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—¿Piensas que esa es una buena idea?

Deteniendo su caminata de vuelta a la Torre de Gryffindor, Harry se sobresaltó en su lugar al oírle, cerrando los ojos y frunciendo el gesto entero con desagrado. Encontrarse con Draco Malfoy era lo único que le faltaba para que su día fuera de lo más espléndido. Era el colmo.

Suspiró temblorosamente y dio la media vuelta para toparse con un Malfoy muy espabilado para ser la hora que era. El rubio platino sonrío encantadoramente y enarcó una de sus perfectas cejas hacia Harry, añadiéndole más efusividad a su cuestionamiento. Estaba recargado completamente despreocupado sobre el muro de cemento y, al contrario de lo que se esperaba, no llevaba puesta ninguna pijama.

—¿No deberías estar desde hace horas en la cama? Son casi las tres de la mañana—afirma Harry con el mismo tono que el rubio ha usado con él, casi retándole—. ¿Qué haces aquí?

Malfoy resopla entre la sonrisa y se acomoda correctamente sobre el muro, sin parar de sostenerse de él.

—Debería preguntar lo mismo—suspira dramáticamente de un modo tan teatral que Harry quiere sacarse los ojos por la frustración y Draco luce complacido por su reacción, divertido hasta los huesos—. Salvo que yo sí sé qué estabas haciendo aquí.

—Nada, claramente. Insomnio.

Malfoy sonríe gatunamente ante la respuesta escueta, como si realmente disfrutara del fortuito encuentro.

—Por supuesto, yo también paseo por el aula de pociones cuando tengo insomnio—dice sarcásticamente, lamiendo sus labios antes de continuar—: Sólo que yo definitivamente no hago una parada para preparar Amortentia. ¿Por qué no sólo robarla de los estantes de Snape? La preparación es larga y tardada, ¿te has levantado cada noche durante casi un mes? Me sorprendes. Róbala y ya está.

—¡Shh!—interrumpe el morocho, golpeando el brazo del más alto con molestia, cosa que hace a Draco reír a carcajadas—, santo cielo. Cierra la maldita boca. De por sí siempre está pisándome los talones para encontrar algo con que castigarme, no necesito que también se entere de esto. Si la robara, él se daría cuenta.

—Oh, pero no se dará cuenta de que le faltan ingredientes—se burla Malfoy, iniciando a aplaudir con entusiasmo— Absolutamente astuto, Potter. Te felicito. Diez puntos para Gryffindor.

—Sólo... cállate, ¿bueno?—Harry luce hastiado cuando le gruñe, cosa que hace que la sonrisa de Draco Malfoy se expanda por su rostro como una plaga y Harry sólo quiere arrancársela—. No tengo ganas de lidiar contigo ahora.

Pero Draco no se alejó ni discutió con él por ello, solo se quedó ahí, parado y mirándole de pies a cabeza, examinándolo exhaustivamente.

—La verdad es que nunca te creí esa clase de chico—declaró con total calma.

—¿Cuál?—preguntó Harry, cada vez más confundido y cansado. Le miró interrogante y entonces se interesó de nuevo en la plática, avanzando un paso con lentitud hacia el chico rubio.

—La clase de chico que atrae a la persona que le gusta con un filtro de amor—entonces Draco bufa como si Harry fuera demasiado estúpido y el morocho vuelve a molestarse por su actitud—. Digo, lo creí posible de la comadreja, pero de ti... Merlín santísimo, jamás pude haberlo imaginado.

—¿Terminaste?—pregunta el morocho, dispuesto a irse de lo contrario. Sin embargo, Draco lo ignora con suma facilidad, casi automáticamente.

—Dime, Potter. ¿Qué pensabas hacer cuando el efecto se acabara?—le cuestionó, sonriendo de medio lado—¿Pensabas suministrarle pociones hasta que te aburrieras?

