2 Cap.

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-¡Dijiste que me protegerías!- Gritó la mujer asustada. Pues su enfermedad había empeorado, ya no tenía mucho tiempo.

-¿olvidé comentarle? Yo sólo retrasé su enfermedad, no la curé, pues puedo ser castigado si evito su destino, no es mi culpa que usted vaya a morir, es su destino- dijo Takeshi mirando hacia la ventana el frío y blanco escenario.

-Ustedes son tan extraños, se preocupan tanto por ustedes mismos, que olvidan a los demás, se vuelven egoístas y arrogantes y se nublan por conveniencia, qué gracioso- dice Takeshi haciendo líneas de diferente tamaño en el empañado vidrio de la ventana.

Madame Red no habló, sólo se dignó a mirar a Takeshi dibujar las líneas.

-Mire, no se me permite contarle cuando se morirá, pero no es lejana su muerte, y le comentaré que cuando usted muera, yo tomaré su alma, y las de sus hijos, y me iré de este lugar, así que aproveche el tiempo que le queda- dijo Takeshi y salió de la habitación.

-¡No!- gritó furiosa, - ¡Tú no lo harás! ¡Yo viviré! ¡Y tú regresarás al sucio y asqueroso agujero del que saliste!- gritó la mujer golpeando frenéticamente la puerta hasta caer al suelo y soltar un doloroso llanto.

Takeshi sonrió al escucharlo, pues ella no pasaría de las doce de la mañana.

En la mañana del día siguiente, Takeshi cumplió su misión y tomó su recompensa, sin antes hacer sufrir a Madame Red.

“-¡Takeshi! ¡Suéltalos!- dijo la mujer sufriendo en el suelo ensangrentado.

-¡Te arrepentirás de dirigirme la palabra de esa manera Charlotte Red!- gritó Takeshi.

Sus ojos azules cambiaron a un carmesí profundo, tan profundo como un verdadero abismo infernal de la tierra envenenada.

-¡Takeshi!- Gritó la mujer, pero eso no evitó que el tomara a sus hijos.

-¡Ahora sus almas  dulces son mías! ¡Arrepiéntete de ofrecerlos! ¡Arrepiéntete de ser egoísta! ¡Aprende consideración y apreciación!- Le gritó Takeshi a la dolida mujer.

Takeshi tomó al primero, el mayor y besó sus pequeños labios, robándole el alma y su último aliento.

-¡Andrew!- gritó la mujer, pero no podía moverse, sus piernas rotas sangraban, ya no podía hacer nada.

-¡Qué dulce!- gritó en victoria Takeshi.

Los vidrios de las ventanas, tazas y espejos se rompieron, dejando pasar a un frío espeluznante.

Takeshi dejó caer el cuerpo de Andrew al suelo.

-¡No!- Gritó con fuerza Charlotte, golpeando el suelo, gimiendo y gritando de dolor se arrastró hasta el cuerpo del niño muerto y lo abrazó.

Tomó el cuerpo de la pequeña, acarició sus mejillas y aspiró el olor de su cabello.

-Tantas cosas que podríamos haber hecho, preciosa- dijo Takeshi y la besó, vaciando su débil y pequeño cuerpo.

-¡Camille! ¡Takeshi! ¡Ten misericordia!- le gritó Charlotte.

-¡Yo no soy ningún Dios! ¡Soy un demonio que regresará a su sucio y asqueroso agujero al terminar todo esto!- Gritó Takeshi y lanzó el cuerpo de Camille a la pared.

-¡Camille! ¡No!- grito Charlotte con desesperación.

Casi al término, Takeshi tomó el cuerpo del último niño del brazo, un cuerpo delgado, hermoso.

-¡Te haré sufrir más Charlotte!- dijo Takeshi y bajó suavemente el cuerpo del pequeño.

El viento dejó de soplar y el silencio se hizo presente en la habitación.

-¿Qué le harás?- susurró Charlotte, abrazando el cuerpo de su hijo mayor.

-¿A él?- dijo apuntando al pequeño, -Me lo quedaré, te haré sufrir, el se quedará conmigo y será mío por completo- dijo Takeshi mirando a la mujer.

-Pero creo que es mejor primero deshacerme de ti- dijo Takeshi y tomó fuertemente la cabeza de Charlotte, quien gritaba de dolor por la forma en la que Takeshi la tomó.

-Bye-Bye, ¡“Madame Red”!- dijo burlón, soltó una pequeña carcajada y la besó, arrancándole el alma.

El cuerpo de Charlotte soltó al cuerpo de su hijo y este cayó fuertemente al suelo.

Takeshi la soltó, y el cuerpo cayó sobre el cadáver de Andrew.

-Ahora, Alec, no hay nadie que evite tenerte. Dijo Takeshi.

Chasqueó sus dedos y el cuarto regresó a su forma original, los cuerpos, la sangre y los vidrios rotos habías desaparecido.

Takeshi tomó el cuerpo dormido de Alec, y lo acostó en la cama, los ojos del demonio dejaron de ser carmesí, y cambiaron a castaños, dejando atrás el azul; sonrió al ver al pequeño dormido, sonriendo.”

Ahora Takeshi despierta al pequeño.

-¿Alec?- Dijo Takeshi tocando la mejilla del pequeño.

Las mejillas de Alec se humedecieron con lágrimas rápidamente.

-¡¿Mi mamá?!- dijo el pequeño asustado.

-Ella… no le quiero mentir, pequeño Alec, existen personas malas que lastiman a personas buenas, y personas malas lastimaron a tus hermanos y a tu madre anoche- Le mintió Takeshi al pequeño confundido.

-¿Y ellos? ¿Lastimados mucho?- preguntó el pequeño, mientras las lágrimas brotaban más y más fuerte.

-Ellos ya no están aquí, Alec- dijo Takeshi y el pequeño asustado y confundido abrazó al demonio fuertemente.

-No… Camille, Andrew, mamá… no aquí- gimió tristemente Alec.

-Aún estoy yo, Alec- dijo Takeshi acariciando la cabeza de Alec.

-Yo, triste… tu miedo, a mí- dijo Alec, aún abrazando a Takeshi.

-Yo no debo causarte miedo, yo cuidaré de ti, precioso- le dijo Takeshi y Alec lo soltó y volteó a mirar.

Alec tomó el rostro de Takeshi en sus pequeñas manitas.

-¿tú no malo?- le preguntó tiernamente.

-No, no lo puedo ser- le dijo Takeshi y Alec sonrió.

-¡Bien!- dijo Alec con una sonrisa que derritió a Takeshi. 

Ojos magentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora