Parte cuatro

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La jornada para JongIn había comenzado relativamente temprano. Eran las siete de la mañana, debía estar en la Universidad a las ocho para su primera clase, y él... Bueno, él seguía acostado cálidamente bajo todo el cerro de frazadas que tenía.

—¡JONGIN, MALDITA SEA! ¡LEVANTA TU TRASERO DE UNA VEZ! — Y el pobre de Taemin ya estaba histérico. El menor no conocía el camino a la Universidad y era su deber guiarlo, acompañarlo a buscar su horario y darle una guía turística antes de encontrar su salón.

Pero sería complicado si JongIn no tenía planes de abandonar su cama.

—¡JONGIN!

—¡Yah! ¡Deja de gritar, histérico! — Le lanzó la almohada que sostenía su cabeza, haciendo que el mayor soltara un bufido bastante frustrado y saliera del cuarto del menor dando un portazo.

Aquello era una señal de que en verdad había colapsado su paciencia, por lo que tomando toda la voluntad del mundo se puso de pie, tomó un par de toallas y se dirigió a la ducha para darse un baño y poder despertar completamente. No recordaba la última vez que se había despertado tan temprano, y solo pensaba en que debería comenzar a acostumbrarse, hoy mismo comenzaba su rutina por los próximos cuatro años siguientes que duraba su carrera.

—¿Por qué no habré elegido algo con menos años? — Se dijo en voz alta para sí mismo, cerrando la llave del agua que terminó de enjuagarle toda la espuma que tenía encima.

Envolvió la toalla en su cintura y salió tarareando una canción que tenía sentido sólo dentro de su cabeza. Sonrió ampliamente cuando descubrió sobre su velador una bandeja con una taza humeante de café y unas tostadas con queso.

—Come rápido, ya pedí un taxi.

—¿Taxi? Deja de gastar dinero. — Canturreó mirando a su primo, cogiendo ropa interior limpia para ponérsela.

—¡No tendría que haber pedido uno si te hubieras levantado hace una hora!

—Ya... Deja de gritar. — Puso los ojos en blanco, logrando que Taemin se marchara de nuevo de la habitación. Su primo enojado definitivamente era un caso de aquellos.

Se puso ropa casual y arregló su cabello frente al espejo (Del cual aún no se acostumbraba, ese plateado no lo convencía del todo), terminó tomando su mochila para después caminar al recibidor con la taza de café en una de sus manos y las tostadas en la otra, comiendo rápidamente.

—¿Y las lentillas? — Taemin alzó una ceja desde el sofá, mirándolo.

—No sé ponérmelas... — Confesó con la boca llena, abriendo su boca lo que más podía para terminar de comer por completo su tostada. — Además no sé cuál es el afán de que las use.

—No tiene sentido que seas platinado si no usarás lentillas de color. — Dicho esto el mayor de los dos se puso de pie rumbo al baño, cogió el frasquito donde guardaban aquellas dos pequeñas cosas y volvió al recibidor sentando a JongIn en el sofá, con la cabeza tirada hacia atrás. — No me cierres los ojos... — Ordenó, y dando un suspiro, al moreno no le quedó de otra que obedecer, sintiendo la incomodidad de esas cosas plásticas en su iris. Era como tener una mugre permanente en el ojo, no se acostumbraría nunca.

Terminó de beberse el café una vez que Taemin terminó con la tortura a sus globos oculares, y después de cepillarse los dientes estaba completamente listo para marchase. Al fin.

Salieron casi corriendo del departamento, quedaban tan solo veinte minutos para que el taxista hiciera un milagro y los dejara en la Universidad antes de que las puertas de los salones se cerraran. Y diablos que lo hizo. El hombre parecía haber salido de la película Rápido y Furioso, esquivó a cuánto auto se le puso encima y pasó por altos los semáforos en amarillo. No protestaron frente a eso pues ellos mismo deseaban llegar puntuales en su primer día.

Con tu vida en la mía [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora