Nikos Mounsmith
—Nos iremos un momento, ¿está bien?— le pregunté a mi hija de cuatro años cuando salió de su habitación frotando uno de sus ojos y arrastrando los pies. Había venido hasta donde me encontraba escribiendo desde hace unas horas y se sentó en mi regazo, regalándome un beso.
—¿Dónde?— preguntó. Re recostó en mi pecho y miró perdida la pantalla del ordenador. Ella era tranquila la mayoría del tiempo. Su cabello desordenado y rubio me hizo cosquillas y sonreí. Sobé su panza con suavidad mientras le contaba.
—Iremos al café a buscar un desayuno para todos.
—¿Y mamá?
—Está durmiendo. Por eso iremos y lo traeremos aquí— asintió.
—Me busta ir contigo en el tarro— sonrió y se quedó recostada. Sonreí.
—Sé que te gusta, linda. A mí también— besé el tope de su cabeza.
Se bajó y buscó sus pequeñas pantuflas y se ñas colocó, diciéndome sin palabras que quería irse ya. Tomé las llaves de la Range Sport y la tomé en brazos. No hacía mucho frío, pero de la misma forma tomé una manta gruesa para cubrirla. Su ojos azules miraron el cielo nublado con admiración.
—Es bonito— dijo. Asentí.
Fuimos en el camino hablando sobre el cuento que leímos la noche anterior antes de dormir y lo que había soñado. Había desarrollado esa rutina con ella justo después de la cena cada noche. Y de lavarse los dientes, por supuesto.
—¿Quieres llevarle una sorpresa a mamá?— pregunté sabiendo la respuesta. Lo siguiente que escuché fue su grito de alegría y emoción. Manejé hacia el puesto que conocía a la perfección y que frecuentaba a menudo y muy seguido junto a Hope.
Yo iba son un sweatpant y una camiseta, claramente empijamado. Y ella también. He ahí la razón por la que hacíamos un buen equipo.
Tomó mi mano fuerte y anduvo conmigo hasta entrar en el local donde Freddy nada más verla le sonrió y pidió un abrazo.
—¡Pero que bonita estás hoy, Hope!— la risa de la niña inundó el lugar. —Vienes por flores para Anna, ¿verdad?— ella asintió en sus brazos.
—Pues vamos a escogerlas— dijo mientras se dirigía al sitio donde tenía las flores frescas.
—A mí ya ni el saludo, viejo— dije jugando con él.
—Ella eclipsa el lugar— acotó.
—Lo sé yo— sonreí viéndolos escoger minuciosamente las flores. Orquídeas blancas, sus favoritas.
—¡Pero si es mi niña linda!— volteé al ver aparecer a Doris. Me acerqué a darle un abrazo.
Hope vino corriendo a darle un beso, ciertamente los adoraba mucho. Los veíamos cada que podíamos. La vida los estaba haciendo mayores, pero no por eso dejé de ver el amor que sentían entre ellos. Uno que habían extendido hacia mi niña.
—Le llevademos el desayuno a mi mami— fijo soltando una pequeña risa y tapándose la boca después.
—Oh, pero que afortunada tu mami, cariño. Ven, vamos a ver qué flores llevarás para ella— se la llevó a donde estaban las orquídeas blancas, sus favoritas. Me quedé con Freddy.
—Los espero en el café como siempre, viejo— le dije. Asintió.
—Lo sabemos. ¿Irán para allá?— asentí.
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Después de un Café (TERMINADA)
RomanceNikos Mounsmith escribe un Best Seller por año y Anna Bianconi se encarga de entrevistar a estrellas como él. Este libro cuenta una historia donde el café y el amor son los protagonistas. Donde, taza tras taza, se aprende a ser más real y más humano...