III

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Las manos le sudaban, no era alguien que se dejara intimidar fácil, sin embargo, desde que había cerrado la puerta de su hogar el temor la había embargado. ¿Y si no aceptaban su embarazo? ¿Y si la tachaban de fácil? Apenas hace unos años había dejado de ser una niña y siempre se supo de su enamoramiento por el Uchiha, tonto era el que no se diera cuenta pero... ¿Que pensarían? Los rumores se expandían con facilidad en una aldea tan pequeña; ya lo veía venir 'Ese chico Uchiha, escuché que dejó a Haruno Sakura, siempre supe que esa parejita no llegaría lejos' o el clásico ¿Haz escuchado de Sakura Haruno? Vaya, esa chiquilla si que estaba urgida, mira que tener una criatura al cumplir la mayoría de edad, vaya que quería tener atado al pobre Sasuke-kun'

El sólo pensarlo le hacía hervir la sangre, de hecho, apostaba que en este momento, hacia mímicas asesinas para callar a todos aquellos metiches.

Ella sabía que no era verdad por más que lo juraran esas urracas en su cabeza, sabía que Sasuke Uchiha la amaba. Se lo había demostrado. Sin embargo, nunca le gustó estar de boca en boca.

Ella sabía bien que podía lidiar con todo aquel que se le atravesase, había aprendido de los maestros con peor temple después de todo, incluso Yamato le había enseñado algunos de sus 'métodos draconeanos' por si alguien se quería pasar de listo.

Pero nunca maduró, al menos no emocionalmente, a veces Sakura se sentía sumida en esa personalidad de 12 años con la que emprendió en el verdadero mundo real.

Habían cosas que aún le molestaba decir, no por el hecho de sentir miedo al rechazo, no, la opinión propia se defendía con uñas y dientes, o al menos, eso pensaba Ino, y esa fue una de las primeras lecciones valiosas para Sakura; tenía miedo de no ser comprendida, del que nadie pudiera ver atraves de sus ojos.

¿Qué pensaría Naruto cuando se lo dijera? ¿Estaría feliz?
Él quien siempre estuvo detrás de ella ¿estaría feliz de verla concibiendo un hijo de Sasuke? Sabía qué, a propias palabras se rubio, y grandes esfuerzos de ella por no lastimar sus sentimientos, él solo la veía como una gran amiga, el tipo de relación que siempre quiso tener con el rubio. Pero... ¿Y si no le agradaba la idea? O aún mejor, ¿Qué pensaría Ino? ¿Sería feliz viéndola cargar a una bebé de Sasuke? ¿Que pasaba por la cabeza de su mejor amiga al verle estampado el emblema Uchiha en la espalda?

Sí, ambos rubios tenían ya su pareja, sin embargo, conocía demasiado a Ino, detrás de las crueles bromas que le hacía sobre su relación a distancia con su Otto podía ver cierto astivo de amargura. Y con Naruto, deseaba equivocarse, deseaba no conocer al rubio como tanto presumía, deseaba que aquel amor que buscó repeler con la compañía de Hinata se quedara como un platonicismo. Realmente sentía que no lo merecía, de hecho, nunca se sintió menos digna del amor del Uzumaki que en ese momento.

-¡Yo!- Saludó el Shinobi de zolsayo buscando la mirada de la rosada. Sin embargo, está no era capaz de llevarla y mirarlo a los ojos, no cuando sus ojos cálidos y brillante se veían ensombrecidos por las lágrimas. A Kakashi le tomó menos de un segundo darse cuenta de lo que estaba pasando, sin mediar palabras con la Haruno se acercó a ella, sin embargo, está no sintió su presencia hasta que algo impactó contra su espalda.
Ella lloraba amargamente y Kakashi la consolaba dando ligeros y relajantes toques a su espalda; no sabría decir porque, pero eso solo hizo que se encasillara más en su papel y llorara con más fuerza.

No sabía cuánto tiempo había pasado ahí parada en esa posición tan lamentable, sin embargo, Kakashi seguía ahí, aunque ahora recargado de una manera mas cómoda sobre la pared, seguía acariciando su espalda y provocando ese cosquilleo en ella, al parecer, ya había sucumbído a la tranquilidad del entrecano.
Se volteó para hacerle saber que estaba mejor, sin embargo, aún sin mirarlo a la cara,y eso a Kakashi le molestó, quería ver los siempre expresivos ojos de su alumna, por alguna razón, ya formaban parte de su rutina y no se sentiría satisfecho hasta observar esa quietud en su mirada; se había vuelto una de sus cosas favoritas. Sakura se había vuelto una de sus cosas favoritas.

-Sakura...- Su voz era apacible y suave, siempre lo era para con ella, no obstante, pudo reconocer algo de lástima en su voz. Ella odiaba la lástima, y él no era quien para pensar eso de ella; inmediatamente se corrigió, repentinamente se había quedado sin voz, en lugar de seguirla llamando, actuó impulsivamente y guío una de sus manos al pómulo de Sakura, esperaba cualquier reacción de ella, que se molestara que lo apartara, todo estaría justificado y él no tendría de otra que obecerle, sin embargo, la chica lo dejó estar, realmente no sentía ninguna clase de incomodidad con el actuar de Kakashi...si tan sólo supiera lo que pasaba por la mente de su profesor, lo que había pasado tantas veces ya en la mente del Sexto.

No, no podía, no podía inmiscuir a Sakura en algo que solamente la dañaría. Ya tenía una vida formada, ¡por Dios, estaba casada con otro de sus estudiantes!

-No estoy segura de poder con esto, sensei- La escuchó decir, y dios, ni siquiera en su primera misión, en los exámenes Chūnin, o  en la misma 4 Gran Guerra Ninja la había escuchado tan insegura y mortificada como en ese momento.

Sakura había dejado de llorar. Apretaba su vientre algo más relleno con la presencia de su cría. Por fin habían cruzado miradas que era lo que Kakashi quería, pero está lucía sin brillo, en extremo vacía, de todo lo intenso que adoraba Kakashi de ese verde, lo que le recordaba que a esa mujer que tenía enfrente primero la había visto como niña y... así debían continuar las cosas, sólo quedaban vestigios.

Kakashi analizaba la situación, no podía ir y decir cualquier bobería en el sensible estado de la Kunoichi, ese no era su estilo.

-No me siento preparada- Se sinceró la Kunoichi, sabía que hacía días ese pensamiento había rondado por su cabeza, ella había hecho hasta lo posible por espantarlo sin embargo, siempre volvía, y cada vez con más fuerza.

¿Y si no era lo suficientemente para su bebé?
¿Qué tal si se sentía triste?
¿O qué tal si la odiaba por dejarlo sólo?
¿Y si odiaba a Sasuke? Era prácticamente imposible que su hijo no se enterase sobre el historial de su marido.

El perfil que presentaba Sakura, era igual al de ciertas mujeres que aunque minoría, estaban bastante presentes en el país del fuego, siendo atendidas psicológicamente, aún así, el método aún estaba en prueba y era bastante arbitral, nada aseguraba la sanación de las pacientes, el proceso era largo y costoso.
¿Cómo reaccionaria Sakura cuando le dijera lo que pensaba?
Esta clase de temas eran demasiado Tabú para la sociedad en la que estaban. Apenas hace unas décadas se comenzaron a tratar los temas hormonales, de sexo y menstruación con las jovencitas.
¿Cómo se sentiría ella?  ¿Creería estaba burlando?

Sin previo aviso, Sakura estrelló su cuerpo contra el de Kakashi, desde niña sentía un apego hacia él sin embargo, su rol como Ninja y siendo menor de edad, no le permitían acercarse libremente a él. También estaba el como se sentía Kakashi respecto a ella, sabía que al platino le costaba expresar sus emociones y le incomodaba bastante el acercamiento.

-Dí algo Hokage Idiota-susurró Susurró contra su chaleco Jōnin.

Kakashi se mordió la lengua para no soltar una carcajada. La imagen que tenía de Sakura en ese momento era bastante tierna.

Levantó su mentón cautivado por los ojos de la muchacha, ya habían recuperado parte de su brillo y en sus labios podía vese una media sonrisa.

-Serás la mejor madre del mundo, Haruno Sakura- Atinó a decir el hombre con orgullo, no era simple palabrería, realmente lo creía. Sabía de todo lo que Sakura era capaz, y el rendirse no estaba en esa lista.

Tras decir eso, recibió un suave golpe en el hombro. Suave a comparación de los que ella acostumbraba a dar, pero si le había dolido.

Sakura junto las cejas en una expresión inconforme.

-Hmm ¿Dede cuando eres tan blando Kakashi?- Dijo Haruno burlona. Te volverás pasita de seguir con este ritmo de vida.

El actual Hokage hizo un gesto demasiado dramático simulando estar ofendido.

Y con un movimiento que tomó desprevenida a la rosada, fue a por su cabeza dándole de coscorrones.

La verdad es que se estaban portando demasiado torpes y confiados para ser Jōnin, pero no había porque desconfiar en ese pequeño círculo de ellos, y aunque quisieran excusarse con el equipo 7 la cuestión no pasaba de ellos dos.

SaradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora