DAY 7: FREE DAY

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- Ya te he dicho que lo siento, Ryu!

- Y yo re repito que me da igual.

- No, no te da igual.

- Sí.

- ¡El lápiz se acaba de partir en dos! Obvio que no te da igual.

- Agh, calla.

- Sé que quedamos el sábado pero Mark me ha pedido el cambio porque lo necesitan en su casa.

- Sólo me quiere putear, el muy desgraciado...

- ¿Qué tanto murmuras?

- Nada.

- Y no me he podido negar porque le debo favores y...

- Que sí, que sí, haz lo que quieras. De todas formas, ¿no estás haciendo muchos turnos últimamente?

- N-no es verdad...

- No mientas, Jinko.

- ... ¡No es justo! –exclama Atsushi mientras Akutagawa le devuelve una mirada aburrida- Necesito el dinero.

- No me digas Sherlock, y yo que pensaba que se trabajaba gratis.

- Muy gracioso Ryu. Y no te pienso decir nada más. Y sobre el sábado, lo podemos aplazar al domingo.

- Domingo trabajas en la cafetería.

- Oh, cierto. Pues el finde siguiente.

- A no ser que el estúpido de Mark te engañe con otra razón estúpida.

- ¡Ryu! ¡No seas...!

El timbre indicando el final del descanso de media mañana interrumpe la frase de Atsushi, que se apresura en volver a clase recordando que esa semana es el responsable. Frustrado, Akutagawa suspira al mismo tiempo que entra en el edificio. Y no es por menos cuando su paciencia está llegando al límite. Ya hacía tres semanas que por motivos inexplicables, su pareja, sí pareja, esa palabra aún le producía curiosas sensaciones en la boca del estómago. Pues bien, su hiperactiva pareja ya hacía tres semanas que trabajaba a medio tiempo sin parar, incluidos los fines de semana. Se adjudicaba todos los turnos posibles y los computaba hasta el último minuto remunerado. Y todo eso lo tenía que compaginar con algunos parciales y su trabajo en el consejo estudiantil. Bueno, en realidad ese último sólo consistía en hacer alguna que otras fotocopias y entregar papeles a dirección. Aún se ríe por la forma absurda que usaron para reclutarlo: su novio era tan inocente como pocos. Y mientras tanto, Akutagawa no podía evitar preguntarse por qué motivo Jinko necesitaría el dinero de una forma tan urgente. Y por mucho que Dazai-senpai lo molestara con el tema, no tiene nada que ver con que esté preocupado por la posibilidad de que el otro caiga enfermo. Para nada.

Después de una aburrida jornada escolar, Akutagawa, escapando de su rutina de volver a casa inmediatamente después de oír el timbre, decide ir a leer algún libro en la biblioteca de la escuela. Por el camino se encuentra con dos senpais, discutiendo como siempre:

- Venga, Chuuya, tienes muy mal genio por lo bajito que eres...

- ¿¡Qué has dicho momia estúpida!?

- Y muy mal hablado también. Oh, ¡Akutagawa-kun!

- ¡No me ignores, estúpido! Ah, por cierto, Akutagawa, ¿sabes por qué Atsushi no se ha presentado en la reunión del Consejo?

- ¿Para qué? Si solo hemos repasado la reserva de dulces de Rampo-san, para eso no hace falta que venga.

- Ya, pero me parece raro.

- Eres toda una mamá gallina.

- ¿¡Qué coño estás diciendo!? ¡Oye! ¡No huyas, estúpido!

Observando los dos mayores corriendo por el pasillo, Akutagawa se queda de pie preguntándose dónde podría estar Jinko. Elevando los hombros, decide hacer una visita a la clase del albino. En abrir la puerta corredera, ve a su pareja durmiendo sobre el pupitre. Sentándose en la silla de delante, apoya el codo sobre el escritorio de Jinko y, después de confirmar que duerme como un tronco picándole la mejilla, descansa la espalda contra la pared y sacando un libro de la mochila, empieza a leer en silencio.



El tan deseado fin de semana por los estudiantes, fue recibido por un molesto Akutagawa. No sólo se había levantado tarde sino que se había olvidado que habían aplazado los planes de ese día para la semana que viene. Y en medio de todo el estrés por pensar que había dejado plantada a su pareja durante tres horas, sólo cuando miró el calendario y vio la gran cruz roja marcada con rotulador, se volvió a acostar en la cama frustrado y con ganas de golpearse contra la pared. Un poco más calmado, baja a la cocina para comer un pequeño almuerzo y sin nada más que hacer, decide terminar las tareas de la escuela.

Después de comer y despedir a su hermana que había quedado con unas amigas, se sienta en el sofá a leer una segunda novela. Pero por más que lo intenta, no consigue avanzar del primer parágrafo y pronto se descubre preguntándose cómo estaría Jinko. Después de esa tarde que se lo encontró dormido, Jinko aparecía cada día más ojeroso y con menor resistencia física. Cuando antes terminaba las carreras de gimnasia en primera posición, al final de esa semana a duras penas tocaba la meta. Y no sólo eso, por lo que había oído murmurar a unas compañeras de clase se había dormido en una clase de Kunikida-sensei. Y sólo un loco llamado Dazai se atrevía a dormirse en sus clases. Harto de toda la situación, Akutagawa guarda el libro en una bolsa y sale de casa.



- Hasta la próxima.

- Adiós Atsushi! ¡Vuelve a casa con cuidado!

- Sí, sí... -masajeándose los hombros con un pesado suspiro, Atsushi se detiene al reconocer la silueta de su pareja leyendo debajo de un poste de luz.- ¿R-Ryu?

- Oh, hola Jinko.

- ¿Q-qué haces aquí?

- Quería saber si se puede leer con la luz de un poste.

- ¿Cómo? ¿No tienes luz un tu casa?

- Que yo sepa funciona.

- ¿Pero entonces...? Bah, da igual, por cierto, ¿sabes qué?

- ¿Qué te ha pasado en la mejilla?

- ¿En la mejilla? –recordando la tirita que le han puesto en el trabajo, responde con una risa nerviosa- No es nada... Solo... Me he tropezado y me han caído los platos encima...

- Eres muy torpe.

- ¡No es culpa mía!

- ¿Y de quién es entonces?

- ¡Da igual! ¡Tengo una buena noticia! ¡Con el turno de hoy ya he cumplido el objetivo!

- ¿Cómo? ¿Ya no trabajaras más?

- Lo seguiré haciendo, pero con el ritmo de antes. Así que mañana podemos hacer lo que teníamos planeado para hoy. ¿Qué te parece?

- Mmm... Bien, pero tengo una idea mejor.

- ¿Ah, sí? ¿Cuál?

- De momento, te acompañaré hasta casa, que a duras penas te mantienes de pie –explica Akutagawa, colgándose la mochila del otro a la espalda y cogiéndole de la mano- Después te preparare la cena y a dormir. Y mañana, día de descanso.

- Pero podemos...

- No. No sé qué loca idea te traes entre manos pero no voy a dejar que seas tan descuidado y termines enfermo.

- Oh. Ya veo.

- ¿A qué viene esa sonrisa, Jinko?

- ¿Qué sonrisa?

- La de vecino. Pues la tuya, ¿cuál sino?

- Nada, nada. ¿Quieres quedarte a dormir en mi casa? Papá está de viaje por el trabajo...

- Si tú lo quieres, me quedo.

- ¡Sí quiero! ¡Gracias Ryu! –grita Atsushi mientras se acerca más a su novio, pensando que mañana le dará la noticia sobre un boleto para ir a una famosa casa de tés con alojamiento incluido. 

Shin Soukoku week 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora