Josuke estaba sentado en uno de los sillones blancos de la sala de estar, ese aspecto moderno que se combinaba con enchapados de oro falso le hacían resaltar una combinación generosa entre la época anterior y la siguiente, haciéndole recordar lo mucho que le gustaría ver cosas así mas seguido, aquella mezcla entre lo antiguo y lo nuevo, lo mayor y lo joven, esas mezclas rechazadas que le hacían vibrar su corazón por la osadía de aquellos sus incursores de la materia. Pensaba en sus relaciones, en aquellos que se atrevían a juntarse con la gente mayor para adquirir un conocimiento o por el mero gusto de su compañía, ya que sentía que un gran ejemplo para ello era Jotaro, lo sentía tan cercano como un hermano y con el amor de una pareja (sin llegar a serlo por las circunstancias de la vida, claro), pero no podía negar que verlo le causaba un estremecimiento valioso a su joven corazón y que ello le seguían sus estúpidas e incontrolables ganas de temblar como si se convirtiese en un perro chihuahua que vio a su dueño llegar por el pórtico de la casa.
Josuke admiraba de paso a la gente que caminaba, se deprimía en sus adentros al ver a toda esa gente adinerada reírse por una anécdota chistosa o vacilar comentarios directos de manera poco coloquial, haciendo que pensase en la soledad que lo invadía en ese momento exacto, sentía que su presión se elevaba y sus rojas mejillas comenzaban a florecer en sus colores mas vivos, llenándolo de un bochorno al pensar que preferiría alimentar a su soledad con una dosis de compañía sabia, por ello esperaba ansiosamente a quien estaba por recibirlo en algunos momentos.
El joven miraba de un lado al otro, pensaba que no llegaría debido a que transcurrieron 30 minutos después de la hora acordada, y ello le hacía sentir un pequeño estremecimiento mientras que los nervios le invadían en forma de una pequeña mordida discreta a su labio inferior, dejándose llevar por un poco de dolor para limitar esa sensación de traición. Esperaba que Jotaro-san fuese puntual, siempre lo era, pero en este preciso se pasó.
Su mirada inquieta se rondaba por los pasillos blancos como el mármol y revestidos por las alfombras de terciopelo rojo en mezcla de un dorado que le hacían de bordes sencillos y relevantes, dejando un ambiente donde todo lo que rondaba en la vista de Josuke parecía succionarle todo el dinero que le quedaba, dejándole esa sensación extraña de impertinencia en un lugar con más alto calibre del que podría costearle la suerte.
Josuke sintió que su cuerpo se inundaba en una inseguridad que no le caracterizaba, el tic-tac del reloj principal le ponía los pelos de punta cuando la pesada y refinada manecilla de meneaba de un lado a otro, vacilando al punto de no tocar con las paredes de madera barnizada que lo conformaban con tanta fineza. Miraba al techo moviendo su pierna, se entrelazaba los dedos y jugaba con ellos de manera que no lo dominase la desesperación, ya que sentía la necesidad de comunicarle algo urgente que iba creciendo dentro suyo, algo que iba guardando de a poco pero su latido aumentaba al solo pensarlo, de que esas gotas de sudor a su lado significaban algo más que la propia inseguridad que ya sentía.
Jotaro salió de una puerta roja, enorme y con manijas de oro (o que intentaban simularlo) para acercarse al hall del edificio, bajaba los escalones con sutileza y con la firmeza suficiente para demostrar que el resonar de sus zapatos contra el mármol fino de las grandes escaleras era tan duro como su seguridad a la hora de actuar, dejaba que su mano venosa acariciase las tomaderas de la escalera con completa calma, dejándose llevar por el viento potente que emanaba desde la entrada principal hacia los escalones donde se hallaba este hombre. Su gorro casi vuela, pero su Stand agarró el blanco implemento para colocarlo en su lugar sin tener que recurrir a las preocupaciones normales, se hallaba seguro y tranquilo, rescilente y con las aptitudes para enfrentar aquello que Josuke quería decirle con tanta urgencia.
Josuke vio como llegaba su cita y saltó como si tuviese un resorte en el asiento para erguirse frente a su mayor, dándole a entender que su manera tranquila de actuar sería rota por la manera intranquila de actuar de ese joven estudiante. Jotaro apreció como ese extraño y curioso individuo se acercaba con un paso acelerado pero regulado para no perturbarlo, notó que se arreglaba el pelo con la mano y se fijaba ese look único que caracterizaba por precaución a que el fuerte viento le quitase todo su esplendor, veía que llegaba de la escuela por la maleta que portaba con tanta cautela entre uno de sus brazos pegados con disimulada firmeza a su cuerpo y que se agitaba su mirada cuando sus ojos se conectaban. Jotaro sonreía por dentro, lo encontraba divertido de cierta manera y un poco lindo, por el hecho de que se preocupase tanto de su orden de una manera que solo lo haría una mujer.
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[×Jotajosu×] Cuando me doy cuenta que el mundo se va a extinguir.
FanfictionLas manos tiemblan Los pensamientos tiritan El lapiz de un artista Los puños de un guerrero El amor de unos amantes Todos ellos son elementos usables en el juego de la mente, donde quien empuña su arma con mayor velocidad es quien gana, pero ¿Quien...