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Violetta tardó unos segundos en darse cuenta de lo que su amigo le estaba diciendo, cuando lo logró, la sangre de le congeló en las venas. Jake sostuvo su mirada, sin pestañear, tranquilo y paciente, sabedor de todas las preguntas con las que atacaría la chica inminentemente, y que por educación debería responder.
- ¿Como? ¿Cuándo? ¿Quién? - quiso saber, moviendo sus labios a la velocidad de la luz, bombardeando al pobre somnoliento como si de una guerra se tratase. Jake tardó en responder, pero lo hizo con cierto pasotismo, como si aquello no tuviese que ver lo más mínimo con él.
- Hace unos años... Cuatro o cinco. En 2014. ¿Quién? No lo sé. Solo sé que era un chico de tercero. - volvió a hundir su cabeza entre sus brazos, evitando y evitando todas las miles de preguntas que Violetta le disparaba con rapidez e insistencia. Sin embargo estaba concentrado, ahora, en su sueño. Uno muy feliz y deseable, al parecer, porque no quería despertar. Uno lejano y complejo, uno que denotaba y daba motivo a su nombre: sueño. Sin embargo, Violetta estaba, por el contrario, horrorizada. La muerte de una persona daba mucha explicaciones y daba otras preguntas sin respuesta. ¿Por qué aquella clase? El corazón de la muchacha latía desbocadamente. ¿Y si lo que Jake le había contado era real y el asesino seguía en el centro... o entre ellos mismos? Tragó saliva ante tal idea. No podía imaginarse corriendo por los pasillos, desordenados e irregulares del instituto a altas horas de la noche. Con sangre bajando por las paredes, y las frases rojas que la atormentaban sin cesar con palabras como escapa, muere, ya estoy aquí... Y por supuesto, su terrorífico escritor corriendo tras ella con cualquier arma, torturadora como un cuchillo o un hacha, riendo sádicamente tras ella. Todo se volvía de negro con un golpe seco y la risa sonando en sus oídos, cada vez más y más potente.
Ruth tampoco se mostraba muy preocupada. Estaba alegre hablando entusiasmadamente con su compañero de pupitre; Rubén. Un chico alto y de apariencia dulce y amable, que hablaba casi con cualquier persona resistiendo a cualquier tema de conversación. Violetta creía recordar que era el rompecorazones del instituto número uno, y también sabía que cada dos por tres estaba seduciendo chicas y rompiéndoles los sentimientos por el simple motivo de diversión. Solo esperaba que con Ruth no fuera así, porque la mataría verla triste y depresiva. Más que nada porque Ruth era la alegría del grupo, la que siempre estaba contenta y animaba la situación cuando la esperanza ya estaba perdida. Si ella caía, el grupo también. El profesor carraspeó y todos dejaron reinar al silencio.
- Muy bien escoria, estáis aquí para lo que estáis. Ser conejillos de indias. Que os gusta bien, que no os gusta os fastidiais. Vais a dar clases como cualquier otro, por supuesto, aquí no estamos para vaguear, porque si es lo que queríais ahí está la puerta, para que os vayáis a casa. No. Lo que vamos a dar es el cerebro humano, y no pienso dar un discursillo cursi motivacional. Para eso os vais a llorar a mamá. Bien, empecemos abriendo el libro por la página 10, escribid la fecha, poned tema uno, El Cerebro Humano, punto uno, tendencias del cerebro... - dijo Struggle, con en libro en las manos, paseando de aquí para allá, impotente.
Luxia estaba sentada con actitud pasota con los cascos puestos, apoyada sobre la pared. Su pelo negro tapaba su ojo izquierdo y dejaba ver sus orejas. Hacía una pompa de chicle rosa, y miraba al profesor con sus neutrales ojos de tono grisáceo. Sin embargo, Len, conocido por ser el "empollón de la clase", levantó la mano, con unos ojillos azules suplicantes y nerviosos. Que era lo que le pasaba al rubio cuando no podía hacer lo que le habían encomendado. El profesor de mala gana, y con un resoplido de molestia, le cedió la palabra.
- No... No tenemos libro.
- ¿No? - rio el malévolo profesor - Bien, sacad un cuaderno, os dictaré todo lo que íbamos a dar.
La clase cogió la materiales requeridos y se preparó para coger apuntes a la velocidad del profesor, que hablaba fluida y rápidamente sin repetir lo que decía. Las manos de los chicos nunca se habían movido a tanta velocidad. Todos, menos Jake, que dormía al lado de Violetta, sufrían  una tortura que los impedían centrarse en otra cosa fuera del dolor, y copiaban como máquinas al rededor de cinco páginas del libro, según contó Rogers. Cuando acabó de dictar, explicó el temario, todo muy complejo para unos, nivel normal para otros. Era lo que pasaba cuando mezclabas a cuarto de ESO con segundo de Bachillerato, por ejemplo. Llegó la una, y los chicos salieron al patio de recreo. Ruth se había quedado respasando una cosa con Rubén. Jake había cogido a Violetta y se la había llevado afuera, malhumorado. Caminaba con grades zancadas y fuertes pisotones, mirando al frente con una mirada envenenada y en desacuerdo con el mundo. Violetta tenía algo de miedo, pero leal, lo acompañó. Ruth y Rubén salían ya por el portón que conectaba la gran pista con los enrevesados pasillos del centro educativo.
- ¡Jake! - llamó alegre Ruth. Violetta no sabía por qué estaba de tan mal humor, pero lo que sí sabía, y con bastante certeza, era que fuese el motivo que fuese, el hecho de que Ruth trajese de la mano a su compañero de clase hacia ellos no ayudaba a su cambio de ánimo. Cuando la pareja los alcanzaron, empezaron a hablar. Bueno... "hablar" . Solo lo hacían ella y Rubén, otra vez. Jake dio un pequeño resopló de fastidio, que al parecer nadie notó, salvo la pelinegro, y se paró en seco, cogiendo a Violetta de la mano para que lo hiciera junto a él.
- ¿Jake...? - preguntó Violetta, confundida.
- Ruth, estás muy entretenida con... "él" - soltó con desdén y frialdad - Yo me voy con Violetta. Nos vemos en clase.
Trató de disimular su enfado, pero creo que tanto tú, lector, cómo yo, sabemos que no lo logró. A Ruth, no pareció afectarle, y siguió caminando aceptando la propuesta de Jake, junto a Rubén. Violetta, en cambio, estaba preocupada, y siguió como un cachorro indefenso lo haría con su dueño, a Jake, que se dirigía a una especia de escaleras en ruinas que había en una parte de la pared, algo oculta por otro muro, que estaba fuera de uso. Se sentó de golpe en uno de los largos escalones de piedra, respirando como un burro, y clavando su azulada mirada, ahora de hielo y repleta de odio a Rubén, que ya tenía confianza con Ruth como para pasarle el brazo por los hombros. Violetta se quedó unos segundos de pie, cerca de él, hasta que se sentó por fin.
- Jake...
- Qué - cortó secamente, sin intención de que no sonara mal, pero evidentemente sin conseguirlo, porque Violetta se pensó de nuevo seguir hablando con él. Se sentía terriblemente mal con él, y sabía que tenía que ayudarle.
- ¿Qué te pasa? ¿Per que estád así? - preguntó, esperando una respuesta que Jake tardó en proporcionarle.
- Haces muchas preguntas, Violetta. Ruth puede contestar a miles, yo solo puedo responder a una. Elige la que desees que te solucione.
Era lógico. Jake casi no hablaba, y ahora que se encontraba mal, lo haría menos. Violetta empezó a darle vueltas al asunto, para ver qué podía hacer. Podía preguntarle que qué le pasaba, pero probablemente obtendría un "nada" cómo respuesta. No, esa no le solucionaría nada, por lo que solo le quedaba la segunda. Tardó en formularla, sin embargo.
- Por qué estás así.
Jake no respondió enseguida. Con un gran suspiro y una leve sacudida de cabeza, dijo:
- No lo sé, Violetta. Me estoy comportando como un niño... Es solo que... Odio ver a Rubén tan cerca de Ruth. Lo aborrezco. Se aprovecha de ella, ¿lo sabías? Presume de Ruth, juega con ella... La trata mal mintiendole y dándole falsas esperanzas. Y... no sé.
Violetta, dedujo entonces lo que sucedía, pero no podía corroborarlo si no eran con las mismísimas palabras de Jake.
- ¿Te gusta Ruth? - preguntó.
Jake dio un respingo, cómo pinchado por una aguja, y giró bruscamente u cabeza hacia ella, con los ojos como platos.
- ¿Cómo lo has...? - Violetta ladeó la cabeza, y Jake se dio cuenta de que la chica no estaba enterada del todo. En esas circunstancias podría decidir emitir, y decir que no, pero él no era de esos. Así que con un gran suspiro, asintió. Violetta comprendió su dilema. Él amaba a Ruth, pero ella, ciega por aquel chico polirrojo, no se daba cuenta y seguía permitiendo que Rubén alardear de ella y la utilizase para ganar fama. Antes de que el muchacho se diera cuenta, la chica la lo estaba abrazando. Él sonrió, la rodeó con sus brazos y la meció con cariño. Comentaron su primer día de clase y experiencias, lo mucho que odiaban al profesor y otro tipo de cosas. Todo se acabó cuando Ruth apareció de la nada, y Jake dejó el abrazo, separándose de Violetta y olvidando lo que acababa de pasar. En parte. Jake tenía claro una cosa. No dejar ir a Violetta. No por que le gustase, no porque quisiese salir con ella, sino porque necesitaba su compañía, sus palabras dadoras de esperanza y su presencia iluminadora para encontrar el camino cuando se encontraba perdido.
- ¡Hola chicos! ¿Cómo vais?
- Bien, ¿y tú? ¿Ya has acabado con tu novio? - bromeó, ocultando el rencor.
- Jake, ya sabes lo que siento por Rubén... Y sigues jugado con eso como con una pelota. Eres tan... malo... - reprochó Ruth, ahora muy seria. Sus ojos pardo lo observaban con cierta dureza. Jake se disculpó con una sonrisa.
- Está bien, lo siento, lo siento.
- No importa. - perdonó la rubia - Hablando de novios... Huelo a pareja. - comentó, haciendo como que olisqueaba el aire.
- ¿Qué? Nosotros no... - intentó corregir Jake.
- No somos novios. - comentó Violetta, incorporándose. Ruth, que ya estaba sentada al lado de Jake la miraba, al igual que el joven.
- ¿A dónde vas? - preguntó Ruth.
- A hablar con Rubén. La verdad es que me gustaría conocerlo. - respondió, ya quitándose el polvo de las rodillas. Ambos la miraban, Jake entre confundido y traicionado, y Ruth con desconfianza. Pero no dijeron ni comentaron nada al respecto, y tampoco dejaron de sonreír. Simplemente la dejaron ir.
Violetta andaba por el inmenso patio, gris con líneas blancas que marcaban las pistas de fútbol y baloncesto a la hora de educación física. Logró llegar a las cercanías del grupo del chico; Rubén. Estaba compuesto por Rogers, Look, Luca, y evidentemente él, el líder. Iba a acercarse pacíficamente a ellos, pero escuchó volar por el aire el nombre de su mejor amiga, Ruth. Con naturalidad, se acercó sin ser vista a un grupo cercano compuesto por dos personas, Len y Luxia, que no parecieron sentirse molestos con la presencia de la nueva integrante.
- Tío, que suerte tienes - le dijo Rogers, un chico moreno con ojos miel.
- Sí, es cierto. La Ruth va detrás tuya todo el tiempo. - afirmó Luca. Alto, moreno en piel, y con el pelo teñido de blanco. Sus ojos eran rojos.
- Sí, bueno, no todos pueden presumir de eso, ¿no? - presumió Rubén.
- Pero tío, tengo entendido de que no te gusta, ¿no?
- No. Solo digo una farsa. ¡Es muy divertido, de verdad! Ella se cree que tiene oportunidades conmigo, y ni una. - rio - Además, Jake lo está pasando canutas. Me lo estoy pasando en grande dejando sufrir al idiota de Jake.
- Pienso que a parte de Jake, el idiota también eres tú. - reprochó Luca - Ruth está buena y es amable y agradable contigo, y no lo aprovechas.   Estás como un cencerro.
- Tíratela tú si quieres. - cortó Rubén, de broma. - Mi habitación está gratuitamente disponible para tí.
Violetta estaba roja de ira. Jake tenía razón. Ese cretino solo estaba jugando con los sentimientos de Ruth, como un Playboy que solo está por diversión con una chica... Era tan lamentable, que Violetta, indecisa y sin saber que hacer, echó a correr. El grupo se dio cuenta enseguida, tan pronto como la chica echó a correr, de que tenían que a espía. Rubén ordenó que la siguiesen, y lo hicieron, vaya si lo hicieron. Salieron a una velocidad sobrenatural, alcanzando poco a poco a Violetta, para ellos desconocida. Ella, presa del pánico, torció por varios pasillos, corrió por unos más amplios, otros más estrechos, unos muy iluminados, otros completamente oscuros. Se topó con lo que intentó autoconcienciarse de que no era una tela de araña. Todo era en vano, el grupo le pisaba los talones. Entonces, torció en otra esquina, y sus piernas ya no pudieron más, y cayó de bruces en el suelo, agotada. Respiraba con dificultad, y había dejado algo atrás al grupo, pero aún así, sabía que no traerían en atraparla. Tosió fuertemente, cómo la persona que acaba de correr una gran carrera. Su corazón latía aceleradamente, y latía con fuerza, a su vez, también notaba como su cabeza bombeaba sangre. Levantó un poco la cabeza. Era un pasillo ciego, sin salida, oscuro y claramente abandonado. Había charcos en el suelo, ratas muertas y cucarachas por algunas zonas. Unas muertas, otras vivían. Las arañas y telas que elaboraban estás mismas no faltaban, y había un fuerte olor a muerto por los alrededores. Era como si hubiese un cadáver, comido por el tiempo, con gusanos y cuerpo descompuesto. Empezó a sentir un miedo potente. Uno que le cortó la voz. No podía imaginarse siquiera el cráneo, mitad carne en descomposición, con mugre e insectos devorándola, y la otra mitad huesuda, con fracturaciones. Alzó la cabeza del todo, y el corazón, que por el miedo y la carrera latía rápido y fuerte, dejó de latir por unos momentos. En el muro sin salida que había tan solo a un metro de ella, había una frase central en rojo, chorreante. Decía lo siguiente:
"I found you"
Te encontré.
Violetta de llevó la mano al pecho, porque empezaba a faltarle el oxígeno. Miró instintivamente hacia atrás. No había nadie, solo el silencio. Volvió a dirigir la mirada al muro, dónde observó que también había caras sonrientes pintadas con el mismo líquido rojo.
"Solo es pintura, tranquila... Pintura, pintura, pintura" intentó concienciarse Violetta. También, en pequeño, había una especie de firma, ya borrosa e ilegible por el tiempo. Miró hacia las paredes, y por primera vez, al observar mejor, se dio cuenta de que había pequeños salpicones rojos, como si hubiesen golpeado a alguien con un arma grande de filo repetidas veces. Las paredes tenían más frases como nadie puede escapar, estamos condenados y solo puede sobrevivir el más fuerte; acompañadas de las mismas caritas sonrientes. Todo en rojo. Alguno de los charcos también lo eran, ya convertidos en manchas, secos. La piel de Violetta parecía nieve pura, blanca. Sintió que le faltaba la respiración, y fue su mente la primera en reaccionar para abandonar aquel pasillo de azulejos blancos salpicados de lo que demonios fuese aquel líquido o sustancia roja. A medida que se alejaba, veía más luz, y más, y más... Hasta que logró salir a uno de los pasillos centrales que conducían a clases. Esperanzada, dio un paso adelante, con el corazón latiéndole desbocadamente. Pero alguien de acercaba por detrás, en silencio, por uno de los pasillos que conducían a aquella oscura habitación... Violetta se quedó bloqueada por el pánico.

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⏰ Last updated: May 05, 2019 ⏰

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