¿Donde estoy?

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Las ruedas de metal vibraban a mis pies, el paisaje pasaba casi imperceptible a mis ojos, todo era una rápida vista entre lo borroso abstracto y la realidad corriendo a mi lado, mi vista se centraban en mi reflejo sobre la ventana que daba a las líneas del tren apartando mi pasado de mi futuro, fue entonces que una tos dos sillas delante de mí me hizo respirar, me estaba marchando de la ciudad a la que me aferre y jure nunca abandonar, en mis piernas reposaba mi mochila café de dibujos borrados por el tiempo y el trajín del día, mis botas militares llenas de polvo pegado de semanas en uso, el borde de las medias se asomaban adheridas a la pierna, mi chaqueta negra me daban apenas para calentar mi frió corazón, mi pantalón verde oliva causaba curiosidad a la mujer al lado de mi banca, sus ojos se aferraron a ello, más aun cuando saque de mi mochila un pasamontañas café para cubrir el poco cabello que había dejado sobre mi cabeza y que la vieja navaja suiza se había negado a cortar , mientras buscaba mis audífonos en los anchos bolsillos del pantalón , escuche como la mujer de la tos silbaba para llamar al ayudante del tren, murmuro un par de largas palabras y sin quitar la mirada inquisidora de mi le dejo ir, él se marchó, segundos después una segunda ayudante llego con una botella de agua y un vaso de hielo, la canción estaba a la mitad cuando subí mi pierna derecha a un borde lo suficientemente fuerte y amplio para que mi bota diera sostén a mi pierna y con mis manos daba la tonada de la batería, una dos tres, 20 canciones y mi destino final aun parecía ser solo un pensamiento vago y abstracto, la tarde había muerto como mis esperanzas, la mujer a mi lado estaba con la cabeza hacia atrás, una manta gruesa protegiéndola del frio y un pañuelo que cubría sus ojos, sin mencionar su boca abierta de par en par soltando ronquidos sordos y molestos a quienes escuchaban las sinfonías que su boca despedía, las estrellas guardaban fidelidad al cielo, ella seguían el paso del tren en marcha, mire mi reloj masculino negro marcaban las 8:30 de la noche, por mi suerte nadie más monto aquel tren , el asiento de mi lado estaba desocupado incluso el de al frente, acostando mi cuerpo sobre la silla intentando divisar algún ayudante, los pasillos oscuros y solitarios como mi alma daban fe que podía dormir sin que me dieran una advertencia, no se debe acostar sobre los asientos a menos que hallas pagado por los dos.

12:30, divise en mi reloj masculino los luceros y estelas de colores se negaban a dejarme dormir, amaba mirar las estrellas, el poco de sueño que había recogido en las horas de viaje me habían dejado claro que eran ayer, hoy quería seguir disfrutando de la noche, las farolas de una estación próximas se daban a la tarea de escandalizar mis ojos como rayos infernales ,con suerte nadie estaría allí, y el tren pasaría como en las otras, sin embargo la velocidad se redujo el ten daría la bienvenida a unos pasajeros , la puerta del final del pasillo se abrió automáticamente dejando escapar un chirrido magnético mi cabeza palpito, tome mi mochila en las mano, cruce mis piernas fingí dormir, los pasos del ayudante dieron señal que habían pasado y que recibieran más pasajero, mi idea de dormir cómoda se había esfumado, suavemente retiraba el brazo dejando que de a poco mis ojos se acostumbraran al brillo amarillo de las luces de la estación, el lugar estaba repleto de soledad, no entendía porque se había detenido, unos cuantos pasos dentro el pasillo metálico hicieron que el pensamiento anterior fuera reprimido, la asistente y el chico de la botella de agua pasaron sonrientes y hablando cómodamente, pasos atrás venia alguien más, mis ojos se giraron nuevamente a la ventana viendo como la estación quedaba detrás de mi cabeza, ni siquiera gire a despedirme de ella, no me importaba, el nuevo pasajero estaba en la silla de adelante pero frente a mí, su aspecto misterioso no hizo más que provocar un largo bostezo en mí, nuevamente las luces se apagaron y mi trabajo de vigilar que no hubiera nadie cerca para volverme a recostar volvió, saque una bufanda azul con negro y la envolví en mi cuello cubriendo parte de mi boca y mi nariz, golpee un par de veces la mochila para hacerla cómoda como si de mi almohada se tratase y luego de verla cómoda puse mi cabeza sobre esta, mis ojos se cerraron magnéticamente con la sonrisa del nuevo pasajero, la oscuridad siguiente se acabaría cuando la chimenea del tren humeante y su pito sordo indicaran el sol naciente y la ciudad de mi destino a la vista, quite de mis ojos la pereza frotándolos suave y levantándome de la silla , nuevamente la puerta metálica a mi espalda se abrió, los ayudantes vestidos de manera perfecta se acercaban a la puerta de salida mientras el tren reducía su velocidad a solo un freno, la señora de mirada inquietante se había marchado, mientras el pasajero de la madrugada seguía dormido, quite mi pasamontañas y revolví un poco mi cabello corto, eche un par de risas locas, de ver la magnitud de mis rabietas

La máquina nuevamente se puso en marcha dejando escapar un sonido más fuerte a mi espalda, ancle mi mochila en mi hombro mientras guardaba mi pasamontañas en el bolsillo izquierdo de mi pantalón, di un leve suspiro mientras contemplaba el lugar.

 'Nada mal' me dije a mi misma intentando convencerme que era así, había pasado los últimos 17 años de mi existencia en la misma ciudad, había sido criada en 5 lugares distintos y mi último hogar por los últimos 12 había sido en en el área central de la ciudad, lo más lejos que había ido en aquel entonces había sido al lago Madison el cual quedaba a media hora en el auto familiar, en aquel momento había recordado incluso la última vez que había viajado con los Smith, mi familia.

<Era un 4 de julio y el verano estaba a flor de piel, Robinson había decidido que dado nuestro esfuerzo en el periodo escolar merecíamos una gran salida, y lo fue.

La tarde de ese día pasamos entre saltos del puente flotante, comiendo salchichas, refresco,muchas golosinas y frituras de bolsa que nos permitieron comer, corrimos, saltamos, jugamos, todo fue un verdadero sueño tanto para mí como mis 3 hermanos, Peter, Mike y Marcus en aquel momento. Durante el viaje de regreso, Christine había bautizado aquel día como 'el dia de los Smith', todos sentimos orgullo cuando ella lo dijo, todos nos llenamos de alegría y vida, nadie lo dijo, pero lo sentí así por la sonrisa de mis hermanos, luego de eso todos nos quedamos dormidos en el auto y despertamos al llegar a casa, la hora ni siquiera sobrepasaba las 9:45 de la noche y todos estábamos en cama listos para descansar esa noche. Todo fue magia en ese momento y desee antes de dormir a las estrellas que por mi ventana veía que días se repitieran cada año. >

Pero ahora eso, jamas pasara. 

SCARED :THIS IS NOT MY LIFEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora