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Antoine.
Voy agarrado de su mano en la ambulancia. Todos estuvieron de acuerdo con que yo fuera con ella hasta el hospital.
Amelie está dormida. Las enfermeras hacen lo posible para que la herida deje de sangrar. El ladrón, que los chicos atraparon arriesgándose a recibir algún disparo, apretó el gatillo justo en su hombro izquierdo. Hay una distancia pequeña a su corazón, pero ella está estable.
De todas formas, no puedo parar de temblar y pensar que todo fue mi culpa. Tendría que haber llamado a la seguridad del bar, no aparecer de la nada. Fue un acto irresponsable, el ladrón podría haber matado a cualquiera de los dos.
La ambulancia llega al hospital y bajan rápidamente a Amelie en la camilla. Yo los sigo atrás, caminando rápido y pidiendo perdón a cada segundo ya que me llevo puesta a bastantes personas.
La mano de Amelie aprieta la mía, y sus ojos se abren un poco.
—No te esfuerces linda. Descansa —digo, siguiendo el paso rápido de las enfermeras y la camilla.
—¿Voy a-a mor-ir? —dice como puede. Sonrió y la miró a los ojos.
—Por un largo tiempo no lo harás, Amy —suelto.
Unas lágrimas se deslizan por su mejilla y baja su mirada.
—Te quiero muchísimo, Antoine. Ojalá puedas perdonarme y entenderme. Lo único que quiero es a ti, lo único que quiero es que seamos felices. De una vez por todas —suelta de repente, sorprendiéndome. La miro a los ojos, ella sigue llorando.
—Hasta aquí llega usted, joven. Le avisaremos cuando la operación termine —me dice un médico, dejándome parado en la mitad del pasillo.
Y viendo como se llevan a la mujer que quiero a la sala de operaciones, sin darle una respuesta. Sin poder decirle que la quiero, y el miedo a que ella no salga de allí y nunca haber podido decirle que la quiero junto a mí, me carcome por dentro.
