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Amelie.

Lo veía. Allí estaba, feliz, mostrando la ecografía de su hija. Seis meses. Más de la mitad del tiempo necesario. Tres meses más y Antoine tendría una hija.

—¡Amy! —soltó eufórico Lucas a mi lado. Mire a Hernandez con confusión—. ¿En qué pensabas? Te estuve hablando como media hora.

—Lo siento, ando un poco distraída. No me siento muy bien, me duele un poco la cabeza. Creo que me iré —lo miré culpable, ya que yo era su cita de esta noche. Lucas me mira y sonríe de costado. Quizás en otra ocasión hubiese recalcado lo lindo que se ve así, pero ahora no. No cuando Griezmann es dueño de mi cabeza.

—Esta bien, lo entiendo. ¿Quieres qué te acompañé a la salida? —asiento y agarró mi cartera.

No consumí nada esta noche, ya que debía manejar y no quería que me quitaran mi carro solo porque el test de alcoholemia salga positivo, por lo tanto no debo pagar nada. Me tomó el tiempo de saludar a los demás chicos, y cuando llega el momento de Griezmann, éste se levanta y se va al baño. Claramente para no saludarme.

Los chicos, que saben de mi historia con Griezmann, me miran apenados y otros con un poco de odio. Es entendible, él es su amigo hace mucho, yo solo soy una simple maquilladora que llegó para hacer sufrir a su amigo. Yo solo me encojo de hombros y me encamino hasta Lucas, hasta que Pogba me interrumpe.

—Ya se le va a pasar, dale tiempo. Pero espéralo, ambos se arrepentiran si no —me dijo en voz baja, yo solo sonrío un poco y niego con la cabeza.

—Él no se merece esto y yo tampoco Paul, ambos nos merecemos algo mejor —suelto mientras miro a Lucas, quién me espera pacientemente mientras usa su móvil. Paul lo mira, y luego me mira a mí.

—¿Para ti eso es lo mejor? —lo miro y me encojo de hombros.

—Me sigue pareciendo mucho para mí, pero creo que me merezco alguien que me quiera, sin terceros. ¿No? 

—Claro que mereces a alguien que te quiera, pero Lucas no es poco para ti, es demasiado. Mereces a alguien que sepa que quiera, que se levanté una mañana y siga eligiéndote a ti, y estoy seguro que Lucas no es así. Pero, es tu decisión. Yo solo te deseo toda la suerte del mundo —Griezmann se sienta en su respectivo asiento y me mira. Eso me hace caer en la realidad que él escucho toda la conversación.

—Gracias Paul, de verás. Me tomaré un tiempo para mí sola, creo que es lo mejor. Estoy cansada de sufrir con tipos que no saben lo que quieren —dije con la voz un poco más elevada para que el delantero me oiga, y simplemente me fui junto a Lucas.

Ambos llegamos a la puerta del bar y nos miramos. Mi auto estaba estacionado allí enfrente, la calle estaba desolada. Debo admitir que, aún estando junto a Lucas, tenía un poco de miedo. 

Ese bar no me transmitía confianza, era la primera vez que todos íbamos, y por la misma razón: no suele recurrir mucha gente.

—Opino por que no vengamos más aquí —suelto y Hernández sonríe.

—Opino lo mismo, me da mucha mala espina —lo miró y suspiro. Veo que un hombre se acerca caminando por la misma acera, pero lo dejo pasar.

—Me llamarás, ¿no? —le digo, y él asiente—. Esta bien, nos vemos entonces —me acercó a él, y Lucas intenta darme un beso en la boca, pero yo corro mi cara. Termina dándomelo en la mejilla, y el ambiente se vuelve algo incómodo.

No lo miro por última vez, solo me doy media vuelta e intento caminar rápido hasta mi auto, pero el hombre extraño me intercepta. 

—¿A dónde vas, cariño? —saca un arma de su bolsillo y mis piernas tiemblan.

—No, por favor —me agarró fuertemente de mi cartera y él me mira.

—Dame eso —unas lágrimas se deslizan rápidamente por mis mejillas—. ¡Rápido! —mueve su arma, instantáneamente me la quito y se la entrego.

—¡Ey! ¡Déjala en paz! —la voz de Griezmann se escucha por toda la cuadra.

Debo admitir que me lleve un gran susto, más del que tenía, ya que él simplemente salió de la nada. Y se ve que el ladrón también se asusto, ya que no dudo en apretar el gatillo. Y desde ahí, no recuerdo nada más.


maquillaje » antoine griezmann.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora