leerla, cada palabra que leía era como recordar los momentos en el que vivió en aquel reino aprendiendo espadachín y parte de política.

Lo soltó recordando cada palabra que leyó hace un momento, miró los demás papeleos desconcentrado. No sabía lo que iba a pasar si aceptaba la petición que le pedía la carta, digo, no era muy bueno con el vino y hasta eso, Kassin su amigo, lo sabía.

— ¿Alibaba?. — Recuperó la compostura volteando a ver al pelí azul. - ¿Qué te ocurre?.

— Nada. Es algo del Reino del Mar. — Suspiró indeciso.

— ¿Eh?, ¿En serio?. — Se acercó a la carta, teniendo permiso del otro, para cuando lo leyera tuviera una gran sonrisa. — ¡Ve, Alibaba!, ¡Tienes que ir! Siempre estás la mayor parte del tiempo sentado trabajando, además, los dos podríamos convivir más.

— ¿En serio lo crees?. — El pelí azul asintió a lo que la sonrisa de el otro imaginando convivir con él se hizo cada vez más grande. — ¡De acuerdo, voy hablar con mis padres!.

Salió de su oficina emocionado pues estaría con su amado, corrió lo que mas pudo hasta llegar a una parte del castillo donde vivía sus padres. Tocó la puerta algo impaciente, en eso, apareció su padre viéndolo extrañado.

— ¿Qué pasa?. — Veía la energía que tenía su hijo.

— Padre, ¿Podrían hacerse cargo del reino? El rey Sinbad nos invitó a su reino para festejar. — Se sentía como un niño pequeño pidiendo ese favor.

Tragó en seco nervioso, sabía que debía comportarse como un adulto igual que su padre ya que era un rey pero realmente insistía. Con tan solo poder convivir con el pequeño ya era suficiente para el.

— No, hijo. Tiene que ser por un acuerdo político, solo así podrás irte a ese reino. — Explicó el viejo Saluja.

— ¿Así que es eso?. — Preguntó pensando de una manera estratégica hasta que finalmente sonrió ampliamente, su padre suspiró por lo fácil que era el de adivinar en que estaba pensando. — De acuerdo. Gracias, padre.

Se fue corriendo de ahí, se sentía realmente motivado, movería cualquier cosa solo para convivir aún más con el pequeño, no importaba el rey del mar, importaba su amado.

Llegó a su cuarto donde agarró una hoja y una pluma, rápidamente se puso a escribir. Sumergió la pluma de ave en la tinta para luego escribir.

— Listo. — Se alejó de la hoja para ver lo que había escrito. Se sentía un genio, después de todo, era una buena excusa por donde lo mires.

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⏰ Última actualización: Aug 11, 2019 ⏰

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El rey del sol y el príncipe de las estrellas (Alibaba x Aladdín)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora