Hay miradas que por más que intentemos no desaparecen de nuestro pensamiento...
Es así, me resulta impresionante dicha habilidad, que realmente tiene más de crueldad que de magia
Hemos hecho un pacto, ambos desde la distancia, y consintió en prometer no volver a vernos, y así se había cumplido...
Hasta el día de ayer, el sol ligeramente expuesto hacia mi rostro, vistiendo de negro, no por costumbre, sino por representar el duelo en el que ha estado mi alma. Y es que no es para nada sencillo, tener un nudo en la garganta del tamaño del Empire State.
Pensar que cualquier movimiento podría ser interpretado de diversas formas, que seguramente esta vez no podría huir de un encuentro fortuito y por ende lamentable.
Cabe aclarar que no tenía la más mínima intención de verlo, estaba en aquel sitio, por muchos otros motivos.
Pero en el instante en que llegué, como las cosas de la vida, del destino y de la bendita providencia son en extremo extrañas, me tope con su silueta...
No lo podía creer, aún cuando por años, me enfoque en deshacerme de cada uno de sus recuerdos, estaba ahí, justo frente a mí.
Sin duda no podía huir, lo más extraño del caso fue que su mirada se encontraba incrustada en mí, sentía su peso, aún a metros de distancia, y es que me resulta impensable, el comprobar si en realidad me estaba observando, y descubrir que en efecto era así.
Sólo sentí, un gran remolino de sensaciones apartarse por fin de mi, y dar por concluida esa historia, que sin palabras, con sólo una mirada comprendí que jamás acabaría en sus ojos color miel ese fuego que siempre me lleno de inquietud.
Y que a pesar de los años, siempre existiría una molécula, que aún corresponde a ese sentir.
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Diálogos en bicicleta
RandomConversaciones honestas, reales, con un toque de ficción