Las cejas pobladas del morocho cayeron con pesadez sobre sus ojos verdes y la molestia comenzó a sentirse como bilis subiendo por su garganta.

—No—exclamó Harry, furioso hasta los cabellos—. Déjame en paz, Malfoy.

—Me encantaría ver la cara de todos mañana cuando se los cuente—siseó Draco—: A Pansy, a Weasley, a Cedric, a la sangre sucia... A Chang-

—Está bien, está bien, basta ya—interviene Harry hablando apresuradamente y levantando sus palmas al aire para mostrar su rendición—. Ya basta. ¿Cuánto quieres?

—¿Qué?

Draco estaba esperando cualquier insulto, incluso un hechizo, pero jamás pensó que esa sería la respuesta de Harry Potter.

—¿Cuánto quieres por tu silencio?—responde como si fuera demasiado obvio y es hasta entonces que el ceño de Draco se frunce y su sonrisa se deshace con asco.

—¿Dinero?—resopla Draco con enfado— yo no me vendo por dinero, Potter. ¿Qué me viste cara de necesitado?

—Entonces, ¿qué quieres?

Harry se cruza de brazos, esperando pacientemente una explicación.

—Un trato—responde rápidamente el más alto, asintiendo muchas veces para darle énfasis a sus palabras—. Sólo eso. Un trato.

—¿Qué tipo de trato?—susurró con especial cuidado el morocho de ojos verdes, frunciendo sus labios entre sí.

—Uno en el que los dos salgamos beneficiados—y Harry piensa que está bromeando por unos largos segundos por el modo tan peculiar en que su contrario sonríe, pero no es así. Se da cuenta de ello cuando Draco no ríe ni se burla, habla en serio. Mucho. Así que el de lentes alza las cejas en lo alto de su frente y la sonrisa del rubio se ensancha—. No necesitarás siquiera de Amortentia.

—...¿Cómo se supone que eso funcionara? ¿Qué es lo que quieres?

—Eres cauteloso, eso te lo admiro—carcajea—. Te ayudaré con Cedric.

—¿Cedric?

—Cedric—afirma Draco.

—Muy bien, Draco—murmura confundido Harry, y ni siquiera se inmuta de que lo ha llamado por su primer nombre—. ¿Cómo por qué querría ayuda con Cedric?

—Le ibas a dar la Amortentia a Chang, ¿no es así?—levanta una ceja—. Yo te ayudaré con Cedric. Así podrás tenerla para ti y yo lo tendré a él. Todos salimos ganando, un brindis por mí.

—No voy a hacer nada para separarlos, si es lo que estás pensando. Tengo principios. ¿Por que tipo de persona me tomas?

Draco bufa divertido, negando con su cabeza mientras ríe del menor.

—Por la clase de persona que se irá a la cama, se lo pensará seriamente y aceptará mi propuesta mañana por la mañana—se burló—. Dices que no vas a separarlos... ¡Ibas a darle un filtro de amor, Potter!

—No se lo iba a dar—miente entre dientes el moreno, poniendo los ojos en blanco—. Además, ¿por qué aceptaría un trato contigo? Es como firmar mi sentencia de muerte y entregarle mi alma al diablo.

—Aceptarás porque quieres hacerlo—dijo en un inicio, pero después sonrío con suficiencia y guiñó uno de su hermosos ojos grises—, sin mencionar que soy malditamente irresistible.

—Ya, por supuesto. Sólo déjame ponerte una cosa en claro, mi respuesta mañana seguirá siendo no.

Draco volvió a inspeccionarlo con la mirada y ladeó su sonrisa.

—Aceptarás.

—No lo haré.

—Lo harás, Potter. Lo harás—sentenció Draco, dando la media vuelta con sus manos ocultas en los bolsillos de su túnica y comenzó a caminar en dirección contraria, directo a la sala común de Slytherin.

De filtros de amor y otros secretos, DRARRY.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora