Gamma II

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El cambio implícito en la vida es un misterio casi tan grande como el amor.

Pasar de ver fuegos artificiales bajo tus párpados a sentir tus sentimientos ardiendo en llamas no es ningún camino fácil de recorrer.

Era una mierda a decir verdad.

Desde el comienzo sabía que el gélido carácter del sujeto a quien su corazón había elegido iba a ser una dificultad a superar.

No esperaba que se demostrara aquello justo al día siguiente de una explosión en sus sentimientos, lo suficientemente fuerte como para derretir todas sus terminaciones nerviosas.

De hecho había gastado varios minutos antes de un apacible sueño imaginando cosas demasiado agradables para ser reales.

Un Black Hat ligeramente diferente. Uno que no le gritase cada que quisiese. Ser algo más que un subordinado, que le dejara de tratar como una de sus mascotas.

La noche arrullada por los recientes acontecimientos lo llevó a un sueño profundo, fue una excelente noche. Sin sueños tormentosos o terrible insomnio, y el recuerdo de esos labios cálidos robándole el aliento transportándolo a un edén de maravillosas posibilidades.

La mañana fue relajada como su preludio ameritaba.

El trabajo en el laboratorio mostró agradables resultados. Y sintió que lo único que terminaría de arreglar su día sería ver a Black Hat por algún pasillo.

Que le dedicara una mirada cálida o una sonrisa cómplice.

Incluso llegó a imaginar el remoto momento en que le preguntaba por su noche y tras sus palabras, le besaba salvaje y hambriento, como todo buen amante hace.

Como suele ocurrir a menudo la realidad lo golpeó, decepcionándolo cruelmente.

El grito de Black Hat llegó oportunamente a cada trabajador de la mansión.

Los solicitaba en su oficina, amenazando que si alguno tardaba, su cabeza sería el próximo pomo de la puerta de entrada.

Todos estuvieron puntualmente ante su escritorio.

Y el desconcierto se transformó en decepción cuando Black Hat no le dirigió en ningún momento la mirada.

Su tono de voz era frío. Terriblemente estricto y exigente.

En la mansión eran comunes los errores técnicos. Como en cualquier empresa. Pese a ello, eran el principal detonante para el terrible carácter que se cargaba su jefe.

Y para mala suerte de todo aquel que se cruzase en su camino, aquella mañana había sido un completo desastre. Una maraña imposible de terribles errores, de los que Flug no se había enterado.

Un par de pedidos habían llegado a los destinos equivocados, una campaña publicitaria se había atrasado irremediablemente e incluso en medio de terribles confusiones alguien había otorgado un reembolso a uno de los clientes. ¡Un reembolso!

Era para no creerlo.

Como acostumbraban, todos estaban allí para ser reprendidos.

Soft •Paperhat•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora