Si te quejas de que te traiciono, búscame enemigos a los que pueda odiar.
Pierre Corneille (1606-1684) Poeta y dramaturgo francés.
No había mejor momento para conspirar en Rusia que el día de año nuevo. Todos estaban dormidos, tras la gran borrachera del día anterior. Así que se reunieron los tres en una sala oculta del palacio de la emperatriz en San Petersburgo para comunicarse los avances del plan contra Apraksin y la zarina.
Valeria lo primero que hizo fue contarle a Catalina el plan que había maquinado. Y, contentísima ésta le contestó:
–Ya sabía yo que erais los indicados para esta tarea. No creo que hubiese nadie que lo hiciera mejor que vosotros dos. Os felicito.
–Esta mujer es muy lista. Creo que podremos conseguirlo.– Añadió el ahora general Guillermo.
Valeria se sentía orgullosa de serle útil a su patrona.
–Yo también tengo algo que deciros. Se trata de Bestuzhev. Ese hombre es muy listo. Sabe lo que puede pasar. Convendría aliarse con él.
–Es un fuerte aliado de la zarina. No sé cómo puedes pensar que se puede confiar en él.
–Guillermo, no te alteres.– Continuó Catalina, acariciando el mentón del oficial. –Lo que quiero decir es que ya me ha dado algunas indirectas para aliarse conmigo. Se está enemistando con Pedro, pues Bestuzhev quiere la guerra con Prusia tanto como la emperatriz. Por eso, está perdiendo influencia con su sobrino. Contrario a invadir a su gran admirado Federico II. Si muere la emperatriz tened por seguro que hará la paz con Federico.
–Bueno, alteza, ya sabrás como maquinarlo mejor. Al fin y al cabo eres tú quién se la juega.
–No os preocupéis. Creo que sé lo que me hago.
Pero Valeria había avisado a Guillermo de algunos peligros que corría Catalina. Y éste no dudó en echárselos en cara. Valeria no habría tenido el coraje suficiente para hacerlo.
–Sí que nos preocupamos, alteza. – Guillermo estaba ahora extremadamente serio. – Hay ciertas relaciones que pueden ser muy perjudiciales para esta conspiración.
–¿Relaciones? ¿Qué relaciones?
Valeria se apartó de la conversación y se tapó la boca con la mano.
–Lo sabes de sobra, alteza. Sergei Saltikov.
–¿Qué sabes de él?– Ahora Catalina se puso de pié.
–Lo que sabe toda la corte, Catalina. No ves que esto puede destrozar cualquier oportunidad que tenemos de éxito.
–Te prohíbo que me hables así, Guillermo.
Guillermo ahora dio un fuerte puñetazo en la mesa. Y se levantó también. Y levantando demasiado la voz gritó:
–Si no te lo digo yo, ¿quién te advertirá? ¿Ni siquiera tu marido tiene la osadía de reprocharte tus caprichos? ¿Tienes idea de lo que sucedería si pasase algo? ¿Tienes idea de dónde podrías acabar?
La heredera al trono ahora se sentó. Se sentó y se tapó la cara con las manos. Al instante, Valeria se le acercó para consolarla.
–¿Has visto lo que has conseguido?– Dijo Valeria a Guillermo mientras apoyaba su mano en el hombro de Catalina.
–Alguien debe decírselo, Valeria. ¿No te das cuenta?
Catalina ahora intentaba respirar con normalidad. Pero permaneció unos minutos callada. Durante ese tiempo, Guillermo se sirvió un vodka. Y luego sirvió a los demás.
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Plumas y banderas
RomanceSiglo XVIII, en la América española, una capitana pirata, un Almirante de la Armada Real, un amor furtivo, el orden contra el caos. A punta de pistola, y a duelo de navíos la desafortunada pareja tendrá que enfrentarse a sus destinos por una pasión...