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Capítulo 0. El juego que da el tiempo: Prologo

Las cosas últimamente estaban empeorando y no es que no tuviera días malos, pero lo que él llegaba a conocer como lo malo, ahora se transformaba de manera lenta pero progresiva en algo desesperante y maligno, algo peor que lo malo que siempre enfrentaba, así que enumeraba en su mente las cosas malas que habían sucedido los últimos días, contó despacio, 12 problemas que abrumaban como una pesada carga su cabeza; así que al final lo decidió y se dio cuenta de algo, algo muy importante.

Ahora si se encontraba harto, harto de todo, los duelos, los insultos, las humillaciones, las miradas de desprecio del querido Lord Heylin, todo estaba hartandolo. Era hora de que el mismo pusiera un alto ante tantas cosas, ante todo lo que le detenía, por que ella le había dicho eso y era correcto, recordó la vez que se lo dijo hace una semana; cuando él con tanto entusiasmo le había presentado que era de su vida a una vieja amiga de la infancia, la pregunta que le había dirigido en aquel momento le había parecido estúpida, ahora recapacitaba las palabras que salieron en ese momento.

"¿En serio crees que mereces algo así?", en ese momento él se había congelado y dejado de reír para ver serio a la persona que tenía delante de él esperando una respuesta, la chica solo dio una sonrisa gatuna "No me digas que enserio crees que das todo tu potencial tecnológico en este tipo de vida, déjame decirte que he visto cosas más avanzadas cuando tenías cuatro años que en estos momentos, eres un verdadero genio para estar desperdiciando mucho de tu talento en una profesión que no te dará lo que en verdad deseas, limitandote además y por si fuera poco ganando insultos y golpes por tus intentos de impresión, digo que podrías lograrlo con un poco de entrenamiento, pero a la única persona que quieres como profesor no quiere saber de ti, ¿que clase de vida entonces quieres tratar de llevar?".

Su amiga siempre había sido sincera, jamás ocultaba lo que pensaba así que no refuto cuando le dijo todo eso en su propia cara, luego de unos días se dio cuenta de que su preciada amiga tenía razón, más que mucha razón; por lo que había decidido algo que cambiaría por completo su lugar en ese mundo; aceptaría la propuesta que la misma chica le había ofrecido, solo que debía recibir un poco más de información.

Así que aquel día tomo el teléfono y llamo a aquella chica a la cual conocia como amiga para contarle su decisión, era hora de un cambio de juego y ella sería el perfecto lugar  para encontrar ese cambio.

Desde entonces había pasado cinco años, años en los que se dedico a ser feliz por si mismo, en donde consiguió una verdadera familia, que lo apoyaba, quienes lo veían como su igual, lo entrenaron y por obras del destino ahora era planeado el volver.

- ¿Estas pensando en aquella ocasión? - ella no era tonta, sabía que algo sucedía, era raro encontrarle tan sumergido en sus propios pensamientos que la que ahora tenía el titulo de su "hermana" había caído en la cuenta de que el chico no estaba poniendo nada de atención a lo que tenía que hacer, era un verdadero lió de marañas y pensamientos.

- Pensaba - comenzó el con voz vacilante y débil, estaba tan perdido que hablar era un movimiento automático.

- En aquella vez que tome el teléfono y decidí que era suficiente con todo lo que tenía que no necesitaba más que el deseo de vivir y crear - la voz se volvió enérgica como si una pila nueva fuese puesta en un viejo juguete que comienza a moverse de manera rápida e impetuosa.

- Si bueno, me gustaría decir que no volverás a ver a esas personas pero creo que nos estaríamos mintiendo, empaca las cosas, la misión es en esa dirección, lamento abrir viejas heridas - ella lo decía como si hubiera sido causante de las heridas de su querido hermano, aunque los uniros causantes de esas heridas eran las personas que pronto vería, aquellas que una vez prometió destruir, aquellas a quienes había dedicado unos de sus años de vida, aquellas que lo había atado a algo que no pertenecía, eso acabo hace cinco años y tenía que regresar en ese momento pero tal vez las cosas cambiaran a su favor. 

Era posible que las cosas se sintieran en su lugar ahora.


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No me canso de esto las ideas siempre siguen viniendo, espero que disfruten de este pequeño prologo.

Advertencia: Próximos capítulos largos (10,000 palabras o más)

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¿Y si mi destino es...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora