Capitulo 4: Negociación

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Parte 1

Los dos Caballeros de la Muerte invocados desaparecieron del otro lado de las puertas. Rugieron anticipando la alegre matanza, mientras que resonaban los gritos de los moribundos. Una vez que las puertas dobles se cerraron lentamente, su grosor significaba que los sonidos de la masacre al otro lado no harían más que cosquillas a los tímpanos.

"Esto debería ser suficiente por ahora."

Había un tiempo límite para los Caballeros de la Muerte que no habían sido creados usando cadáveres. Aun así, si las estimaciones del poder de combate que poseían los Quagoa eran acertadas, ellos dos deberían ser capaces de vencer a una porción considerable de los atacantes, incluso sin conocer la cantidad de oponentes. Si el enemigo no era incompetente, seguramente se retirarían para reagruparse luego de sufrir suficientes pérdidas.

(Espero que no se retiren aún. Si construyen un campamento, significará que el peligro es claro e inmediato. De esa forma, la nación Enana tendrá que trabajar con nosotros. Debería ordenarles a los Caballeros de la Muerte que se contengan por ahora... es bastante molesto cuando no puedes permitirte ganar por un amplio margen.)

Mientras Ainz reflexionaba sobre estos detalles en silencio, le echó una mirada al Comandante en Jefe, que lo miraba a él con una sonrisa nerviosa en la cara. Ainz no tenía idea de por qué tenía esa sonrisa nacida del terror en la cara — y en ese momento un foco imaginario se iluminó sobre la cabeza de Ainz.

(En este momento ya debería haberse acostumbrado a mi apariencia, así que probablemente es debido a los gritos de los Quagoa en el exterior. Bueno, es verdad que los gemidos de los moribundos pueden ser algo perturbadores.)

Dicho esto, Ainz sentía que no tendría que importarle tanto los gritos del enemigo. Sin embargo, el comandante no sería humano —o mejor dicho Enano— si no pensara de esa forma.

(Pero, ¿cómo podría alguien así ser un comandante de guerreros? Esto es ligeramente preocupante.)

Sabía que lo estaba pensando demasiado, pero Ainz continuó mirando al Comandante en Jefe. En ese momento, Gondo se acercó a él.

"Entonces, Su Majestad. Regresaré a casa por un momento."

"Ahh. Entonces, ¿me ayudarás a preparar las cosas por tu lado?"

"Por supuesto. Haré los arreglos y las enviaré. Está bien si el tiempo o cualquier cosa no es correcto, ¿cierto?  Puedo contar con sus hechizos en caso de que algo suceda, ¿cierto?"

Ainz extendió un puño y lo hizo chocar contra el de Gondo. Ellos habían hablado de muchas cosas antes de llegar aquí, y parecía que había sido efectivo.

(Gondo realmente habla mucho...)

Tendía a monopolizar la conversación, y hablaba de manera tan prolongada que parecía que nunca terminaría. Este debía ser el resultado de estar obsesionado con el arte casi perdido de la herrería rúnica y luego ser marginado. Era por eso que continuaba parloteando del tema con Ainz —que se había interesado en el asunto— como una represa rota.

Ainz podía entender cómo se sentía, porque había ocasiones en las que Ainz también quería hablar con gente que compartiera sus intereses. Sin embargo, Ainz no estaba siguiendo este largo monólogo por la bondad de su corazón.

Gondo le dio un ligero toque a su mochila mágica y comenzó a alejarse caminando.

El Comandante en Jefe parecía querer decirle algo a Gondo, pero al final no lo llamó.

"Entonces, ¿qué debemos hacer ahora? ¿Deberíamos esperar un poco antes de abrir las puertas e inspeccionar el resultado de la batalla?"

El Comandante en Jefe debía de haber anticipado la pregunta de Ainz. Respondió de inmediato, como si hubiera preparado la respuesta de antemano.

Overlord Volumen 11:Los artesanos enanos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora