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Antoine.
Desde el día del bar no veo a Amelie. Hoy me pidió si por favor podíamos vernos en su casa, que debíamos hablar de algo importante. Tengo mucha intriga, realmente no se que es lo que me quiere decir.
Siendo sincero, no tengo ganas de ir. No tengo nada que decirle y no quiero oír cosas que me sigan lastimando, ya lo hizo mucho. Estoy bastante feliz con el embarazo de Erika, aunque apenas la conocía y fue una noche de descontrol, el ADN salió positivo, y me ponía muy alegre. No quería que nada referido a Amelie lo arruine.
Agarro las llaves de mi coche y llego a su departamento sin ninguna interrupción. Ella me esta esperando en la recepción, y lo se porque la veo. Y ella a mí.
Me da una leve sonrisa y la saludo con un beso en la mejilla, el ambiente esta tenso.
—Debemos subir por las escaleras, el ascensor se rompio —rueda los ojos. Yo niego con la cabeza.
—Aquí no hay nadie, creo que podemos hablar sin problemas. Al fin y al cabo solo tú necesitas decir algo —ella suspira y asiente.
Nos sentamos en los pequeños sofás, frente a frente. Me mira y empieza a jugar con sus dedos.
—No se como empezar.
—Yendo al grano. No tengo todo el día.
Estoy siendo muy duro, pero realmente ella me lastimo mucho, y no quiero verla. Quizás así logre sacarla de mi mente, porque no puedo parar de pensar en ella.
—Lo que te dije esa... esa noche, era mentira —admite, mirándome a los ojos—. Yo si siento cosas por ti Griezmann, pero yo misma me convencí que tú solo me lastimarías, que no funcionaría, que yo no estoy a el nivel de Fleur o al tuyo. No soy de esa clase, simplemente no podía. Y al verte con ella, me invadió la ira. No tenía pensado decírtelo, pero me gustas, aunque no quiera admitirlo —sus ojos se cristalizan y yo no me puedo sentir más furioso.
—Me mentiste, mirándome a los ojos, y ahora que estoy construyendo mi vida, tú vienes con esto. Realmente, eres peor persona de la que me esperaba. Perdona por decírtelo así, pero con todo esto me di cuenta que tú no vales mis lágrimas Amelie. Tú y tu egoísmo, te convenciste de que te lastimaría porque no sentías lo mismo que yo y no sabías en que refugiarte para no lastimarme, y lo hiciste el triple. Y lo sigues haciendo, pero apartir de hoy, tú no existes en mi vida —con todo el dolor del mundo, solté esas palabras.
Ella me miraba impresionada, derramando bastantes lágrimas. Les juro que me duele más de lo que puedo explicar.
—Perdón, tienes razón. No valgo la pena, no derrames lágrimas por mi, Griezmann —dijo con la voz cortada.
—No linda, créeme que no lo haré más.
Sin dar tiempo a más palabras y más golpes a mi corazón, me di vuelta y camine hasta la puerta, para luego dirigirme a mi coche. Una vez dentro, me permiti llorar.
Nunca me espere que Amelie sería así, nadie me advirtió en lo que me metía.
Al fin y al cabo, las apariencias engañan.
Pero yo no mentía, desde exactamente este momento, Amelie no existe en mi vida.
