Extrañar a quien no se debe extrañar

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Eran las 6:45 pm de un martes, me puse la camisa de mi banda favorita, arreglé mi cabello, durante varios minutos, hasta pinte mis uñas...

Entré al conjunto de casas donde reside aquella persona, cuestión que desencadenó muchos recuerdos que había eliminado, o eso creí, recordé aquellas tardes donde veíamos anochecer jugando fútbol, y huyendo para poder besarnos...

Recuerdo su aroma, el anhelo permanente de verlo, de conocer junto a él diferentes realidades, de viajar juntos, y que lo primero que viera fuera su rostro de perfil jugando Fifa 13, que lo que escuchara fuera su risa, que me abrazara...

Sólo por un instante pensé en todo aquello que sentía a su lado...

Luego me anuncié en portería, y subí hasta su casa, en medio de las escaleras, todos los recuerdos salieron, y nacieron de nuevo palabras para elogiar aquella boca, que alguna vez, tuve el honor de probar...

Timbré, estaba muy nerviosa, siempre el primer encuentro es extraño, más el tiempo, y todas las variables, me hacía una completa extraña para él, evidentemente lo era, fui su amor de infancia. su anhelo de adolescente, pero ya habíamos crecido, ya eramos adultos, y no podía andar pensando en fantasías...

Abrió la puerta, sentí su aroma, desde unos metros de distancia, aún usaba aquella combinación de fragancias, estaba vestido, como en aquella época, con una pantaloneta larga, guayos, y una camiseta de su equipo europeo favorito...

No pude evitar notar que al verme, se ruborizo su rostro, aún sin pretenderlo, estaba nervioso también, su mirada, aquellos ojos color miel, aún brillaban de la misma forma que cuando eramos niños, tenían ese fuego inconfundible, esa genialidad, su boca, estaba temblando al no tener palabras para saludarme... Habían pasado al rededor de siete minutos, y aún no decía nada, sólo sonreía y balbuceaba, cuestión que no me molesto, por el contrario, lo encontré encantador, galante y tan dulce como recordaba...

Minutos después me saludó, en un tímido gesto me acerqué a besar su mejilla, cuestión que nos fue incomodo, muy pocas veces no saludábamos así, por lo general, yo siempre trataba de ser formal, y él por el contrario siempre me saludaba con un bello beso en la boca, ahora todo era distinto, muchas primaveras habían pasado por nuestros ojos, y ya habíamos hallado un amor, en otra persona...

Pero fue magnifico verlo, saber que también sintió esto en ese instante, y ver que luego de unos minutos, eramos los mismos niños que nos sentábamos a reír de tonterías... 




Diálogos en bicicletaWhere stories live. Discover now